28 de marzo de 2024

Apariencia de fórmula

Comunicador Social-Periodista. Especialista en Producción Audiovisual. Profesor universitario, investigador social y columnista de opinión en diferentes medios de comunicación.
18 de mayo de 2018
Por Carlos Alberto Ospina M.
Por Carlos Alberto Ospina M.
Comunicador Social-Periodista. Especialista en Producción Audiovisual. Profesor universitario, investigador social y columnista de opinión en diferentes medios de comunicación.
18 de mayo de 2018

Por Carlos Alberto Ospina M. 

Contrario a lo que algunos especulan no existe el antídoto que garantice el apropiado manejo de una situación de emergencia de grandes dimensiones. No obstante, cubrir a cabalidad las fisuras, compartimentar la información privilegiada y garantizar la debida confidencialidad del proyecto, como ladillas, los enemigos y los francotiradores están al acecho con miras a incrementar la especulación. El daño emergente está en directa concordancia con la pérdida de bienes, el perjuicio a la infraestructura y la afectación a la población aledaña. Es cuestión de realizar cálculos aritméticos y proyecciones financieras de los impactos presentes y futuros. A manera de cordón umbilical, el buen nombre y la imagen de una empresa, caen en la guillotina del desprestigio mediático sin importar la trayectoria ni la huella social positiva cimentada a través de las distintas obras de servicios básicos. No es necesario hacer oposición verbal o poner en tela de juicio la idoneidad de los funcionarios, el solo hecho de desinformar y conjeturar sobre las causas y las consecuencias del infausto acontecimiento, provoca en la opinión pública la activación de la emotividad. Por consiguiente, la percepción de presunta negligencia, mala fe e improvisación de quienes están al frente de la emergencia en Hidroituango.

Craso error llevar a cabo un manejo tibio de las fuentes y responder con disimulo a la acumulación de dificultades, las cuales se fueron represando, al igual que el agua del río Cauca, con el pasar de los días. Por un lado, va la pérdida de valor patrimonial de EPM, las sanciones, las multas, las investigaciones, el retraso del cronograma, la responsabilidad civil extracontractual, el eventual fracaso del megaproyecto y el esclarecimiento de grados de responsabilidad en relación con errores de diferente naturaleza. Por el otro vértice, desde un principio se debió decir la absoluta verdad sin dosificaciones rebuscadas, victimización, sensación de constantes equivocaciones y boletines con cariz premonitorio en procura de advertir, a manera disimulada de lavarse las manos, frente a eventuales emergencias, tal como sucedió al correr el tiempo.

Incomoda más la mentira oficiosa, preparada y calculada que la verdad moral. Los puntos de referencia y los modernos programas de simulación permiten prever escenarios futuros en temas de compleja ingeniería civil. Las alertas a la población, aguas arriba y abajo, tienen que ir a la par con la transparencia en la comunicación oficial, así se pierda el ‘capital político’ y produzca inconformidad generalizada, la gente sabría a ciencia cierta a qué atenerse.  Proposiciones hipotéticas: “Nos equivocamos, no tenemos el registro geológico detallado de la zona, nos faltó proyectar los componentes climatológicos, no conocemos el origen de las alteraciones; nos dejamos llevar por la presión de empresarios, dirigentes y la egolatría de algunos mandatarios; apuramos el cronograma de las obras, pensamos en las sanciones por incumplimiento y olvidamos riesgos ingenieriles; no debimos taponar los túneles de desviación sin haber terminado la estructura de la represa, dilatamos la declaratoria de alerta máxima, nos faltó valor civil para reconocer que perdimos el control, etc…” son suposiciones de perspectivas de administración de crisis y estrategias de comunicación pública que invitan al adecuado manejo de contingencias. Guía sugerida: honestidad, carácter, transparencia, flexibilidad, oportuna información y capacidad de resiliencia. ¿Pisar callos o la manguera entre bomberos? Ahí está el meollo del asunto de estos ineludibles aprendizajes.

Llover sobre mojado y salir lanza en ristre contra el proyecto hidroeléctrico ofrece la misma bajeza argumental que la expresada por el Gobierno Nacional y el Superintendente de Industria y Comercio, Pablo Felipe Robledo, quien afirma que “Causa perplejidad la forma como autoridades de Antioquia y Medellín, y por supuesto altos directivos de EPM, vienen afrontando, desde hace días, esta grave falla en Hidroituango. Lo que uno ve es que durante días, minimizaron el problema y ahora, pretenden delegar para arriba”. Por lo dicho en el párrafo anterior, el prestigio es mancillado por agentes perturbadores que, en lo alto, pretenden hacer política utilizando los recursos del erario público y la posición que brinda el cargo temporal. Lo sustancial consiste en asumir los riesgos de reputación de conformidad con el juicio proporcional, la veracidad del relato y la ausencia de dubitación en las declaraciones. El estilo vacilante representa más al presidente Juan Manuel Santos para quien la megaobra pública Hidroituango merece una consideración simplista: “ustedes son dueños y responsables de su ejecución”. El gobierno bajo la coordinación de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres activó el respectivo sistema e instaló el puesto de mando unificado, respondió el primer mandatario a la solicitud escrita del Gobernador de Antioquia, el Alcalde de Medellín y el Gerente General de EPM sobre la necesidad de que disponga de “todos los instrumentos y medios posibles a efectos de evitar situaciones que lamentar”.

En la mencionada misiva presidencial, Santos Calderón, deja entrever que el manejo de la información no ha seguido un protocolo claro, directo y verificable: “les reitero la necesidad de mantener adecuadamente informada a la opinión pública”. El colmo que un burro hable de orejas, máxime cuando el primer mandatario debe muchas explicaciones sobre la presunta agenda oculta, el patrocinio de la campaña de reelección por parte de Odebrecht , la condescendida con el Grupo Sarmiento Angulo y la caída del puente Chirajara, la denominación de un viaducto con el nombre de su primera nieta; la campaña política del entonces vicepresidente, Germán Vargas Lleras, quien ahora se vanagloria, a los empujones,  de “haber sido” el funcionario que más obras públicas entregó; el inconcluso túnel de La Línea y las billonarias adiciones a los contratos en las vías 4G; entre un largo inventario de impropia información proveniente de la Casa de Nariño.

El plan de evacuación, el desplazamiento y el albergue de miles de pobladores ribereños muestra el acto responsable de prevención y cuidado de la vida. Más de 120 mil personas están en alerta máxima en medio de la incertidumbre, la zozobra y el miedo. En el estado actual de calamidad pública, la necesidad de ayuda humanitaria y la urgente protección de los afectados, adquiere suma importancia hablar con la verdad de lo que pasa en el proyecto hidroeléctrica Ituango. ¡Cueste lo que cueste!

Enfoque crítico – pie de página. La Fiscalía General de la Nación trabaja en tres líneas de investigación relacionadas la hidroeléctrica Pescadero – Ituango. El ente investigador señala que hay indicios de presuntas irregularidades con incidencia penal en el proceso de adjudicación, la celebración de contratos, el diseño, la construcción, la ejecución, las adiciones a través de otrosíes y las posibles afectaciones al medio ambiente. “Amanecerá Dios, y medraremos”.