28 de marzo de 2024

Nuestro Santo Padre, el Papa

23 de abril de 2018
Por Mario García Isaza
Por Mario García Isaza
23 de abril de 2018

 Pbro. Mario García Isaza

mario garciaSe ha dicho, y con sobrada razón, que entre las manifestaciones concretas de amor y de adhesión a la Iglesia están necesariamente  el afecto , el acatamiento filial, la devoción por la persona del Sumo Pontífice. El documento de Puebla señala, entre los elementos auténticos de la religiosidad popular, “el afecto cálido por la persona del Santo Padre” (N° 454)  San Vicente de Paúl nos dice :  el Papa es el padre común de todos los cristianos, la cabeza visible de la Iglesia, el Vicario de Jesucristo, el sucesor de San Pedro; le debemos obediencia todos los que estamos en el mundo para instruir a los pueblos en la obediencia que deben tener, lo mismo que nosotros, a este pastor universal de nuestras almas… Entreguémonos a Dios para obedecerle debidamente, y para recibir bien todo cuanto venga de su parte…A él, el mismo Salvador le ha dado las llaves de la Iglesia…Él es como otra especie de hombre, muy por encima de todos los demás hombres. Por eso hemos de mirarlo en nuestro Señor y a nuestro Señor en él.” ( Conferencia del 19 de diciembre de 1659)

Creo – al menos ese es mi caso – que todavía nos emociona el recuerdo de la visita que el Papa Francisco hizo a nuestra patria el año pasado. ¡Qué espectáculo maravilloso fue el que pudimos presenciar: el  de un país entero, representado por multitudes fervientes, de todas las regiones, de todas las edades, de todas las clases sociales, aclamando al Papa ! Y, mucho más que eso, ¡qué abundoso banquete de doctrina, de aliento espiritual, de fe, de optimismo en medio de las dificultades, de íntimos deseos de ser mejores, nos dejaron sus palabras! Releer, ahora, lo que nos dijo a pastores y fieles, lo que les predicó a los jóvenes en Bogotá, lo que nos enseñó sobre el amor al pobre, sobre los caminos para buscar la verdadera paz, sobre la dignidad del hombre, sobre la sacralidad de toda vida humana, sobre el respeto a Dios manifestado en el cuidado de nuestra casa común, y sobre tantas otras cosas entrañables, releer todo eso, digo, constituye una verdadera realimentación de la propia vida humana, cristiana, sacerdotal.

Hago esta reflexión motivado por algo que está dándose en el mundo, y concretamente en Colombia : una oleada creciente, en los medios de comunicación y especialmente a través de los electrónicos, de ataques al Santo Padre, a su magisterio, al respeto y acatamiento que todos le debemos. Ya no es sólo la atosigante campaña del señor Galat, con sus extravagancias y sus delirantes manifestaciones de un fundamentalismo francamente cismático; a mí, y puedo obviamente suponer que a muchos les sucede, me vienen llegando desde hace algún tiempo unas cuantas páginas plagadas de sandeces y de irrespeto al Sumo Pontífice, que me hieren y me ofenden. Páginas, varias de ellas, que incluso, para ser más taimadas y dañinas, se dan a sí mismas nombres que podrían hacer pensar en ortodoxia y amor a la Iglesia; tales, por ejemplo,  VOTO CATÓLICO, INFOVATICANA, ADELANTE LA FE…Lobos arteros con piel de oveja. En esas páginas, se tergiversa mañosamente cuanto dice el Papa; se controvierte su enseñanza, se atribuyen a sus palabras  un alcance y un sentido que no tienen, se llega incluso, en el colmo de la osadía, a insinuar, y a veces a afirmar abiertamente, la ilegitimidad de su pontificado y por lo mismo de su magisterio. Yo creo que es nuestro deber enfrentar y contradecir semejantes  exabruptos. Tenemos, por fortuna, la posibilidad de bloquear esos canales, para que no nos llegue su ponzoña; pero hemos de hacer más : enseñar y fomentar el amor al Santo Padre; inculcar los sentimientos de profundo respeto, de incondicional acatamiento, de filial adhesión que le debemos. Y, claro está, atender su insistente petición, orando mucho por él.