28 de marzo de 2024

Donde, sabaleta, sintaxis, a-ha

Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
17 de abril de 2018
Por Efraim Osorio
Por Efraim Osorio
Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
17 de abril de 2018

Quisquillas de alguna importancia

efraim osorio

Por la desinencia, considero que es el diminutivo de ‘sábalo’.

“¿A dónde bueno?” y “¿de dónde bueno?” son dos locuciones interrogativas antiquísimas, que expresan el deseo de saber ‘a qué lugar’ se dirige el interrogado, en la primera, y, en la segunda, ‘de qué lugar viene’. Lógicamente, porque ‘donde’ (‘dónde’, interrogativo) es un adverbio (relativo) de lugar, cuyo oficio es establecer la relación del sitio con una acción, por ejemplo, “ésa es la plaza en donde se realizó la manifestación”, no el ‘tiempo’ en el que se llevó a cabo, pues para esto existe el adverbio de tiempo ‘cuando’. Este empleo equivocado, como ya lo he señalado, es más común de lo aceptable. La columnista de El Tiempo Cecilia López Montaño se sumó a la interminable lista de los que caen en esta corruptela con la siguiente frase: “En estos momentos donde el partido liberal…” (22/3/2018). “En estos momentos cuando…” es la construcción castiza, porque ‘momento’, de Perogrullo, es “una porción de tiempo muy breve”. En plural se refiere a “un tiempo de extensión indeterminada en que ocurre o se hace cierta cosa”, acepción aplicable en la frase glosada, lo que también se puede expresar con el singular, verbigracia, “es un momento difícil en la vida de los adolescentes”. Nota: ‘Donde’ hace también las veces de preposición, con el significado de ‘en casa de’, ‘en el lugar de’, por ejemplo, “estuvimos donde Carlos”, “fuimos donde el médico”. ***

El nombre ‘sabaleta’ no se encuentra en los diccionarios regulares. Lo encontré en la enciclopedia Uteha con esta definición: “En América, se da este nombre a varios peces parecidos al sábalo, pero más pequeños”. Por esto, mejor, por la desinencia, considero que es el diminutivo de ‘sábalo’. La ‘sabaleta’ fue el pez de mi infancia, el primero que conocí, porque el San Eugenio es el río de Santa Rosa de Cabal, mi pueblo natal. Su color, digo, el de las sabaletas, es plateado: las vi nadando contra la corriente, y, en las caídas de agua por los desniveles del río, saltando fuera del agua para remontarlas. ¡Espectáculo inolvidable! Recordé esto cuando leí la siguiente frase de una caricatura de Ricky: “Déjelo… la zabaleta muere por la boca” (LA PATRIA, 4/4/2018). Se refería el caricaturista al personajillo aquel que agredió verbalmente a una patrullera porque ésta le ‘dedicó’ un comparendo. Su apellido, Zabaleta; su nombre, no lo recuerdo. Pero este dato lo desconocen algunos lectores del periódico, por lo que el dibujante debió idear algo para que explicitar su intención y el porqué de la grafía ‘zabaleta’. Es mi opinión. ***

Algunas frases subordinadas y los complementos del verbo en la oración gramatical deben ir precedidos de la respectiva preposición o de otro elemento gramatical que los caracterice. Es muy común su omisión en construcciones como la siguiente: “….las asociaciones de guías turísticas y otras que no recuerdo su nombre…” (LA PATRIA, Pedro Felipe Hoyos K., 4/4/3018). En ésta, su redactor omitió el pronombre relativo (posesivo) ‘cuyo’ o el pronombre relativo compuesto ‘las cuales’, necesarios en esa frase subordinada para su sintaxis, así: “…y otras cuyo nombre no recuerdo” o “…y otras, de las cuales  (o ‘de las que’) no recuerdo su nombre”. Lo que sí recuerdo es la primera frase de la novela inmortal de Cervantes: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…”. ***

La siguiente pregunta la formuló el columnista Flavio Restrepo Gómez cuando supo que el candidato presidencial Iván Duque era propietario de un apartamento en Miami: “¿Si fuera cierto que lo compró, que ha eso tiene derecho, lo tiene declarado…?” (LA PATRIA, 5/3/2018). Pero la formuló con tan mala suerte, que se le coló una hache, que convierte la preposición ‘a’ (la apropiada en la frase) en una inflexión del verbo haber. Pudo ser un error de digitación, pero así quedó impreso por los siglos…

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