18 de marzo de 2024

EL NADAISMO EMPEZÓ CON EL MONJE LOCO

Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
20 de septiembre de 2017
Por Óscar Domínguez
Por Óscar Domínguez
Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
20 de septiembre de 2017
El martes 12 de septiembre “próximo pasado” murió de vida el poeta nadaísta Elmo Valencia. Escogió el ancianato san Miguel, de Cali, para agarrar el sombrero y volverse eternidad. Tenía 91 años y monedas. En su memoria reúno varias notas que escribí sobre el Monje Loco, nombre que dio cuando san Pedro le pidió papeles. En la foto, el solitario Elmo en puesto en una feria del libro internacional de Bogotá. od.

Óscar domínguez Giraldo

Para no parecerse a ninguno, el poeta Elmo Valencia nació en Cali “a temprana edad”, en plena depresión. Con él nació el movimiento. Es el más veterano de la cincuentenaria cofradía. Más que años, cumple poemas, cuentos o novelas.

Tiene cara de niño extraviado. Como su tocayo de las tiras cómicas. Desde sus 1.53 cms. de estatura  – fue medido por su gurú Gonzalo Arango-, el Monje Loco jura que no escribe para hacerles el cajón a los bestsellers que en el mundo son, sino para que sus libros queden en buenas manos.

Gonzalo Arango dijo de él que sus deportes favoritos son la pereza y el fútbol y que “posee la risa que le haría falta a Dios para reírse de nosotros con inocencia”

Elmo, educado exquisitamente en Estados Unidos,  se atribuye una frase que podría servirle de epitafio: A mí el amor que me lo den en plata. También acuñó otras metáforas: Lo más importante del nadaísmo es que no tiene importancia y Yo amo la revolución, aunque la revolución me ponga a trabajar. El nadaismo es un cuento de nunca acabar.

Claro que el mejor poema de Elmo lo escribió su hijo Luis Eduardo Valencia, el gigolo de los dioses, quien le notificó en alguna ocasión:”Papá, pero Dios existe. ¡Porque a Dios no me le quiero perder!”. Y se fue a constatarlo personalmente. Tenía 10 años.

Para mantenerse eternamente joven, lúcido y vigente, Elmo escribe cuentos y poemas, ha asesorado paisanos suyos vallecaucanos en el Ministerio de Educación, el Senado y la Constituyente.

Sonríe a un haikú por segundo, no se estresa, lee obras de teatro en la Biblioteca Luis Ángel Arango, se divorcia, enamora Lolitas, y de pronto vive dentro de camisas color amarillo pollito para convocar la buena suerte. Y vender su obra.

Porque no solo de libros no vendidos viven los creadores. Una vez que me tropecé con él llevaba una dosis personal de sus “Cuentos nadaístas” (Editorial Panamericana). La obra reúne los primeros cuentos escritos por Gonzaloarango, el propio Elmo, Jotamario Arbeláez, Amílcar U., Eduardo Escobar, Jaime Espinel, Humberto Navarro, Rafael Vega y Jan Arb.

Elmo innovó para vender el libro y se convirtió en su propia agencia de publicidad.  En un país donde se leen mil veces más avisos clasificados y obituarios que poemas, Elmo se dijo: Si la montaña no viene a mí, yo voy a la montaña. Y él mismo, convertido en una librería con dos pies, entregaba personalmente en persona sus libros a los clientes. Una receta para copiar, porque no cobra derechos de autor.

Lea primero y pague después, es su consigna. A mí me  endosó un ejemplar con esta dedicatoria de la cual no sé si alegrarme o preocuparme: «Para Óscar, nuestro  jefe de prensa desde hace siglos». (Estoy en mora de agradecerle a Elmo que hubiera estado en el lanzamiento de mi libro “Historias del eterno femenino” en compañía de sus colegas Eduardo Escobar y Jotamario Arbeláez. Solo Jota compró el libro).

Elmo es el único autor que conozco que les dice a sus clientes: completa satisfacción o la devolución de su dinero. Hasta ahora he leído el prólogo, los perfiles biográficos de sus “Cuentos”, y los dos primeros (La Señora Yonosé y Muerte, no seas mujer, ambos de Gonzalo, como le dicen sus devotos) y no he pensado exigir la devolución de mis $ 20.000.

Tal vez es el menos próspero económicamente de la cofradía.  Por eso es el más “misteriosamente feliz” de todos.

Más que llenarse los bolsillos del vil metal, el Monje escribe para que sus amigos – y enemigos- lo quieran más, siguiendo la receta del Nobel García Márquez. Como va lejos, va despacio. No se morirá de estés.

Sospecho que no anda con el afán  de ser famoso. Tampoco de que sus libros se vendan pirateados en los semáforos. La vanidad también se la pueden dar en plata.

