29 de marzo de 2024

¡»Reglamentado» el crimen

16 de marzo de 2018
Por Mario García Isaza
Por Mario García Isaza
16 de marzo de 2018

Pbro. Mario García Isaza  

mario garciaAbsorbidos por el interés y por el torrente de información provocados por el certamen electoral del 11 de marzo, creo que los colombianos no nos percatamos de una noticia que representa un hecho de incalculable gravedad en la historia de perversión que vive Colombia; más que un paso, un verdadero salto en el camino hacia el abismo por el que nos van llevando. El ministro de salud y protección social, atendiendo la “orden” perversa de una Corte que se cree dueña de la vida y se arroga funciones que no le corresponden, reglamentó ya la forma y los casos en que los médicos y las instituciones de salud pueden y deben asesinar a niños y adolescentes gravemente enfermos. Ya sé que habrá muchos que al leer lo anterior dirán que utilizo un lenguaje tremendista; nos hemos acostumbrado, por desgracia y cobardemente, a los eufemismos, a los circunloquios que evitan llamar las cosas por su nombre. Invito a  leer, simplemente, la definición que del verbo asesinar trae cualquier diccionario, y a descubrir cómo ella se ajusta exactamente a lo que es la eutanasia.

No valieron, ¡qué iban a valer! ,  las voces que, por miles, se alzaron contra la pretensión de legalizar ese crimen; ni los varios derechos de petición que sé le llegaron al ministro; ni siquiera el llamado que la Conferencia episcopal de Colombia le formuló explícitamente al gobierno para que recapacitara e impidiera la emisión de esa medida, que va en absoluta contravía de su función constitucional  de salvaguardar los derechos fundamentales y de proteger la vida de los colombianos. Un gobierno que premia con la total impunidad y con canonjías y prebendas políticas a quienes han segado miles de vidas, nada tiene de extraño que ahora firme la autorización para segar la existencia de los niños cuyos dolores y sufrimientos le resultaría muy costoso aliviar con los recursos que le ciencia hoy brinda. Todo ese clamor fue desoído, todo se lo llevó por delante la soberbia atea de quien no reconoce la existencia de un Dios que es el único dueño de la vida. Hay, en los razonamientos con que se motiva la siniestra resolución del ministerio, algo que nadie podría entender. La constitución sólo otorga el derecho a votar después de los dieciocho años; se considera que antes de esa edad el joven no tiene la capacidad de discernimiento necesaria para intervenir responsablemente, con su sufragio, en unas elecciones… ¡pero sí le atribuye a un niño de 12-14 años de edad la capacidad para decidir si quiere o no quiere vivir  Y a uno de 14 a 17 años para pedir que lo maten, incluso sin el parecer de sus padres ¿Habrase visto algo más absurdo?

¿Nos quedaremos callados, no nos rebelaremos contra esta iniquidad? Es cierto, ya sabemos que a este gobierno le importa una higa nuestra protesta, ya está visto que nada ni nadie lo detendrá en su empeño por arrasar los valores cristianos, destruir los cimientos morales de nuestra sociedad y desconocer la ley de Dios. Pero aun así, yo creo que deberíamos convocar un movimiento masivo de protesta, y no hacernos merecedores de la amonestación bíblica actuando como perros mudos, incapaces de ladrar (Is., 56,10).