29 de marzo de 2024

Disparos al aire

29 de julio de 2018
Por Coronel RA Héctor Álvarez Mendoza
Por Coronel RA Héctor Álvarez Mendoza
29 de julio de 2018

Coronel  RA  Héctor Álvarez Mendoza

Retomamos el azaroso tema de los riesgos derivados de la adquisición, tenencia y manipulación de las armas de fuego en poder de manos inexpertas y mantenidas descuidadamente en hogares y ambientes no propicios para su administración segura y libre de preocupaciones, asunto al cual nos referimos en la nota “Balas Perdidas” incluida en la edición de EJE21 del pasado domingo 8 de julio. Pero es que son tantos y tan frecuentes los penosos casos de accidentes mortales provocados por la manipulación de tales elementos, algunos de los cuales infortunadamente han afectado a personas conocidas y muy apreciadas, que me inclino a mencionar y comentar algunas recomendaciones elementales sobre las precauciones indispensables para acercarse con seguridad a tan delicados instrumentos de defensa personal.

La adquisición de un arma de fuego para defensa personal por parte de un ciudadano colombiano de bien, es una tarea relativamente sencilla que sin embargo demanda algo de paciencia, dadas las complejidades burocráticas y administrativas a las que es preciso someterse, formalidades, trámites y costos sobre los cuales se obtiene información precisa, directamente en los almacenes de la Industria Militar (Indumil) y en algunas unidades militares, Brigadas y Batallones del Ejército Nacional de cada localidad o por conducto de los páginas web de dichas unidades. Pero lo de la adquisición del arma es lo de menos. Lo verdaderamente importante es el estricto apego de las obligaciones y precauciones que es necesario adoptar cuando alguien se echa encima la grave responsabilidad de poseer, cuidar y responder por un arma de fuego presente en su entorno familiar. Es algo así como adoptar una serpiente de cascabel para ahuyentar los ratones o una linda y aparentemente inofensiva pitón reticulada recién nacida como mascota para que la familia se entretenga.

En primer término, para disponer de un arma de fuego es preciso adquirir el conocimiento, las habilidades y las destrezas necesarias para su correcta utilización y lo más importante y difícil, esforzarse por adquirir sabiduría para administrar con recto juicio el poder sobre la vida y la muerte que proporciona la posesión responsable de un arma de fuego. Cuando se obtiene la licencia de conducción, la ley exige al aspirante demostrar con pruebas objetivas, su capacidad y dominio en la conducción de un vehículo automotor. En el caso de la adquisición de un elemento tan letal como un arma de fuego, infortunadamente no sucede lo mismo. Por ello, una vez que el arma adquirida legalmente esté en nuestras manos, es aconsejable tener en cuenta algunas recomendaciones que, pese a su obviedad, son en su conjunto, un seguro contra futuras tragedias y lamentos.

  • Las armas de fuego deben manipularse siempre como si estuvieran cargadas y listas para dispararse. Muchos accidentes fatales con armas de fuego han sido ocasionadas por quien tenía la convicción de que estaban descargadas. Cuando se tome o se reciba un arma de quien asegura que está descargada, se debe apuntar el cañón hacia un lugar seguro, abrir el arma y comprobar por uno mismo su estado.
  • Nunca debe apuntarse un arma a otra persona, a menos que se tenga intenciones de dispararle. Y nunca dispararle, a menos que se tenga intenciones y razones para matarla.
  • No jugar con las armas. Jamás deben hacerse bromas ni jugar con armas de fuego, así se tenga la seguridad de que están descargadas. Es aconsejable evitar, como a la peste, a quienes acostumbran hacer chanzas o juguetear con armas de fuego.
  • Nunca desenfunde ni exhiba un arma de fuego, a menos que se tenga la intención de disparar. Recuerde el antiguo proverbio: “Las armas nunca se desenfundan sin razón, ni se guardan sin honor”. Es conveniente tener en cuenta que, el hecho de portar un arma en un escenario conflictivo, donde primen temperamentos agresivos y emociones del momento, puede agravar una situación que en otras circunstancias no pasaría de ser un disgusto pasajero.
  • Cómo entregar y recibir un arma de fuego. Siempre que se entregue o se reciba un arma de fuego, debe hacerse completamente descargada. Si se trata de un revólver, debe estar “desamartillado”,  tener el tambor abierto y sin proyectiles en el mismo, que deben ser entregados o recibidos aparte. En el caso de armas automáticas o semi automáticas, como pistolas, carabinas o escopetas de repetición, debe hacerse con los mecanismos abiertos, los seguros puestos y los cargadores o proveedores retirados. Además, para estar más seguro de que no hay un proyectil olvidado, debe introducirse el dedo meñique en la recámara, en la parte posterior del cañón. (Tal como las abuelas “tentaban” las gallinas para saber si tenían huevo con entrega pendiente).
  • El tiro en la recámara. A pesar de tales precauciones, debe sospecharse siempre que puede quedar un tiro en la recámara, que en el caso de las pistolas no se ve a simple vista. Ese es el maldito proyectil que ha causado tantos accidentes mortales en el caso de personas que no practican, por negligencia o por considerarlas exageradas, estrictas rutinas de seguridad con inspecciones rigurosas a sus armas de fuego. No tema parecer reiterativo y exagerado en este asunto. La observación y práctica permanente de las normas de seguridad en la manipulación y almacenamiento de las armas de fuego nunca será excesiva y jamás debe considerarse una exageración.
  • Disparos al aire. Por ningún motivo debe dispararse al aire, especialmente en zonas urbanas, pues por elementales principios de física, todo proyectil que sube, regresa al suelo con la misma velocidad y fuerza letal con la que sale del arma disparada. Infortunadamente, esta perversa práctica criminal se ha convertido en hábito de delincuentes y borrachos torpes e irresponsables que ha ocasionado numerosas tragedias y accidentes causados por las llamadas “balas perdidas”, que misteriosamente encuentran siempre en su camino la cabeza de un inocente niño. Durante el pasado mundial de Rusia 2018, por algunas redes sociales circuló un video en el que aparecía una ancianita asomada al balcón de su casa, revólver en mano, supuestamente celebrando con disparos al aire, un gol de Colombia. Conductas similares acostumbran individuos armados de algunas comunidades en el medio oriente, quienes ante cualquier motivo de regocijo, amenaza o enojo, disparan al aire ráfagas de sus fusiles automáticos de asalto AK-47, proyectiles que al caer, aún en el desierto, deben haber causado la desaparición de varias docenas de camellos.