Año de 1966: en La Habana, Mario Vargas Llosa y Camilo José Cela, salen del anonimato integrando con Elmo el jurado del concurso “Casa de las Américas”.

Vive siempre con una sonrisa a flor de cachete. Como dicen en los casinos, pago por verlo aburrido algún día. Esperanza inútil. Elmo no la deja caer. Bueno, al menos para la exportación.

Carambolas mentales

El señor Valencia hizo carambolas mentales en esta entrevista que alguna vez le hice:

– ¿Le ha sacado más jugo a sus 84 años de vida (esos tenía cuando me respondió el cuestionario) o al 1.53 de estatura?

– A ambas cosas. Pero le digo lo siguiente: Hay que tener cojones para haber vivido 84 años. Y se necesita mucha estatura para tocar el cielo con las manos como lo he hecho yo, y darme cuenta de que es un tambor de hojalata.

– ¿De qué le ha servido la tercera edad?

– Para poder entrar en la cuarta. ¿Le parece poco?

– A su edad, cuando usted le echa un piropo a una muchacha: 1.- Le dice viejo verde; 2.- Le dedica una cierta sonrisa de conmiseración; 3.- Le come cuento…

– Me come cuento porque me come a mí que no soy un bizcocho sino una torta con hongos alucinógenos.

– ¿Qué le debe a su longevidad?

– No le debo nada a la longevidad.  Es la longevidad la que me debe a mí: un frasco de viagra.

– ¿A estas alturas, qué pasó con los nadaístas?

– ¿Cómo así? ¿No ve que estamos tomando champaña en el reino de la fama? Jota Mario se ha ganado varios premios de poesía; Gallinazo pronto sacará otro larga duración; Eduardo Escobar le esta haciendo los últimos ajustes a su novela y yo acabo de lanzar mis “Cuentos nadaístas”.

– ¿Las musas siguen acusando sexualmente a los nadaístas?

– Las musas no tienen sexo pero las “sardinas” sí. Estas son las que nos acosan para que les enseñemos  la manera más exquisita de obtener un orgasmo poniendo la mente en blanco.

– ¿Qué estaría haciendo el profeta Gonzaloarango, fundador del nadaismo, si no hubiera muerto de autopistitis?

– Estaría acostado sobre la revista Time pensando en cómo detener la invasión gringa con un paraguas.

Gonzaloarango para niños

– ¿Cómo les enseñará a sus nietos cómo era Gonzaloarango?

– No alcanzaré a conocer a mis nietos porque la vida es corta, pero es más corto el amor. Sin embargo, escuche lo siguiente: cuando en compañía de otros poetas llevamos sus  cenizas de Medellín a Andes, nos acompañó en esta misión mi hijo Stephan Dédalus. El entró al cementerio a la una de la mañana y depositó sobre la tumba del poeta una flor para mascar.  Dédalus seguramente les enseñará a sus hijos que los grandes poetas resucitan de vez en cuando porque después de haber depositado la flor, el muerto se levantó de su tumba, abrió la boca y comenzó a mascarla.

– ¿Están lejos de ganarse el Nobel de Literatura los sobrevivientes del nadaismo?

– Estando lejos del Nobel podemos sobrevivir a las explosiones de la dinamita y a las catástrofes nucleares.

Entre la estupidez y el pecado

– ¿Por qué le dio por cometer la novela Islanada a edad avanzada?

– Uno comete estupideces o comete pecados. Sin embargo, a mí me dio por cometer el crimen de esta novela porque era la única manera de acercarme a la vivencia de una generación que en los años 60 se rebeló contra todo.

– ¿Qué es una novela?

-Una novela puede ser una copa de veneno o un pan con mantequilla. ¿Qué le gusta más?

– ¿Cuál fue el eslogan que usted craneó para agotar las existencias de Islanada?

– No me he craneado ninguna por la siguiente razón: No me interesa vender muchos ejemplares, sino que el libro quede en buenas manos. Islanada es un testimonio, no una comida rápida.

– Si no se vende el libro ¿piensa regalarlo en su integridad para proclamar que se agoto en su integridad?

– Si no vendo mi libro como producto literario, lo vendo como papel higiénico para que el mensaje entre por donde sabemos.

– ¿No teme que dentro de un mes o un siglo, su novela se esté vendiendo casi regalada en cualquier librería agáchese de las ciudades?

– Yo no le temo a nada. Pero oiga esta perla: el ministerio de Cultura no me compró un solo libro. En un pueblito olvidado donde la gente no sabe leer me compraron cien. Agáchese y piense en el país cultural que nos ha tocado vivir.

 El kamasutra en la mano

– Usted que se casó una vez contra Lineth Afrodita ¿considera que el matrimonio es bueno o malo, o todo lo contrario?

