18 de abril de 2024

La metafísica después de Hawking (debate-1)

30 de abril de 2018
Por Alexánder Granada
Por Alexánder Granada
30 de abril de 2018

ALEXÁNDER  GRANADA  RESTREPO    

Estos diálogos serán, seguramente, el más sencillo y pequeño de los homenajes que se harán a la memoria, a la esposa y a los hijos del prominente e inspirador científico, Stephen Hawking.

El universo está operado por dos grupos de fuerzas fundamentales (interacciones fundamentales), conocidas hasta hoy: las fuerzas físicas o racionales (nuclear fuerte, electromagnéticas, fuerzas débiles, y de gravedad), todas hijas de la fuerza inflacionaria; y las fuerzas metafísicas o no-racionales, éstas últimas hijas de la fuerza espiritual.

Antes de continuar, debo agregar, que para afrontar este tema es necesario superar dos dificultades ineludibles: la primera, es que debemos utilizar a la filosofía para esta investigación, pues es la única ciencia que puede indagar simultáneamente a las ciencias físicas y a las metafísicas. La segunda dificultad es que para filosofar en el siglo XXI es necesario consultar la ciencia; de no hacerlo corremos el riesgo de agrandar nuestras discusiones en temas que la ciencia haya dado por superados. Necesitamos, además, el concurso de las ciencias auxiliares: para la física son las matemáticas, para la metafísica es la música.

Si quisiéramos establecer alguna igualdad en esta afirmación podríamos decir que las matemáticas son la música de la física y que la música son las matemáticas de la metafísica. ¿Acaso no han notado la similitud que tiene la silueta espiritual de un músico y la de un matemático?

He invitado a este diálogo a tres grupos de lectores: los lectores especializados (quienes siempre nos harán el favor gratuito de corregirnos y advertir nuestras desviaciones), los estudiantes y a los lectores desprevenidos de estos temas. Para los dos últimos, he decidido agregar un corto glosario que permita incluir herramientas conceptuales con la que podamos llegar juntos hasta el final. El glosario no contradice las definiciones conocidas, sino que aumenta la información para el logro del entendimiento metafísico. GLOSARIO:

CORRUPCIÓN: No me referiré a ella en sentido moral o ético. Diremos, entonces, que la corrupción material es el intercambio de partículas subatómicas. La corrupción llegó a la singularidad inicial (la madre densa), con la llegada del tiempo. Este hecho, no solo agregó la dimensión temporal, sino, que calentó excesivamente la materia y desencadenó La Gran explosión (big bang).

EL  ESPACIO-TIEMPO: Es el modelo matemático que fusiona los conceptos de espacio y de tiempo, convirtiéndolos en un continuo espacio-temporal, lugar donde ocurren todos los hechos que muestra la realidad de la vida del universo. Es la resultante armoniosa y necesaria donde confluyen todas las dimensiones que ocupen la materia y la vida. Prefiero llamar a este continuo: espacio-fotocónico. En estos diálogos hablaré indistintamente de uno u otro como sinónimos.

INTELIGENCIA: Es la capacidad de alejarse de lo que es inconveniente para disfrutar de una vida exitosa (Job 28:28).

SABIDURÍA: Es la búsqueda de Dios. Es el temor a Dios (Job 28:28). Es el camino más corto para llegar a EL SABER.

EL SER: Es la categoría humana dentro del grupo de los seres sintientes. Contiene tres entes que lo conforman en su totalidad: cuerpo, alma y espíritu (1-Tes 5:23). Los otros seres sintientes, tienen la categoría de seres no-humanos (ser-nh). Los ser-nh están constituidos  por dos entes que los conforman en su totalidad: cuerpo y espíritu. No tienen alma, no tienen identidad en la realidad espiritual (1-Rey 17:2-6)(Num 22:27-33). He aquí un secreto que fue revelado: el espíritu carece de dolor, puede fragmentarse y multiplicarse, el alma no.

DIOS: Es el Espíritu Creador de todas las cosas que existen y que están por existir (o hacerse evidentes); de las cosas visibles y las no visibles, como la vida.

EL NOMBRE  DE  DIOS: Dios no tiene nombre. Dios es el Espíritu que Todo lo abarca. Él es el Todo. Se identifican las partes de la Unidad, no a la Unidad.

Cuando Moisés le preguntó a Dios en el desierto por su nombre, él le respondió: YO SOY EL QUE SOY (YHVH). Como en la escritura antigua hebrea se descartaban las vocales, sólo quedaban las consonantes para su escritura. Al incorporar posteriormente las vocales a la escritura, las letras iniciales que representan esta respuesta divina se han escrito de este modo: JHÁVH, JHAVÉH, JEHOVAH, etc. Sin embargo, para el entendimiento del pueblo de Israel, Dios le dijo a Moisés (éxodo 3:14-15):

“…así dirás a los hijos de Israel: “El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de

           Isaacs y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros”. Este es mi nombre para siempre, y con él se

           Hará memoria de mí de generación en generación”.                            

Luego Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, nos reveló (juan 10:30):  

          “Yo y el padre unos somos 

He aquí el único nombre de hombre que se puede asignar a Dios: Jesús (Emmanuel: el Dios que está entre nosotros).

En el estudio de la Teología filosófica para el hombre hipermoderno (Tf.Hh), que deseo proponer, tomaremos el nombre de Dios de uno de sus incontables y excelsos atributos. Vamos a nombrar a Dios como: EL SABER, la fuente inagotable del saber. 

La última consideración que hemos de estimar para continuar este diálogo, es la de no acudir a falacias para sustentar alguna postura; haré un esfuerzo en respetar las reglas que exija esta discusión, y todos los atenuantes que requiera la lógica para hacer que las inferencias válidas sobresalgan. Necesitaremos, entonces, para lograrlo, emplear el razonamiento abductivo.

