24 de abril de 2024

Suenan trompetas de muerte

7 de octubre de 2017
Por Augusto León Restrepo
Por Augusto León Restrepo
7 de octubre de 2017

Por Augusto León Restrepo 

Azarosa. Sí. La suerte del mundo está en manos del azar y no de la experiencia histórica. Los errores de la humanidad tienden a repetirse. Parece que ni asimilamos ni entendemos quienes hacemos parte del género humano, que ha de llegar un día en que las armas solo deben estar al servicio de la paz y de la vida, en las legítimas manos de quienes son los llamados a imponerla y a proteger la supervivencia. Pero las paranoias y el miedo impelen a que esgrimamos los fierros letales, para anticiparnos a presuntos ataques o para tratar de imponernos, imponer nuestras creencias y pareceres con balas asesinas.

Y aparecen también  los esquizoides, frutos de una sociedad desquiciada y materialista. El episodio de Las Vegas ha entrado a engrosar la lista de la ignominia y de la locura universales. Y su causa: el desajuste mental, la carencia absoluta de riendas personales, de sensibilidad y respeto ante los demás, de lo que está grabado con tinta indeleble en el derecho natural. El mandamiento del no matarás. Las armas no se disparan solas. Los que matan son quienes las disparan. Son los cainistas bíblicos que reaparecen a diario en todos los confines de la tierra.

Ahora nos toca presenciar el peligroso juego de las amenazas de desatar una hecatombe universal, por los desafíos cruzados entre  Donald Trump , el poderoso mandamás de Estados Unidos y el imberbe Kim Jong, gobernante dictador de Corea del Norte. El hombre cohete y el viejo chocho, como se han llamado los encarnizados enemigos, en estos momentos tienen en sus manos la suerte de mas de cuatro millones de personas, que son el número de víctimas que se calcula en caso de que Estados Unidos arrase a Corea del Norte y esta responda con sus bombas nucleares sobre Corea del Sur y Japón, tradicionales aliados de los Estados Unidos. Si esto llegare a suceder, una guerra en que perdería la humanidad entera se desataría, porque saldrían a la palestra atómica artefactos bélicos que en un dos por tres se encargarían de acabar con cualquier vestigio de vida en la tierra. ¿ Y a quien beneficiaría esta tragedia universal ?. Pregunta bobalicona, pero válida. Atrevámonos a responderla en aras de reencontrar la efimeridad que se ha paseado por los libros históricos. Pero que produce grima e impotencia.

Y otro escenario de muerte aparece en Europa. No sabemos cuantas muertes inútiles pueda producir el episodio que enfrenta a Cataluña con el resto de España. Y todo, por un cara a cara del Estado español con la insurgencia independentista de una región. Sería muy doloroso para  nuestros afectos la tragedia que sobrevendría, si se llegare a desatar una guerra civil. Los españoles ya mayores no querrán que se siembren de nuevo  sus campos de desolación y muerte. Y como la padecieron hasta los tuétanos, han increpado a las nuevas generaciones para que impidan que se repita tanta ferocidad y tan atroces consecuencias.

Ojalá que estas vagas y derrotistas predicciones sean controvertidas por los hechos y lo racional y convivente se imponga. De todas maneras, que gran amargura ocasiona que todavía las trompetas de la muerte anuncien la posibilidad de que gane sobre LA VIDA, no por que las armas existan si no porque haya quien las accione para que impere el miedo y el terror. Sobre todo, el miedo. Azaroso el panorama.