29 de marzo de 2024

Una amenaza a la democracia

7 de marzo de 2018
Por Jesús Helí Giraldo Giraldo
Por Jesús Helí Giraldo Giraldo
7 de marzo de 2018

Por Jesús Helí Giraldo Giraldo

La reelección indefinida de congresistas representa la amenaza más grande a la democracia. Una serie de «reyezuelos» en cada provincia cierran el paso a las nuevas generaciones que aspiran a llegar al parlamento, o a cargos importantes para aplicar sus conocimientos y su formación profesional, académica o simplemente sus capacidades personales. Además, esos reyezuelos, usurpan para sí mimos, sus familiares, amigos y sus electores los cargos públicos, contratos, becas estudiantiles y toda una serie de privilegios que no llegan a los demás a pesar de tener iguales derechos.

Los padres de familia ven con tristeza cómo sus hijos al terminar sus estudios en la universidad, la mayoría de las veces con grandes sacrificios económicos, se enfrentan a una frustración mayor al no poder conseguir trabajo porque no hacen parte de la lista de los que siempre han ostentado el poder y se adueñaron de los presupuestos regionales, de los cargos públicos y de los contratos.

Los jóvenes recién graduados cuyas familias no hacen parte de las “roscas políticas regionales” o no han estado sometidos al yugo político de “los mismos con las mismas” tienen que emigrar generalmente a otros países a entregar sus conocimientos, y la energía que el país ha gastado, al desarrollo extranjero. Esto cuando la buena suerte los acompaña porque casi siempre tienen que ir a ocuparse en oficios muy diferentes a su formación universitaria o engrosar las filas de los desempleados. ¿Para qué entonces, tanta inversión y esfuerzos?

Mientras tanto los políticos que saborean su curul parlamentaria, con algunas respetables excepciones, siguen haciendo de ella una empresa reeleccionista, descuidando el interés nacional y el de sus propias regiones y acudiendo a las peores prácticas de la corrupción pública en la cual involucran a contratistas, empleados y empresarios que han sido cobijados con su manto protector por lo cual están obligados a responder a la generosidad de su padrino político si quieren seguir disfrutando de sus beneficios.

No es buena la reelección indefinida porque además, desconoce el derecho de otros políticos de su redil  a llegar también al parlamento, después de ayudar a la elección de un miembro del equipo, lo justo que se le dé oportunidad a otros que siguen en fila. Tampoco es buena porque desaprovecha la inteligencia y experiencia parlamentaria para ser utilizada en otras actividades en beneficio nacional a nivel empresarial o académico, así el personaje podría mostrar al final de su vida múltiples realizaciones y no sólo su perfil parlamentario.

La reelección indefinida nunca ha sido buena para ningún Estado, además se confunde con la usurpación de poder y la exclusión, por tanto debe pensarse nacionalmente en la forma de eliminarla y más bien reglamentar las elecciones para que se vuelvan más incluyente y den la oportunidad a tantos cerebros que hay esperando la oportunidad de poner sus conocimientos al mejoramiento y renovación del país en todos sus órdenes.

Bogotá, 07 de marzo 2018