El universo está constituido por cuatro grupos de partículas diferenciadas hasta hoy. Tres grupos de estas partículas son racionales y en el cuarto grupo están las partículas no-racionales. Los grupos de partículas racionales son: los leptones (electrón, muón, taú, neutrinos, etc), los quarks (componentes del protón y netrón, etc), los bosones intermedios (fotones). El cuarto grupo está constituido por partículas imaginarias las cuales he llamado Imaginariones (Img). Los imaginariones tienen masa imaginaria y se propagan a velocidades superlumínicas (con una rapidez mayor que la velocidad de la luz). Para el entendimiento racional podemos asimilarlas a las partículas conocidas como taquiones. Los taquiones se mueven gracias a la energía espiritual (que he llamado biorruach), y se desplazan a con una rapidez mayor que la velocidad de la luz. Como hemos definido la masa como una propiedad de las partículas que las hace sensibles a las interacciones gravitacionales, y los imaginariones no sufren dicha interacción; podemos, entonces, distinguir a su masa como imaginaria. Aquí debemos diferenciar los taquiones de los fotones, que aunque más lentos que los taquiones, son partículas sin masa que se desplazan como objetos y colisionan con partículas con masa, como bien lo describió Einstein. Los imaginariones como los fotones, en el caluroso origen del universo, se enfriaron más que las otras partículas y escaparon de la fuerza gravitacional de un cúmulo estelar incipiente. Dejaron de ser materia, según la física actual, y perdieron su categoría material.

Otra consideración para este grupo de partículas imaginarias, es que su rapidez es mayor que la de la luz, violando, según la Teoría de la relatividad especial de Einstein el principio de causalidad clásico (poder observar la causa después del efecto). En este punto es necesario hacer una diferencia con los impulsos luminosos identificados en el año 2000 por Lijún J. Wang, en los cuales no se reconoce el transporte de información. En el caso de los imaginariones y su energía espiritual (biorruach), sí hay transporte de información (cúbits) por teleportación super-cuántica no clásica.

Recordemos los trabajos que fundaron la mecánica estadística de Heisenberg y Born sobre la incertidumbre y las probabilidades en la mecánica cuántica que amenazaron con violar este principio. Aunque la violación a este principio la ciencia no lo ha dado como un hecho ocurrido; si ha aceptado que, por ejemplo, el colapso de la función de onda y el entrelazamiento cuántico (Schrodinger, 1935, por la misteriosa cualidad de superposición que tienen las partículas), no satisfacen las normas que rigen completamente este principio – o que, por lo menos, aún persiste una grave incompletitud en la mecánica cuántica que la conduce a una dependencia estadística (John S. Bell) entre las variables en uso -.

Concluyamos esta primera descripción, diciendo que las partículas sin masa pertenecen igualmente a la naturaleza, y que su estudio se ubica en la Metafísica temporal. A estas partículas la ciencia racional ya las ha caracterizado interna y externamente, nutriendo con esto a las matemáticas, al obtener el valor de las fuerzas (interacciones) que actúan entre los fotones y proponiendo sus relaciones geométricas.

Debido a que la Metafísica estudia: el absoluto, el alma, Dios, el ser en cuanto a tal, y todo aquello que conforme el cuerpo inmaterial; he iniciado este viaje revisando la habitación de todas las cosas observables, para intentar entender la realidad como una expresión única y comparable en todas sus dimensiones (simetría final). El lugar donde habita esta realidad posible se llama: EL  UNIVERSO.

¿Cuál es el origen del universo? Si nuestra respuesta a esta pregunta tuviera una intención Mito-filosófica, diría entonces que: Del sagrado rectángulo infinito de los Cielos, se cortaron pequeñas porciones circulares, y con ellas, empezó el movimiento eterno de las cosas que fueron declaradas como existentes. Pero no, debo indagar las verdades actuales de la ciencia, traer sus fundamentos principales, y sobre ellos, descargar las proposiciones filosóficas que deseo exponer.

Para la ciencia antes del big bang (hace aprox. 13.800 millones de años), no existía nada. Hubo un momento inicial donde fue concentrada toda la materia, llamado singularidad espacio-temporal. Ésta, es un punto geométrico del espacio que posee densidad infinita. Dijeron nuestros principales científicos que allí fue reunida toda la materia, toda la energía, el tiempo y el espacio (Lemaitre, Gamow, Guth, Hawking, etc).

En la altura de esta discusión ya aparecen dos desacuerdos que tengo con las aprobaciones de nuestros eminentes hombres de ciencia racional: el primero es la afirmación: “antes del big bang no existía nada”. Negaré esta afirmación con una verdad teológica: Cuando El Saber, la fuente inagotable del saber, creara el universo, primero había creado la sabiduría (Eclesiástico 1:4)(Prov 8:22-30). El segundo desacuerdo que tengo se remite a la singularidad inicial: he de afirmar que allí no existía la dimensión temporal. Stephen Hawking, poco tiempo antes de morir, reconoció que esta dimensión no existía antes de la Gran explosión. Huelga decir que esta afirmación es una verdad metafísica, no física.

Antes de concluir este diálogo preliminar, propongo adelantar una de las preguntas fundamentales que planteará esta filosofía durante todo su camino: Si el significado de la moralidad pertenece a la realidad mental, y si la mente es una función cerebral como lo afirma la psiquiatría, y si, como dice la neurociencia, yo puedo engañar a mi cerebro hasta en un indeterminado número de veces, entonces ¿QUIÉN SOY YO?

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