Poesía y fútbol
Por Jaime Lopera
Hubo hace unos años un festival de poesía en Córdoba, España, llamado “Cosmopoética” y allí nació la idea de dedicar una semana al encuentro entre la poesía y el fútbol. Fue un éxito. Gracias a esa información supe que Umberto Eco había filosofado diciendo que el fútbol era una neurosis de la cultura y que el poeta inglés Kipling lo mostraba como un ejercicio para embarrados. Un poco después leí que Pasolini se había despachado con la idea de que el goleador de un campeonato era el mejor poeta del año.
Todo esto viene a cuento al tropezarme con el compilador español Francisco J. Uriz quien hizo una selección llamada El Gol Nuestro de Cada Día, poemas sobre el futbol (Vaso Roto Ediciones, Madrid, 2010, 230 paginas) donde encontré que un italiano, Vincenzo Da Filicaia (1642-1707), había escrito su poema “Acerca del juego de futbol” como el antecedente quizás más lejano de la poesía futbolera.
En esta selección de Uriz, también creador del mencionado festival de Córdoba, hallamos textos poéticos de escritores tan disímiles como Seamus Heanney (Irlanda), Carlos Drummond de Andrade (Brasil), Gerardo Diego (España), el bandoneonista Edmundo Rivero, el compositor Horacio Ferrer, Vinicius de Moraes, el chileno Nicanor Parra, el uruguayo Eduardo Galeano y doscientos poemas más.
Es una delicia saber allí que el Papa Pio XII le concedió, en 1940, una audiencia al árbitro español Pedro Escartin quien acababa de arbitrar un partido con la selección italiana. A saludarlo, lo primero que le dijo el pontífice al juez, sonriendo con picardía, fue: “de modo que fue usted el que le anuló dos goles a Italia…”. Y ni se diga, hablando de esas altas dignidades, de lo agradado que estará Francisco I mirando jugar a Messi y alargando su mano para bendecirlo en medio de un tiro libre.