28 de marzo de 2024

Siete años de guerra en Siria

23 de abril de 2018
Por Albeiro Valencia Llano
Por Albeiro Valencia Llano
23 de abril de 2018

albeiro valencia

Este país sigue consumido por la guerra.  Todo se debe a su excelente ubicación geográfica en el Cercano Oriente, en el cruce de Asia, África y Europa; limita con Irak, Israel, Jordania, Líbano y Turquía, una región sensible llena de contradicciones y que tocan a Siria directa e indirectamente. Turquía e Irán defienden intereses económicos y políticos; lo mismo que Arabia Saudita y sus aliados; Rusia y China luchan por los recursos económicos del Oriente Medio. Además, Moscú tiene acuerdos comerciales con Siria desde la época de la Guerra Fría, mantiene tratados comerciales y conserva una base naval en Tartus, que le permite apoyar su flota de la marina de guerra en el Mar Mediterráneo. Y a las potencias de Occidente les interesa cuidar al mejor aliado que es Israel, un pequeño Estado muy poderoso militarmente y punta de lanza en la región.

En este nudo de intereses la mejor estrategia era conservar el equilibrio político. Pero la Primavera Árabe que se desató en 2010, apoyada por las potencias de Occidente, sacudió a Siria con fuerza de huracán. Las manifestaciones contra el régimen empezaron en Daraa, en marzo de 2011, y fueron utilizadas por poderes externos para desencadenar el conflicto interno; participaron comandos mercenarios de organizaciones radicales de salafistas, sunies, alauitas, y miembros de la Hermandad Musulmana que hizo el llamado para el levantamiento en armas contra el presidente Al-Assad; entre los mercenarios había comandos turcos, qataríes, jordanos, iraquíes, pastunes y chechenos, que llegaron desde Afganistán y Arabia Saudita. La principal fuerza de oposición al régimen era el Consejo Nacional Sirio, que logró el apoyo de la comunidad internacional; la ONU pidió la renuncia de Al-Assad y los 27 países de la Unión Europea aprobaron medidas económicas contra el presidente. Y, como era de esperarse, se profundizó la guerra civil y convirtió la región en la zona más explosiva del mundo.

El juego político

Esta tragedia lleva siete años y no se ve el final; pero ha dejado 500 mil muertos, millones de heridos y más de cinco millones de refugiados. El plan de la oposición es desplazar a Al-Assad e impulsar elecciones libres; pero también piensan que sacar al presidente puede prolongar más la guerra civil. Estados Unidos ataca al Estado Islámico (EI) en Siria, pero también golpea a Al-Assad; Barack Obama empezó con cautela porque recordaba las amargas experiencias de su país en Irak y Afganistán; sin embargo ordenó varios bombardeos. Y Trump siguió el mismo camino, a pesar de las promesas de campaña. Lo más grave es que Siria es hoy un territorio donde combaten numerosos grupos; los más evidentes son el ejército del régimen, ISIS, los rebeldes de la oposición moderada, los yihadistas de Al Qaeda, los kurdos, los turcos, diversos grupos mercenarios, Rusia y la coalición occidental dirigida por Estados Unidos. Hay tanto actor que es difícil detener la guerra. Pero es cierto que si hubiera voluntad real entre los gobiernos de Occidente se podría dar un cese al fuego, aunque no total; pero es que las potencias convirtieron este territorio en un campo para el juego político, propio de la Guerra Fría. También hay que tener en cuenta que Irán y Arabia Saudita juegan su propia partida de Ajedrez. Mientras tanto Turquía, aliado de la OTAN, no controla a los combatientes yihadistas que cruzan la frontera para unirse al EI y a otros grupos que luchan contra Al-Assad.

