29 de marzo de 2024

El rescate del clásico… O final cardíaco.

Por Esteban Jaramillo
11 de diciembre de 2017
Por Esteban Jaramillo
11 de diciembre de 2017

Por Esteban Jaramillo Osorio.

Llegaron Millonarios y Santa Fe a la final por la seriedad de su trabajo. Porque no se confundieron con las compras ostentosas de los rivales,  le dieron firmeza a sus proyectos y se aislaron de escándalos. Porque prefirieron la eficiencia sobre la estética y fueron inmunes frente a los favoritismos desbordados que originaron los medios, tentados por la creencia de que las chequeras siempre fabrican campeones. Dinero sin ideas es fracaso.

Santa Fe por sus convicciones, por su circulo íntimo al que le dio salud. Por su vestuario. Por el liderazgo de Cesar Pastrana, siempre valorado, y el aporte serio de Gregorio Pérez que identificó su estilo y encontró  interpretes, sin figuras. Si hasta Daniel Roa, un gregario, regaló un golazo delicioso y decisivo, para el deleite de su hinchada en el acceso a la final. Por la “ bendición de la pelota quieta”, a la que le apuestan todos y que siempre es un refugio. Porque no se dejó arrastrar por el vedetismo. Por su rabiosa táctica destructiva,  con pocos desmayos.

Millonarios con ambiciones consolidadas y paso firme. Porque sus jugadores no se dejaron enceguecer por el relumbrón de los  flashes y no se creyeron estrellas. Equipo humilde. Porque las debilidades en marca las sobrellevó con elaboración de juego, sin un creativo clásico y sus victorias no fueron episodios aislados sino la consecuencia de la continuidad con crecimiento. Por su presidente Camacho. Por Miguel  Russo  que apostó a la cantera y mezclo jóvenes valores con expertos y veteranos, para conectar líneas con pases y evitar sufrimientos.

Final apasionante.

Santa Fe con sus rasgos, que lo identifican: Presión y resguardo en el control de los espacios. Millonarios con movimientos calculados desde control de la pelota.

Ambos, con ritmo sostenido. Sin dar tregua. Con  hinchadas en vehemente fidelidad que maduran título.

El reencuentro  de los viejos clásicos que el marketing transformó con el tiempo, en duelos pasionales  y regionales, con desbordes  volcánicos de los inadaptados.

Final con dos sólidos equipos, que supieron en su momento arremangarse y reconstruirse. Choque de trenes sin perfume. Las estrellas cotizadas  en el mercado hace rato se marcharon, pero quedaron obreros que saben de sudores, de entrega y sacrificio. Final inédita, cardíaca y sin pronósticos.