29 de marzo de 2024

El padre Daniel María López

6 de diciembre de 2017
Por José Miguel Alzate
Por José Miguel Alzate
6 de diciembre de 2017

Por JOSE MIGUEL ALZATE

jose miguel alzateUna conferencia dictada en el auditorio de la Cámara de Comercio por el presidente de la Academia Caldense de Historia, Angel María Ocampo Cardona,  motiva esta nota sobre la personalidad del padre Daniel María López, un sacerdote que dejó huella en el oriente de Caldas. Nacido en la vereda Pantanillo, en el municipio de La Ceja, el 17 de enero de 1865, en el seno de una familia campesina, este clérigo que aparece como el fundador de Florencia, corregimiento de Samaná, pasó casi toda su existencia en esta región, sirviéndole a la comunidad. En este pueblo celebró su primera misa, y gracias a su amistad con Antonio José Restrepo, el famoso “Ñito”, logró que el entonces Corregimiento de San Agustín fuera elevado a la categoría de municipio.

Daniel María López nació en un hogar humilde. Hijo de Clemente López y María Lina Rodríguez, a temprana edad se sintió atraído por la vocación sacerdotal. Tenía apenas siete años de edad cuando sus padres se trasladaron a vivir a una vereda de Pensilvania. La familia se instaló “en la parte nordeste del caserío, a tres cuadras de la primera capilla,”. Allí Don Clemente instaló un pequeño taller de cerrajería. Doña María Lina, mientras tanto, se dedicaba a las labores del hogar. El niño Daniel María le ayudaba en las labores de la fragua. Semanalmente iba hasta Pensilvania para vender las herraduras y herramientas agrícolas que su padre fabricaba. No demostraba mucho interés por el trabajo en el taller de su padre.

En el libro “Vida de un apóstol desconocido”, una extensa biografía sobre el padre Daniel María López escrita por el Hermano Cristiano Estanislao Luis, se dice que de joven al sacerdote que años después recorrió todo el oriente predicando la palabra divina le tocaba salir de la vereda, por un camino fangoso, para recibir clases en la escuela. Lo hacía sin mirar los esfuerzos para llegar al salón de clase. Tenía ya en la mente la idea de servirle a los demás. Desde niño empezó a  demostrar una rara predilección por la aventuras de la selva. Le encantaba la caza, la pesca y el laboreo de las minas. Su deporte preferido era nadar. Posiblemente en el ejercicio de estas actividades encontró el aliciente para recorrer, a pie, todo el oriente de Caldas.

El 12 de enero de 1886 fue un día grande en la vida del joven Daniel María López. Faltándole apenas cinco días para cumplir los 21 años de edad se le hizo realidad el sueño de ingresar al seminario. Como la familia no contaba con los recursos económicos para costearle los estudios un señor de nombre Gonzalo Correa, enterado de los deseos del muchacho por ingresar a la vida sacerdotal, le consiguió una beca para estudiar en el seminario de Medellín. “Desde su ingreso llamó la atención de los superiores y profesores la viveza de su ingenio, la claridad de su inteligencia, la seriedad y consagración a los estudios y, más que todo, su espíritu profundamente sencillo y piadoso”, dice el Hermano Estanislao Luis en su libro.

Daniel María López fue ordenado sacerdote el 8 de noviembre de 1896. Monseñor Joaquín Pardo Vergara, Obispo de la Diócesis de Medellín, fue el encargado de la ceremonia de consagración. Después de la celebración, en la iglesia de San Agustín,  de su primera misa,  le colabora al padre José Antonio Restrepo en las labores de la iglesia. Así empieza a tener contacto con las gentes humildes, con los campesinos desposeídos, con las señoras creyentes. Empieza a demostrar su liderazgo. Y se dedica a recorrer toda la zona rural de la parroquia. En cada vereda conquista corazones para su causa, ayuda a construir puentes, abre caminos a punta de machete, enseña la doctrina cristiana. Su biógrafo dice que recorrió las tierras del oriente sin más brújula que su ingenio.

La leyendas que en todo el oriente de Caldas se tejieron sobre el padre Daniel María López se han ido acrecentando con el tiempo. La gente dice que ha hecho milagros. En Pensilvania, Samaná, Florencia, Berlín y San Diego se cuentan historias que uno escucha asombrado. Se dice que cuando llegó al corregimiento de Florencia se encontró, una tarde, con un grupo de campesinos que intentaban mover una roca inmensa; los enviones que hacían eran fallidos. Entonces llegó el sacerdote y, empujándola con sus dos manos, logró moverla. Desde ese día las leyendas sobre sus poderes fueron aumentando. Daniel María López entregó su vida al servicio de los demás, desarrollando un verdadero apostolado en las parroquias donde ejerció su ministerio sacerdotal.