29 de marzo de 2024

Mi voto no será secreto

21 de mayo de 2018
Por Víctor Zuluaga Gómez
Por Víctor Zuluaga Gómez
21 de mayo de 2018

Víctor Zuluaga Gómez

Pareciera que no aprendemos de nuestra historia porque seguimos repitiendo las mismas actitudes, las mismas posiciones que por décadas nos han desangrado. Pero definitivamente quienes toman la decisiones de mantenernos en esa política de intransigencia, de polarización, de enfrentamiento a muerte, son precisamente aquellas castas que desde siempre han venido gobernando el país, y quienes están rodeados de las seguridades y comodidades citadinas mientras que el campesinado es desplazado y sometido a enormes penurias por carencia de tierras, de vías y de educación.

A las generaciones del siglo pasado nos enseñaron que en el país no era posible la convivencia de liberales y conservadores y el fuego se avivaba desde los púlpitos de nuestras iglesias.

Pero los escenarios cambian y desde el momento en que el modelo Socialista llegó para quedarse en Cuba, la lucha se focalizó entre los defensores de la propiedad privada y la libre competencia, versus un modelo igualitario que privilegia el socialismo y no quiere saber nada del capitalismo. Pero a esa lucha habría que adicionarle unos elementos no menos perversos como son el cultivo de la coca y la corrupción generalizada en todas las esferas privadas y gubernamentales.

Venimos experimentando en América Latina una situación que podríamos catalogar como de “borrón y cuenta nueva”, en donde a un gobierno de corte socialista le sigue uno de orientación capitalista como ha ocurrido en Chile, Argentina, Perú y Brasil. El caso de Venezuela es patético porque una mayoría precaria impone un modelo excluyente que ha llevado a este país a la ruina y a ejercer una represión nunca antes vivida.

En el caso de Colombia se nos vienen presentando dos modelos antagónicos: de un lado el Centro Democrático que quiere impulsar una economía que privilegia al gran propietario y al industrial, como quedó demostrado con el Agro Ingreso Seguro que se implementó en el gobierno del doctor Uribe. La idea es dar empleo pero no se considera la posibilidad  que el campesino se puede educar, organizar y convertirse en productor.

La otra propuesta nos habla de desestimular la gran propiedad, la producción de hidrocarburos y comenzar a construir un nuevo modelo de desarrollo con un respaldo del llamado Socialismo del siglo XXI. Pero en el fondo es el mismo modelo que ha fracasado en Rusia, en Bulgaria, en Cuba y el que ha llevado a la ruina a Venezuela.

Pienso que es hora de buscar un camino intermedio que significa inclusión, en donde pueden convivir los dos modelos de producción. Mi voto será por Sergio Fajardo.