28 de marzo de 2024

Juego de tiranos y déspotas

Comunicador Social-Periodista. Especialista en Producción Audiovisual. Profesor universitario, investigador social y columnista de opinión en diferentes medios de comunicación.
23 de febrero de 2018
Por Carlos Alberto Ospina M.
Por Carlos Alberto Ospina M.
Comunicador Social-Periodista. Especialista en Producción Audiovisual. Profesor universitario, investigador social y columnista de opinión en diferentes medios de comunicación.
23 de febrero de 2018

Por Carlos Alberto Ospina M.

La falsedad es el cordón umbilical que alimenta los procesos revolucionarios y las acciones violentas de los precursores del supuesto cambio en la estructura del Estado. Los agitadores en decadencia tratan de argumentar cualquier tipo de torpeza e irrupción en el orden social tras el hilo de la modernidad y la inclusión. ¡Patrañas! Nadie que defienda la justicia puede utilizar a la sociedad civil de carnada, de carne de cañón o alegar que se trata de las “irremediables bajas colaterales a causa del conflicto”. Las desmedidas ambiciones con miras a la toma del poder no reconocen la ética ni la lealtad a los principios, y mucho menos, el beneficio general por encima del ego de individuos acostumbrados a deformar la realidad en función de los intereses personales. Por eso, el discurso no supera los lugares comunes, el efectismo, el rencor y la lucha de clases. “A los ricos les quitaré todo” para repartir entre unos cuantos y sacar la mejor tajada para el selecto séquito de aduladores. El tirano y el déspota son siameses inseparables que comparten algo más que los órganos vitales. A ellos los enlaza, las vísceras del engaño y la epidermis de la inequidad.

Transcurridos más de tres lustros del siglo XXI la sociedad actual sigue padeciendo el síndrome del ‘rey soberano’, τύραννος [týrannos], del griego antiguo. La demagogia, el retracto del pacto nacional, el populismo, la corrupción política y el desprecio por el otro, se mezclan en un peligroso coctel explosivo, tan rechazado, como estimulado por el pueblo. Parte de la base popular se moviliza impulsada por el fiambre envuelto en hoja de plátano, la oportunidad de deshago, el ocio, la esquizofrenia social o la promesa de expropiar la casa más grande de la parroquia. “Con o sin permiso nos vemos en Carabobo norte en Medellín. Medellín es democrática y pluralista”. (El jueves 22 de febrero, Gustavo Petro, a través de Twitter desafío a la Alcaldía de la capital antioqueña). Éste instigador profesional invoca el derecho fundamental a la reunión proselitista supuestamente amparado en la constitución de 1991, ocultando el incumplimiento de las normas de seguridad humana, la póliza de responsabilidad civil extracontractual, la matriz de riesgos, los planos, el uso del espacio público, etc. El Diccionario de la Real Academia define, politiquería, como: hacer política de intrigas y bajezas.

“Las ideologías terminan mal, no sirven. Las ideologías tienen una relación o incompleta o enferma o mala con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo…Piensa por el pueblo, no dejan pensar al pueblo”. Papa Francisco.

En este momento no se trata de impulsar al líder más inteligente y “querido” por los ciudadanos. Ahora, la movilización está inducida por el lenguaje del odio a través de las diferentes expresiones de violencia física y verbal como el medio para alcanzar los cargos de representación popular; es decir, consiste en una táctica proyectada, mimetizada y desafiante del orden. Al estilo de los medicamentos de liberación prolongada se busca la absorción de la inconformidad general para, lentamente, soltar dosis de populismo y porciones contundentes de usurpación. Es allí donde reside el éxito de unos, apuntaría, la estupidez del auditorio.

Razón tuvo Sor Juana Inés de la Cruz al preguntar, hace 4 siglos, en temas relacionados con la necedad del hombre: “¿Cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?”. La contradicción es connatural al espectro político y a la idiosincrasia colombiana. La izquierda se alía con la burguesía de mentalidad mediocre, la derecha implora la gracia divina, los grupos de colectivos pactan la exposición mediática fashion and beauty, los amnistiados juegan a dos bandas, los asesinos hablan de moral y respeto a la vida, los lavadores de activos se hacen llamar “los jinetes del ahorro”, los paramilitares y la guerrilla realizan sinergias con los mexicanos, los defensores de animales tienen una dieta a base de carne, los violadores de niños y mujeres consiguen curules directas en el congreso, los genocidas disfrutan del aval presidencial, los lanzadores de huevos reciben el adjetivo de delincuentes por parte del ministro Guillermo Rivera Flórez, el pluralismo se fusiona con el mejor postor y los conglomerados económicos activan el patrocinio de las campañas políticas a la espera de las billonarias retribuciones; en definitiva, se sobrentiende que esas garantías rebasan el Estado social de derecho.

Surge la reacción en cascada a manera de preguntas con contestaciones implícitas: ¿Cartel en las Altas Cortes o togas inmerecidas?, ¿Acuerdo o pacto de trúhanes?, ¿Negociación de penas o impunidad con beneficios millonarios?, ¿Función social de los medios de comunicación o enriquecimiento ilícito?, ¿Entrega de la totalidad de bienes de las Farc o libranza a favor de los malhechores?, ¿Mujeres ultrajadas, violadas e indignadas sin reparación integral a la luz del Derecho internacional humanitario o disimulada censura?, ¿Amnesia de alias “Romaña” o vil asesinato del abogado Enrique Márquez Díaz?, ¿Falla del sistema de interceptaciones o dilación proselitista?; entre otros interrogantes, en la carrera por el premio Guinness World Records a la mejor agenda oculta.

No observo transparencia en la masa de candidatos a cargos de elección popular, incluyendo varios aspirantes a la Presidencia de la República. La mayoría silenciosa piensa en alguna forma de esclavitud, sometimiento, venganza, provecho propio y calculada trampa. Hasta los solapados que interceden por el apaciguamiento y el perdón, se transforman en jefes despóticos. Estiran la mano y ponen la zancadilla. ¿Alguien habla a destajo de libertad moral?, No. Sería entrar en las huestes de la consciencia colectiva e individual. Esto significa jugar a carta cabal, franca e limpiamente.

 

Enfoque crítico – pie de página. Parafraseando a Sor Juana Inés de la Cruz:

“…Bien con muchas armas fundo

que lidia vuestra arrogancia,

pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo”.

(Juana de Asbaje y Ramírez, Tepetlixpa- México, 1651 -1695)