28 de marzo de 2024

El enano bebe

Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
26 de abril de 2018
Por Óscar Domínguez
Por Óscar Domínguez
Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
26 de abril de 2018

Óscar Domínguez Giraldo

Antes de cogerle el ruedo al sueño suelo darle el besito de las buenas noches a “La alegría de leer”, tomo primero, de don Evangelista Quintana.

Con su jurásico método muchos aprendimos a “maridar” vocales y consonantes. Lo tengo en la reedición que sacó Voluntad en 1968.

De los 7.550 millones de sujetos (dato Naciones Unidas) que contaminamos lo que queda del medio ambiente, soy de los poquísimos que tienen en su poder tres arcaicos best-sellers: el libro de don Evangelista y misiá Susana, su mujer, el catecismo del padre Astete y la Urbanidad de Carreño.

Esta la encuentran en varios Pabellones de la Feria Internacional del Libro de Bogotá que va palo arriba. A Quintana y Astete búsquenlos en el espejo retrovisor de sus nostalgias. O en las librerías “ágachese” fer las ciudades.

La trilogía encaja a la perfección en la definición de clásicos: libros de los que muchos hablan… aún sin haberlos leído.

 

La Urbanidad es de los mejores libros de humor que conozco. Es un híbrido de goticas de moral con educación cívica, cartilla de autoayuda, ingenuidad, ternura, regaños a los depredadores de las buenas maneras. Todo adobado con un léxico que paraliaría a una Boa constrictor.

El título del libro es tan largo que si lo escribo completo se me enguye buena parte de la columna y tendría que compartir honorarios con sus descendientes venezolanos que deben estar padeciendo millones y “millonas” de vejámenes por cuenta del vecino Maduro.

Un mínimo ejemplo: Don Manuel Antonio se sale del cuero al despotricar de los voyeristas que se atreven a mirar a hurtadillas en el interior de las casas en busca de unos cucos mal puestos. Mejor si no están puestos.

El catecismo de Astete es otra deliciosa reliquia. Los sofisticados pecados que comete el “bobo sapiens” de niternet, no figuran en sus páginas, “ergo” todos estamos salvados.

La moda era aprendérselo de memoria. Soy de esos memoriosos Funes con diploma duchos en Astete. Del catecismo podría decirse que lo importante no es saberlo, sino haberlo olvidado. O mejor, practicarlo.

Con el perdón de los sabios de la parroquia, siempre he creído que Colombia se jodió cuando archivó la cartilla del jesuita Gaspar, colega ensotanado del papa Francisco.

Pero la joya de la corona, por supuesto, es La alegría de leer. No solo tiene que ver con la lectura, sino con esas patrias chicas que son la niñez y la nostalgia.

Para mí, aprender a escribir “el enano bebe” fue como la caída del caballo para San Pablo. Ahí empezó todo para este anárquico lector. Por eso le doy el besito de las buenas noches y me acuesto. El Tiempo.