28 de marzo de 2024

Iglesia y política

9 de noviembre de 2017
Por César Montoya Ocampo
Por César Montoya Ocampo
9 de noviembre de 2017

cesar montoya

La Iglesia Católica, en el siglo pasado, vociferó contra el Partido Liberal. Esta colectividad era mirada por los curas como emanación maldita de los antros infernales y sus seguidores recibían látigo en  todos los púlpitos de Colombia. Ser liberal para esos predicadores era una afrenta a Dios y sus  militantes, en la otra vida,  debían terminar sumergidos en las coladas pestíferas del averno.

En 1.931, el clero alertó : “El sistema liberal cargará siempre con el anatema y maldición fulminada  por la Cátedra de San Pedro que pesará sobre él y jamás dejará de ser  pecado la cooperación al mínimo ya sea directa o indirectamente”.

Estuvo  a cargo del Obispo de la diócesis de  Santa Rosa de Osos, Miguel Ángel Builes la cátedra explosiva. Manejaba una literatura troglodita, de pólvora y azufre, contra los indefensos liberales. Atronaba en el púlpito con descargas eléctricas, detestaba el color bermejo y se desencajaba cuando –energúmeno- promovía  balaceras retóricas. Suyas son estas detonantes palabras : “…. no se  puede ser liberal y católico a la vez…”.

Sobre el  fatídico 9 de abril, cuando fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán,  Builes expresó : “¿ Quiénes fueron los autores  de tantos y tan grandes males? ¿Los conservadores? No. ¿Los comunistas solos? No. Queremos y es nuestro deber hablar claro : el comunismo planeó y organizó los horrendos desafueros, pero no estuvo solo: el verdadero autor de la hecatombe  es el liberalismo colombiano, vestido de comunismo…”.

uweremos y esnuestro deber La más alta jerarquía obispal, con irresponsabilidad incalificable,  desorientó a los conservadores en las elecciones que en 1.930 ganó Enrique Olaya Herrera. Escribe Silvio Villegas : “El fenómeno más impresionante  de esta época fue la división del clero colombiano entre vasquistas y valencistas. A pesar de que Valencia fue un apologista de la Iglesia, la jerarquía eclesiástica lo miró muchas veces  con temor y en esta oportunidad lo combatió con saña. El ilustrísimo Señor Arzobispo de Bogotá,  Monseñor Ismael Perdomo, alucinado entonces por los políticos, dictó su famoso arbitraje proclamando la candidatura  del General Alfredo Vásquez Cobo, en contra de la suya. Algún cura de aldea, extremándose en el celo, les dijo a sus feligreses: “No votéis por Valencia, porque es ateo, masón, morfinómano y poeta”. Cuál no  sería la perplejidad  del clérigo cuando, ocho días después, recibía un mensaje  del Primado apoyando la candidatura de Valencia para salvar al partido de gobierno y ante el asombro de sus oyentes rectificó asi : “Amados hermanos mios : Hace ocho días  me equivoqué de nombre. El que es ateo, morfinómano,masón y hasta poeta, es el  tal Vásquez Cobo”. Convincente ejemplo, escribe Villegas, de lo que es la dañina intervención  del clero en la política, cuando no están comprometidos ni el dogma ni la doctrina”.

Gilberto Alzate y Silvio Villegas le dieron vida a un movimiento político bautizado como Nacionalismo, de fatal y efímera duración. El arzobispo Juan Manuel González Arbeláez y el obispo de Pasto Diego María Gómez lo anatematizaron, indebida injerencia levítica  en las gestas electorales.

En 1.949, Monseñor  Crisanto Luque plasmó estas consignas : “Ningún católico puede votar  por el actual liberalismo colombiano”. Y agregó : “No es lícito a  ningún católico dar su voto por personas aliadas  a ese partido”. Incomprensible esa vesania  cerval contra nuestros hermanos en las contiendas por el poder.

En Caldas tuvimos sacerdotes que se convirtieron en caudillos populares. Gabriel Henao,  párroco de Samaná, era el jefe civil y  militar de ese municipio. Hace unos 70 años, Juan Botero Trujillo, Marino Jaramillo Echeverri y César Montoya Ocampo visitaron la villa de los palenques. Henao sobre arisca potranca y unos 200 jinetes más, recibió a los visitantes abajo, en el rio La Miel. Hasta allí llegaba la carretera. Todos alicorados con  aguardiente tapetusa que era  destilado en trapiches colindantes. Flameaban las banderas azules. Treparon por caminos empedrados y se encaramaron muy arriba, cerca de las nubes, en donde ¡oh sorpresa! se toparon con una multitud que los esperaba. Escuelas, colegios, hermanas de la caridad, concejales, alcalde con los funcionarios,  bastoneras, de cadera ancha y cintura estrecha,  y adelante la banda municipal  con sus compases marciales. Gabriel Henao, ensotanado,  desde el atrio dio la  bienvenida y por la noche en la casa cural  los homenajeó con un discurseado banquete. El domingo, otra vez desde el atrio, fue el orador más enardecido en la prédica de los ideales conservadores

El Presbítero Antonio  María Hincapié Soto, autoritario y milagroso, a base de un rígido liderazgo, impuso la paz en Marquetalia.

La gratuita animadversión de los abates contra el liberalismo, encontró respuesta en Carlos Lleras Restrepo, su jefe,   que proclamó la religión católica como el glorioso marco espiritual de Colombia.Alvaro Uribe, genuino lider del partido rojo,  dobla la cabeza, blanquea los ojos y respira aire santificado, cuando se le habla de la Iglesia y sus  ministros. El Papa Francisco acaba de visitar el pais y un  Presidente Liberal, Juan Manuel Santos,  lo recibió ¡y de qué manera!  como el representante de Nuestro Señor  Jesucristo en la tierra.

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