28 de marzo de 2024

¡¡Cuando parará esto, carajo!!

1 de mayo de 2018
Por Ricardo Tribín Acosta
Por Ricardo Tribín Acosta
1 de mayo de 2018

Por Ricardo Tribín Acosta

De la antigua historia  «El rico y Lázaro» con Traducción de Zulma M.Corchado de Gavaldá, extracté el siguiente texto el cual considero tan actual ahora como en aquellos tiempos lejanos: «Jesús contó la historia de un hombre rico que vestía con las mejores ropas y vivía con mucho lujo. Un mendigo, un desamparado, llamado Lázaro se sentaba a la puerta de la casa del hombre rico. Lázaro tenía hambre y su cuerpo estaba cubierto de llagas. Él esperaba que el rico tuviera compasión de él y que le satisficiera su hambre con las migajas que caían de la mesa. Pero el hombre rico pasaba diariamente cerca de Lázaro sin percatarse de él. Se dice que Lázaro murió y fue al Cielo. El hombre rico también murió, pero fue al infierno. Desde allí  vio a Lázaro en el cielo con Abraham.

El hombre rico le pidió entonces a Abraham que dejara que Lázaro mojara la punta de su dedo en agua y viniera a tocar su lengua, pero Abraham le dijo que no.  Entonces Abraham le recordó al hombre rico cuánto había gozado de las buenas cosas en la tierra mientras que Lázaro no tuvo nada. El rico le pidió a Abraham que le permitiera a Lázaro volver a la tierra para que le avisara a sus hermanos para que no terminaran en el infierno con él. Nuevamente Abraham dijo que no. El hombre rico había despertado al fin, pero era muy tarde».

Esto lo he insertado en mi pensar puesto que en días pasados vi un video de un hombre regordete comiendo opíparamente en una mesa en la que, frente a él y afuera de donde él se saciaba con gula, había un pequeño niño semidesnudo mirándolo comer desde la ventana exterior llorando de hambre y por su apariencia parecía que la tenía por largo rato. El viejo insensato ni se inmutaba siguiendo entonces con la ingestión excesiva de sus alimentos sin compadecerse para nada del dolor y angustia de la criaturita.

Lo triste es que esto pasa con millones de niñitos, ancianos, y muchas gentes alrededor del mundo que no tienen, en numerosos días de sus vidas, ni para comprar un mísero mendrugo de pan, ante la mirada inerte de bastantes ricos que lo único que buscan en sus vidas es aumentar sus tesoros hasta más no poder sin que les importe un rábano la suerte de tantos desvalidos. ¿Qué dolor produce esto verdad? ¿Pero y de las acciones para cambiarlo qué? Estoy seguro de que si apenas fuéramos mínimamente generosos con nuestros prójimos muchos de los problemas de miseria se solucionarían, pudiéndose así cumplir con ese gran legado de amor que nos dejo nuestro maravilloso Maestro de Galilea.