28 de marzo de 2024

¿Hasta cuándo seguiremos con las malas costumbres?

6 de febrero de 2018
Por Clara Inés Chaves Romero
Por Clara Inés Chaves Romero
6 de febrero de 2018

Por: Clara Inés Chaves R (*)

Es asombrosa la mala fe de algunos con la que tratan de cambiar el significado a los términos, solo para ganar votos o adeptos, y seguir desinformando tal como lo hicieron en el 2016 donde de manera dolosa tergiversaron los acuerdos de paz a fin de obtener un gran botín electoral

En noticias recientes uno de los candidatos presidenciales califico de “comunista” la alianza liberal De la Calle- con Clara López.

Si transcribimos el significado de comunismo, este dice: “El comunismo es un movimiento político que promueve la formación de una sociedad sin clases sociales, donde los medios de producción sean de propiedad común. Esto implica que la propiedad privada de dichos medios no existiría, lo que llevaría el poder a la clase trabajadora”, nos damos cuenta que está lejos de la realidad de la plataforma política de De la Calle.

Si revisamos los temas y el programa de gobierno del candidato liberal, este se caracteriza por una plataforma liberal en su ideología y en su economía, con lo cual la propiedad privada es el centro de importancia a preservar, en la cual los empresarios en general, son actores importantes en la reconstrucción del país y en el posconflicto.

Esta alianza De la Calle- López, pregona por una justicia social, en un país donde todos quepamos, y tengamos mejor oportunidades y calidad de vida.

El pretender acortar la brecha social en la que vivimos como una manera de profundizar en la paz, no significa en absoluto que sea un asunto relacionado con el comunismo; por el contrario, es la base del desarrollo y el fortalecimiento de la democracia y de sus instituciones.

La lucha contra la pobreza tiene una relación directa con la paz, pues un país desigual y sin oportunidades es el caldo de cultivo para los violentos.

Sin pretender entrar en la alta política, lo que si debemos tener cuidado es no caer en la desinformación y en el populismo, pues estos dos males son la tumba de la democracia y de la libertad.

No podemos seguir asustando a la gente con el fantasma del  comunismo, en un país que siempre se ha caracterizado por ser de derecha.

El comunismo en Colombia en el siglo pasado, fue un chiste, comenzando porque no fue ni siquiera un partido político, sino un movimiento político, y no tuvieron una verdadera  plataforma electoral e ideológica, como la que sí existió en otros países como por ejemplo en la antigua Unión Soviética.

Lo que debemos es educar políticamente a los colombianos, y presentarles verdaderos proyectos y programas de gobierno, serios, progresistas, sin populismo, a fin de que el pueblo escoja de manera inteligente el candidato de su preferencia teniendo en cuenta su plataforma política y su viabilidad; y no continuar con las estrategias amañadas de los caciques de siglos pasados, en las que vendían y compraban el voto al mejor postor, a cambio de promesas o de un tamal.

Estas conductas lo único que nos hace parecer ante la sociedad y la comunidad internacional como atrasados en una república bananaera, y no en el siglo XXI con los retos que le impone la modernidad, y los desafíos que como país debemos de tener de acuerdo a nuestra propias necesidades, idiosincrasia y cultura.

No podemos seguir destrozando al país y a la democracia de esta manera. La política debe de hacerme de una manera limpia. Los políticos deben de ser congruentes entre lo que dicen y lo que hacen. Pues critican a los caciques y gamonales de pueblo, y son peor que ellos.

Debemos de concentrarnos en lo fundamental, y no parecernos a las campañas presidenciales de los estadunidenses y menos aún de la mala herencia Trump en donde venden el alma al diablo con tal de llegar al poder.

(*) Ex diplomática