Hay que tener en cuenta que Al-Assad no ha caído debido al apoyo de Rusia e Irán; pero la guerra civil se prolonga y oxigena por el apoyo de Arabia Saudita y otros estados del Golfo, a los opositores del régimen, que siguen controlando grandes extensiones del territorio. EI, que es enemigo de todos, viene perdiendo fuerza y espacio, pero sigue recibiendo recursos y causando terror en las zonas bajo su control.

La situación de hoy

El pasado 13 de abril el presidente Trump lanzó su segundo ataque contra Siria, una ofensiva militar que contó con los apoyos de la primera ministra Theresa May y de Enmanuel Macron. La disculpa fue el presunto ataque químico lanzado por el gobierno de Siria contra el enclave opositor de Duma, cerca de Damasco, el pasado 7 de abril, pero Bashar al Asad y los gobiernos de Rusia e Irán negaron dicha operación. Sobre el tema aseguró el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, que no había evidencias de uso de armas químicas y que se trataba de un complot. Y el embajador Sirio ante la ONU acusó a Estados Unidos, y a sus aliados, de hacer acusaciones falsas contra Damasco para “abrir el camino y preparar un ataque como la agresión criminal de Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak, en 2003”.

Pero Trump siguió adelante, consultó con su secretario de Defensa James Mattis y con el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, y decidió realizar los bombardeos en coordinación con Reino Unido y Francia; de este modo se produjo la ofensiva militar contra instalaciones químicas del régimen. Según el Pentágono solo atacaron un centro de producción de armas químicas en Damasco, un almacén de gas sarín, en Homs, y una bodega en Al Kiswa, que también funcionaba como un centro de comando militar.

Trump y la cortina de humo

Cuando el presidente coordinaba los bombardeos en Siria sus críticos afirmaban que estaba preparando una cortina de humo para tapar los problemas en casa. El primer mandatario se había comprometido con la Cumbre de las Américas, pero le estalló un escándalo de inmensas proporciones. Ya venía en curso la investigación por el pago a dos mujeres para comprar su silencio. Pero el FBI allanó la oficina de su abogado Michael Cohen e incautó varios documentos. Recordemos que el abogado admitió que pagó 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels, quien dice que tuvo una relación con Trump en 2006 y que el pago era para silenciarla, justo antes de las elecciones; y la exmodelo de Playboy, Karen McDougal, también aseguró que le ocurrió lo mismo en 2007.

Cuando Trump se enteró del allanamiento afirmó furioso: “Acabo de escuchar que entraron a la oficina de uno de mis abogados personales, un buen hombre. Esto es una situación vergonzosa, una casa de brujas total”. Y como si esto fuera poco llegó el otro escándalo, por cuenta del exdirector del FBI, James Comey, quien en su nuevo libro “Una lealtad mayor. Verdad, mentiras y liderazgo”, escribió, sobre Trump, lo siguiente: “Me recuerda a un capo de la mafia que pide lealtad a sus subalternos, miente a menudo y vive en un mundo alternativo”. Estados Unidos se estremece con las pruebas sobre el oscuro pasado sexual de su presidente y los ciudadanos entienden que la guerra contribuyó a tapar el escándalo.

Ecos de los bombardeos

Parece que el principal perdedor es Donald Trump, quien ya no tiene influencia en la región, mientras que Vladimir Putin sigue como el gran aliado de Siria ayudando a Bashar al Asad en su guerra contra la oposición interna y contra los yihadistas. Los bombardeos se quedaron sin respuesta por parte de Putin porque ni a Siria, ni a Rusia, ni a Irán, les interesa “calentar” el conflicto, ni empezar la tercera guerra mundial; lentamente irán acabando con la oposición. En cambio los países aliados, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, no tienen una estrategia, salvo bombardear de vez en cuando. Mientras tanto Europa sigue padeciendo los efectos de la crisis de los refugiados.

El pueblo sirio seguirá sufriendo el conflicto; van siete años de guerra que han dejado medio millón de muertos y más de cinco millones de refugiados. Y la comunidad internacional no hace nada.