29 de marzo de 2024

Comunidades indígenas Embera de Pueblo Rico y Mistrató se comprometen a no practicar la mutilación

9 de febrero de 2018
9 de febrero de 2018

No hay registros precisos sobre el número de niñas y mujeres a las que se les ha realizado la mutilación genital femenina en el país.

Imagen Sputnik Mundo

Bogotá, 08 de febrero de 2018 – Desde el 2012, comunidades indígenas Embera de los municipios de Pueblo Rico y Mistrató en Risaralda y de Trujillo en el Valle del Cauca han declarado públicamente su compromiso de trabajar en el abandono de la mutilación genital femenina, bajo el concepto de que la “cultura debe generar vida y no muerte”.

En consecuencia se han coordinado procesos e iniciativas de carácter interinstitucional y con las autoridades indígenas para la sensibilización y reflexión acerca de las consecuencias y el daño que esta práctica produce sobre la salud y la vida de las niñas y mujeres indígenas.

Dentro de estos procesos de reflexión, las comunidades indígenas Embera han concluido que la mutilación genital femenina no es propia de la cultura de su pueblo, sino una práctica aprendida que ha pasado de generación en generación bajo creencias erróneas sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres. Por eso, para su erradicación se deben concentrar acciones para hacer conciencia sobre el daño que causa, generar un cambio sobre las creencias que hay alrededor de ella, y cualquier otra práctica o tradición que ponga en una situación de desigualdad a las mujeres o vulnere sus derechos.

Una meta por alcanzar para el 2030

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible incluye el objetivo de “lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y de las niñas”, el cual contempla dentro de sus indicadores “eliminar las prácticas nocivas como el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina”.

Colombia, como uno de los países comprometidos con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), dirige sus acciones para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y en esa medida tiene como prioridad poner fin a la mutilación genital femenina.

Es necesario continuar con el compromiso decidido y la acción inmediata de todas las autoridades de orden nacional y local para visibilizar la mutilación genital femenina, y así generar un cambio sobre las creencias que hay alrededor de ella, hacer conciencia sobre el daño que causa, y apoyar la decisión del pueblo Embera de poner fin a ésta práctica.

Colombia, único país de Latinoamérica donde se presenta esta práctica, la cual según estimaciones ha afectado a 200 millones de mujeres y niñas en el mundo.

El Ministerio de Salud y Protección Social, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Gobernación de Risaralda, su Secretaría de Salud y el Fondo de Población de las Naciones Unidas en Colombia (UNFPA) hacen un llamado a la acción colectiva y coordinada para poner fin a este flagelo en Colombia.

La mutilación genital femenina o ablación no solo es una práctica nociva con graves afectaciones a la salud y la vida de las niñas y mujeres, sino que es una vulneración de sus derechos humanos.

Esta se registra en 30 países del mundo, entre ellos Colombia, como una manifestación de la desigualdad de género por diferentes razones; en algunos casos es un requisito para el matrimonio y en otros se considera un rito para pasar de la pubertad a la adultez.

En nuestro país, a través de un trabajo de reflexión conjunta y coordinado con las comunidades indígenas, se han identificado posibles mitos por los que se realiza la mutilación genital femenina, como evitar el alargamiento del clítoris como un pene, que las mujeres sean infieles y otros relacionadas con el comportamiento sexual.

Hoy la mutilación genital femenina se sigue realizando con el agravante de que no existen registros precisos sobre el número de niñas y mujeres afectadas, ni precisión sobre los lugares donde se realiza, ya que los casos que se conocen son aquellos que causan algún tipo de infección o muerte.