– Afrodita fue una diosa griega que salvó de la muerte a Paris, príncipe troyano. Afrodita, mi mujer, sacó un día la maleta y me dejó muerto de soledad en la cama. Desde entonces, hago el amor con el kamasutra en la mano.

– A usted y a Jota Mario les fue como a los perros en misa con El libro rojo de Rojas. ¿A quién tienen en la mira para biografiar?

– No nos fue como a perros en misa. Nos fue como a palomas en el Caguán. Vendimos toda la edición.

– ¿Es mejor hacer un poema fugaz o una biografía perdurable?

– Las buenas biografías son alta poseía. La de John Lennon es magnífica. Pienso sentarme a escribir la biografía de Gonzalo Arango que no era músico sino el Profeta de la nueva oscuridad.

– ¿Se considera un buen candidato para ministro de Cultura?

– A mí edad soy un buen candidato para bajar al sepulcro donde florecen las amapolas.

– ¿Qué placeres le ha procurado la burocracia?

– No he sido burócrata. Le he servido al país que es distinto. Ahora estoy sin trabajo.

– ¿Cuando usted escribe sobre fútbol se siente como el

Camus o como el Helenio Herrera del nadaísmo?

– Escribo sobre fútbol porque para mí un partido tiene el

encanto de un ritual de masas donde el público asiste al estadio a

vomitar sus complejos de culpa y los de Edipo y de Electra que se

manifiestan bailando rock de mala reputación en lo más profundo de

nuestra experiencia.

– ¿Puede identificar para la posteridad o sea para la historia

cuáles fueron sus palancas políticas para ingresar al servicio público?

– No tengo palancas políticas sino mis dos pies y un camino que no conduce a ninguna parte. Pero si Arquímedes dijo: «Dadme una palanca y moveré al mundo», yo diría: «Dadme un rayo de luz y moveré el infinito».

– ¿El país se está volviendo  loco o simplemente nadaísta?

– El país no se está volviendo loco ni Nadaísta. El país

simplemente se está colocando en la cabeza el sombrero de copa de

  1. Mario, el chaleco a prueba de balas de Eduardo Escobar, y lo

zapatos de cuero de Mamut que hace millones de años usé en la

fiesta del origen del hombre.

– ¿Qué ha hecho el nadaísmo por Colombia?

– El nadaísmo no ha hecho nada por Colombia. Yo quiero mucho a Colombia y personalmente quisiera tomarle muchas fotografías desde la eternidad. Por esta razón he dado las órdenes correspondientes para que cuando muera, me entierren con una cámara Cannon de lentes de contacto. Allá arriba donde todo no es más que un cuarto oscuro revelaré el rollo y le mostraré las fotos en colores a la nada estoica y metafísica, supremo ser de donde venimos.

– Si en los poetas estuviera la receta para encontrar la paz,

¿cuál es la suya?

– Mi receta es la siguiente: hacer el amor sobre la punta de una aguja.

– Su colega X-504 decía que los verdaderos nadaístas son los poetas posnadaísas. ¿O sea que ustedes ya no existen?

– Si mi colega X-504 dice eso, póngale la firma. Él es muy

estudioso y además dirige un taller de literatura en la Biblioteca

Piloto de Medellín. Es el único que sabe para dónde va la poesía en

Colombia. Aunque yo personalmente creo que la poesía no va sino que viene. Viene de Silva, de Barba, del ‘Tuerto’ López, y pasa por encima de los cadáveres de muchos poetas menores.

– ¿Qué le habría pasado a la poesía si no hubieran circulado

ustedes?

– Estaría virgen. Y la virginidad produce cáncer, dijo el

filósofo del Río la Miel.

– ¿Sus mejores días están por venir en la poesía, como columnista o como funcionario público?

– Mis mejores días están por venir, en la poesía, como amante de la belleza. ¡Oh belleza mía! Cubriré tu desnudez con un poema de 69.000 versos!

ELMO EN POCAS PALABRAS

–         ¿Libro que está leyendo?

–         Releyendo el Ulises.

–         ¿El pecado que más le gusta cometer?

–         La cheveridad.

–         ¿Defecto que le gustaría tener?

–         Ninguno.

–         ¿Quién le gustaría haber sido?

–         Calígula.

–         ¿Qué es un amigo?

–         Un postre de natas.

–         ¿Los enemigos para qué?

–         Sirven de mucho.

–         ¿Persona que más ha influido en usted?

–         Gonzalo Arango…  cuando era ateo.

–         ¿Qué lo saca de quicios?

–         La mentira.

–         ¿Tiene con qué salvar su alma?

–         Mi cuenta en el Banco de Sangre.

–         ¿De qué quisiera morir?

–         De nada.

–         ¿Qué le gustaría olvidar?

–         El pasado.

–         ¿Por qué desea que lo recuerden?

–         Por haber sido buen amigo.