25 de abril de 2024

Postigo, mayoría, infligir-infringir, números

Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
25 de julio de 2017
Por Efraim Osorio
Por Efraim Osorio
Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
25 de julio de 2017

Quisquillas de alguna importancia

efraim osorio

De aquí, lo que dicen los italianos: “Traduttore, traditore” (traductor, traidor). 

En su glosario “Voces fatigadas”, el escritor Álvaro Marín Ocampo define así ‘postigo’: “Pequeña ventana dispuesta dentro de otra mayor o en el cuerpo de una puerta. Algunos están dotados de visillos o cortinillas, con el propósito de poder atisbar hacia el exterior sin ser visto por otros mirones”. El Diccionario, de esta manera: “3. Puerta chica abierta en otra mayor”. Con este significado, según Corominas, empezó a usarse en el siglo XV: “Cada una de las puertecillas que hay en las ventanas”. La primera definición de ‘postigo’ la dio don Sebastián de Covarrubias en la primera impresión de su “Tesoro de la lengua castellana” (1611): “La puerta pequeña, que ordinariamente llamamos puerta falsa*”. Según el cibernauta Guillermo Angulo, un redactor de Semana confunde ‘postigo’ con ‘umbral’ en esta información: “Cuando llega un extraño los hombres se paran en los postigos de las puertas, las mujeres se juntan en pequeños grupos, los niños se quedan en las casas” (Nación, Alarma en San José de Apartadó por grafitis y amenazas del Clan del Golfo, 11/7/2017). Y tiene razón el corresponsal, pues en Colombia, prácticamente, el anotado es el único significado que le damos a ‘postigo’. Hago hincapié en esto, porque este término tiene también las siguientes acepciones: “La puerta falsa que ordinariamente está colocada en sitio excusado. // Puerta que está fabricada en una pieza sin tener división ni más de una hoja, la cual se asegura con llave, cerrojo, picaporte, etc. // Puerta no principal de una ciudad o villa”. La palabra viene del latín ‘posticulus’ (‘de detrás, posterior, trasero; parte trasera o posterior de un edificio’), y éste, de ‘posticum’ (‘puerta trasera, postigo; posaderas’). Cualquiera que fuere su definición, ‘postigo’ no es la palabra adecuada en la información de Semana, sino ‘umbral’. O la locución ‘al pie de la puerta’. *Puerta falsa: Excusada. La que no está en la fachada principal, y sale a un paraje excusado. ***

‘Mayoría’, además de otras acepciones, es “la mayor parte de un número o de una serie de cosas que se expresa”. De acuerdo con esta definición, su complemento, introducido por la preposición ‘de’, no puede ser un sustantivo singular, como en la suposición de la columnista Beatriz Chaves Echeverri: “Se imaginan lo que rendiría la plata de nuestras arcas, si la mayoría no se quedara en manos de los corruptos” (LA PATRIA, 8/7/2017). Evidentemente, como en esta oración ya está mencionado el complemento –plata–, en la oración condicional se subentiende, aunque debió ser especificado, por ejemplo, con el adjetivo posesivo ‘su’, ‘su mayoría’. Esto no importa, porque en esa frase no cabe el sustantivo ‘mayoría’, puesto que su complemento, como anticipé, es un sustantivo singular, ‘plata’. En coyunturas como ésta, no hay más remedio que cambiarle el giro a la oración, ejercicio que debe hacerlo su redactora. Le propongo esta muestra: “Se imaginan lo que rendirían los dineros de nuestras arcas, si la mayoría de ellos no se quedara en las manos de los corruptos”. ***

Me gustaría conocer en su idioma original el texto que publicó LA PATRIA como La Frase, y que dice así: “No hay venganza más bella que aquella que infringen los otros a tu enemigo” (16/7/2017). Atribuida a Cesare Pavese, escritor italiano. Supongo que en italiano dice ‘infligere’ (infligir) o alguno de sus sinónimos, no ‘infrangere’ (‘quebrantar, infringir’). Este error, el empleo de ‘infringir’ (‘transgredir, contravenir, delinquir’) por ‘infligir’ (‘imponer, castigar, penar’), es imperdonable, no importa la frecuencia con la que lo cometen, hasta en las traducciones. De aquí, lo que dicen los italianos: “Traduttore, traditore” (traductor, traidor). ***

Los ‘números partitivos’, como su nombre lo indica, son los que designan partes de un todo, por ejemplo, “Pedro recibió la doceava parte del premio mayor de la rifa”, porque, digamos, fueron doce los que acertaron. Los ‘ordinales’, en cambio, señalan el lugar que ocupa algo en una serie, enumeración o algo semejante, verbigracia, “el undécimo piso de un edificio”, adjetivo del que debió echar mano el escritor César Montoya Ocampo en la siguiente oración: “Las oficinas estaban en el onceavo piso de un importante banco” (LA PATRIA, 6/7/2017). “…en el undécimo piso”, señor.

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