18 de marzo de 2024

Seducciones electorales

21 de mayo de 2018
Por Eligio Palacio Roldán
Por Eligio Palacio Roldán
21 de mayo de 2018

Eligio Palacio Roldán

Y luego, después del idílico final, con el triunfo y la celebración de la victoria, un spin-off donde termina la seducción y el elegido abandona al conquistado a su suerte…

Para la Real Academia de la Lengua Española, seducir significa “persuadir a alguien con argucias o halagos para algo, frecuentemente malo, atraer físicamente a alguien con el propósito de obtener de él una relación sexual, o embargar o cautivar a alguien”.

Las tres acepciones de seducir reflejan lo que hacen por estos días Ivan Duque, Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Germán Vargas y Humberto de La Calle para ganarse “la joya  de la corona”, la presidencia de la república. Las argucias son muchas, desde las más nobles para una conquista, como la sonrisa o la palabra amable, el acercarse a las comunidades, el hablar su mismo lenguaje; hasta las más ruines, como el cambiar los principios y el discurso para lograr la sugestión y el afecto; o el atacar a los rivales buscando su descrédito, tanto que todos los candidatos parecen haber recurrido a las estrategias del famoso líder de la propaganda negra: J.J. Rendón. Capítulo aparte merece la utilización, irresponsable y/o sin escrúpulos, de las redes sociales generando y retrasmitiendo todo tipo de contenidos falsos e insidiosos.

Persuaden para lograr, como sea, el placer del poder, el dinero, o la supuesta “inmortalidad” que da pertenecer al listado de los presidentes de un país tercermundista como Colombia, las lisonjas pasajeras de cuatro u ocho años en el primer cargo de la nación. También tratan de seducir a los electores hasta la cesión total de la voluntad, en una sublimación de la relación sexual, y a fe que lo logran con la entrega sin razón, ni conciencia, de los seguidores que caen cautivos ante sus acechos. Encantos, dirán algunos.

Y aunque se trata de seducir a la mayor cantidad de los treinta y seis millones de ciudadanos aptos para votar, según la Registraduría Nacional del Estado Civil, la tradición colombiana indica que solo serán conquistados algo más del cuarenta por ciento de sufragantes; es decir, unos 15 millones de ciudadanos. Cifra que, los más optimistas, elevan a 18 millones, dada la intensidad de la campaña y la fortaleza de los candidatos. La lucha, entonces, es por obtener las dos mayores votaciones que les permita llegar a una segunda vuelta. Imposible, parece ser, lograr el triunfo el próximo 27 de mayo dado el número y el posicionamiento de los candidatos y la dispersión de los electores. Es decir, ninguno logrará seducir, para sí, a la mitad más uno de los votos válidos.

Pero no solo tratan de seducir los candidatos, también lo hacen los partidos, los políticos y burócratas de turno, detrás de mantener o mejorar su posición; los contratistas y los corruptos buscando conservar o lograr su “tajada”; los informados o los ignorantes ,bien intencionados, luchando por un mejor porvenir para la Nación; y los fanáticos, ya presos, de la seducción, a los que no les importa sino sacar pecho, luego de las elecciones, para decir que ganaron, así en su vida cotidiana pierdan durante los próximos cuatro años.

Y luego, después del idílico final, con el triunfo y la celebración de la victoria, un spin-off donde termina la seducción y el elegido abandona al conquistado a su suerte y éste, luego del desengaño, comienza a repetir la historia para un nuevo “triunfo”, dentro de cuatro años. Y así sucesivamente, hasta la muerte o hasta que  por decisión o decepción entre al grueso grupo de abstencionistas.

ANTES DEL FIN

A pesar de las controversias y gracias a mi formación en estadística, creo en el trabajo serio y profesional de las firmas encuestadoras. Aquí un cruce de opiniones en twitter.