29 de marzo de 2024

LA PRENSA LIBRE Y EL TEMOR

17 de julio de 2018

Colombia necesita tener una prensa libre e independiente. Sin negar los errores que a menudo cometemos quienes practicamos el periodismo, en últimas todos le apostamos a un principio básico: la democracia necesita información veraz y múltiples miradas, por más incómodas que puedan resultar para los poderosos.

En menos de una semana, vimos amenazas preocupantes a periodistas de distintos medios. Cristian Sánchez, X-tian, caricaturista de El Espectador, publicó en su cuenta de Twitter una amenaza en su contra. Hace un par de días, María Jimena Duzán, periodista y columnista de la revista Semana, publicó un mensaje que recibió en su cuenta de Twitter donde la amenazaban con violencia física y sexual. RCN Radio recibió una llamada, de alguien que se identificó como miembro de una organización criminal, amenazando a Yolanda Ruiz y a su mesa de trabajo. También se supo que el fin de semana se difundió un panfleto, atribuido al Bloque Central de las Águilas Negras, donde amenazaban a Jineth Bedoya, de El Tiempo, y a dos periodistas de La Silla Vacía.

Esto es inaceptable. Una amenaza contra un periodista es una amenaza contra todos. Por eso, desde El Espectador nos unimos a las voces de rechazo y acompañamos a nuestros colegas. El silencio no es una opción.

Es de celebrar que tanto el presidente Juan Manuel Santos como el presidente electo, Iván Duque, se hayan pronunciado de inmediato y con contundencia contra las amenazas. Estos discursos deben ir por acciones concretas y eficientes por parte de las autoridades, que en estos casos, particularmente en los delitos por internet, no han mostrado celeridad.

Son necesarias un par de reflexiones sobre el tema. Por un lado, es fundamental que los colombianos vean que en el país abundan las personas que prefieren la complicidad de la oscuridad y por eso quieren infundir miedo. Este ataque no sólo afecta a los amenazados, sino que envía un mensaje claro para todos los periodistas del país: estamos alertados.

Lo anterior es particularmente problemático en las regiones, donde los periodistas tienen muchísimos incentivos para callar. Si la sociedad no los rodea, las investigaciones que permiten tomar mejores decisiones nunca van a ocurrir. Por eso hay que resistir a los cantos de sirena de los líderes que pintan al periodismo como el enemigo.

Por otro lado, lo ocurrido es una prueba más de la necesidad de tomar en serio el mundo digital. Lo dijo la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) en un comunicado: “Teniendo en cuenta la dificultad que han tenido las autoridades para investigar este tipo de amenazas transmitidas a través de internet, la Flip le exige a la Fiscalía General de la Nación que solicite el apoyo de expertos en delitos informáticos de otros países para dar con el paradero de los responsables de estas intimidaciones y que reciban las sanciones judiciales correspondientes”. No podemos seguir impotentes contra los delitos virtuales, más cuando la intimidación y las amenazas se han convertido en un modus operandi habitual dentro de las redes sociales.

Acompañamos a los colegas amenazados. Ante las amenazas, la respuesta es seguir haciendo el buen periodismo de siempre.

EDITORIAL EL ESPECTADOR