28 de marzo de 2024

Brechas del salario mínimo

8 de diciembre de 2017
Por Rubén Darío Barrientos
Por Rubén Darío Barrientos
8 de diciembre de 2017

Largo & Ancho 

Por Rubén Darío Barrientos G.

Si hay algo tedioso en diciembre, son las discusiones sobre el salario mínimo. Todos los años la misma jartera: unos argumentan y otros contra-argumentan; unos piden y otros niegan; unos se anchan y otros se encogen. Esta vez la brecha entre las propuestas de los sindicatos y los empresarios es de al menos 6 puntos porcentuales, desde luego un tanto inferior a otras que ha habido. Resulta que la postura de las centrales obreras es la de que el salario mínimo debería incrementarse en Colombia entre el 10 y el 12% (lo primero, expuesto por la Cgt y lo segundo, por la Cut), la de la Anif es de un alza del 4,5% y la de los empresarios es la de un 4 o 4,1% de ajuste. Es claro que dicho aumento en este país, no pesca dos dígitos por nada de la vida.

Primero se discute la materia en subcomisiones, se mecen aspectos incidentes como la productividad y la inflación (pura botada de corriente) y luego se va a la mesa de negociación. Las centrales obreras se mantienen en la tesis cacareada de que el mínimo ha perdido su capacidad adquisitiva frente a la canasta familiar. Y los empresarios, replican, diciendo retóricamente que la coyuntura del país es difícil por el momento económico que se vive. No hay, pues, punto de encuentro en las curvas. Solo brechas… Los académicos estiman que el riesgo de trepar el salario mínimo desmotiva el empleo y puede taponar el crecimiento de los demás sueldos, causando que la demanda interna no se vea beneficiada.

La Anif, entretanto, mete cucharada y hace saber que el aumento del salario mínimo legal mensual vigente no debería exceder de 4,5%. Y como una auténtica novedad, el Banco de la República ha recomendado la posibilidad de que en Colombia haya un salario mínimo diferenciado por regiones, en donde las ciudades más productivas deberían tener un salario mínimo superior. No sobra advertir que el número de ocupados del país que devengan el salario mínimo es de 1,7 millones, cuando todos pensábamos que era superior la cifra. Y la Andi, en cabeza de Mac Master, emplea terminología repetida y que quede bien con el sector de los empresarios: “hemos hecho un llamado a las centrales obreras para que presenten sus ofertas que permitan producir un ejercicio que conduzca a que podamos construir equidad”.

Ahora emergió una tesis nueva de las centrales obreras (Cut) y que apunta a que debe cambiarse la época de la discusión del salario mínimo, pues cuando se abre la mesa de negociaciones no se tienen las cifras económicas consolidadas sino solo proyecciones que no siempre, terminan cumpliéndose. Por ahora, no se define la solicitud.

De contera, en ese galimatías de opiniones, aparece la de Fenalco (Guillermo Botero), quien dice que se debe tener en cuenta el aumento que tuvo el Iva. Algunos, anestésicamente llaman este primer tramo de negociaciones de diez días, como el “pulso”. Pues bien, el último ajuste fue del 7% y se cree que en la primera fase de negociaciones, que finaliza el 15 de diciembre, no habrá humo blanco. Queda un tiempo ancho de reposición, hasta el 30 de diciembre. Si no, chao pescao, puro decreto. De las últimas tres décadas, gobierno, empresarios y centrales obreras, solo se han puesto de acuerdo en cinco ocasiones.

Lenguajes diferentes, temores distintos y orillas que divergen. Por eso se habla de un sainete, repetido y siempre nuevo. Más de lo mismo. Radiografías de funcionarios que asisten, Ministra de Trabajo a bordo, cronogramas, fraseologías económicas inalterables, posiciones inviolables, cifras de productividad, datos de inflación, televisión, radio y prensa. Todo un amasijo aburridor y largo. Lo siento por mi amigo Alberto Echavarría (tambor mayor de la Andi y de los gremios de producción) quien lleva muchísimos diciembres metido en ese berenjenal, privándose de estar con los suyos comiendo natilla y buñuelos y oyendo villancicos.

La brecha actual de la mesa, pronostica decreto. Esperemos estar equivocados.

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