Para recordar a Ernesto Lecuona
Es sin lugar a dudas el músico más importante que ha tenido Cuba. Ernesto Sixto Lecuona y Casado era su nombre completo y nació en la villa de Guanabacoa de La Habana, el 6 de agosto de 1895. Su hermana Ernestina, mayor 14 años (la autora del bolero “Ya que te vas”) le enseñó a tocar el piano, cuando apenas tenía cinco años de edad. A los 12 años ya se ganaba la vida como pianista en el Teatro Fedora de La Habana.
En la Sala Espadero presentó su primer concierto en 1912, ejecutando sus primeras composiciones, entre ellas la danza “La Comparsa”. En Estados Unidos realizó su primera presentación en el Aeolian Hall de Nueva York, en 1917. Los públicos de Madrid, París, Buenos Aires, Bogotá, Caracas, México, San José de Costa Rica y Washington tuvieron la suerte de verlo y oírlo en los mejores teatros de estas capitales.
Grandes figuras de la música universal como Paderewsky, Ravel, Rubinstein y Albéniz se quedaban perplejos al verlo actuar. No sabían a quién admirar más, si al Lecuona-pianista o al Lecuona-compositor.
Una gran parte de su obra musical la dedicó a la zarzuela. En 1927 presentó con la colaboración de Eliseo Grenet, “Niña Rita” o “La Habana en 1830″; en 1928, presentó “El Cafetal”, “El Batey”, “El Maizal” y en 1930 estrenó “María la O”.
Famosas fueron también las danzas cubanas, negras y españolas que compuso para piano: la suite “Andalucía” en donde
destacan dos páginas hermosas “Andalucía” y “La malagueña”; los pregones “El tamalero”, “El dulcero”, o “El pregón de las flores” y canciones hermosas como“Siboney” que tuviera interpretaciones bellísimas en las voces de Rita Montaner, Esther Borja y Xiomara Alfaro en Cuba, Libertad Lamarque en Argentina y en Colombia,Gilma Cárdenas de Ramírez (ponganle atención a la orquestacion, es una obra maestra) y María América Samudio.
“Siboney, yo te quiero
yo me muero por tu amor,
Siboney, en tu boca
la miel puso su dulzor…”
Además “Noche azul”, “Celos”, “Tengo un nuevo amor”, “Aquella tarde”, “No hay perdón”, “Devuélveme el corazón”, “Tus ojos azules”, “Te he visto pasar”, “Quisiera creerte”, “Te vas juventud”, “Mi vida eres tú”, “No quiero acordarme”, “Amor fugaz” “Recordar”, y “Como arrullo de palmas” (“Arrullo de palmas”) uno de los boleros que más éxito le dio al cantante puertorriqueño Charlie Figueroa. Canciones de gran belleza lírica como “Dame de tus rosas”, “Canto indio”, “Orgullo”, “Esclavo libre”, “Juventud” o “Pavo Real” y un hermoso vals que sería el tema de tantas rondallas y estudiantinas en América: “Estudiantina” y “Siempre en mi corazón” que fuera un gran éxito de Fernando Albuerne…
“Estás en mi corazón
aunque estoy lejos de ti,
y es el tormento mayor
esta fatal separación…”
Su producción musical fue fecunda, casi el millar de composiciones. Muchos comentaristas de la
música clásica han criticado y lamentado que Lecuona no se hubiera dedicado a producir música más
seria y sí en cambio hubiera invertido su esfuerzo en componer música ligera que consideraban un despilfarro de capacidades. Lo cierto del caso es que sus danzas, canciones y boleros son
los que le dieron vigencia permanente en el recuerdo de miles de románticos en Latinoamérica.
El 6 de enero de 1960, pocos días después de la revolución que derrocó a Fulgencio Batista, salió
el maestro Lecuona hacia Tampa en donde vivió algún tiempo. Luego se trasladó el 28 de septiembre
de 1963 a Santa Cruz de Tenerife, en las Islas Canarias, de donde pasó a Málaga. Por recomendación
médica tuvo que regresar nuevamente a Santa Cruz, agravándosele el problema respiratorio que lo
aquejaba. Padecía asma. Allí lo sorprendió la muerte el 29 de noviembre de 1963, terminando su última obra:
“Concierto de rumba”. Sus restos mortales reposan en el cementerio de Westchester, en el estado de Nueva York.
Datos biográficos de la obra “Cien años de Boleros” de Jaime Rico Salazar