Politizar
Venimos asistiendo a un llamado, desde diversos estamentos de la sociedad, a desconocer el valor de la representación ciudadana en concejos, asambleas, congreso y, también, en las otras ramas del poder público: Ejecutivo y Judicial.
Y, hasta cierto punto asiste la razón a quienes buscan levantar adhesiones para su causa, cuando llaman a apoyar referendos, revocatorias, consultas de exploración de recursos naturales y otras manifestaciones del querer popular y que, hasta para acabar con la corrupción, recogen firmas. Y con firmas también se busca apoyar candidaturas a cuanto cargo se pretenda elegir, incluida la Presidencia de la República, eso sí, sin considerar que un presidente requiere de Congreso y que, sin ese apoyo, lo único que puede esperarse es el caos. Claro, en todas estas manifestaciones “democráticas” se calla lo que de ellas pueda resultar, porque, al final de cuentas, el resultado para los que se han logrado allegar, no importa al colector.
Y en este hacer la política, es necesario que los ciudadanos entendamos que el caos del que nos quejamos, y del que algunos se aprovechan para hacer sus campañas salvadoras, es en esencia responsabilidad de nosotros, de nuestro olvido de los deberes a los que estamos llamados. Y es aquí cuando es necesario que, para que haya una conciencia plena de esos deberes, hay que hacer una gran pedagogía que permita la comprensión y se entienda la forma de actuar y participar en esa construcción de las soluciones que nos permitan alcanzar una sociedad más responsable de su destino.
Por tal razón, hay que buscar que las Universidades se conviertan en centros que formen en política. Allí, a su llamado, deben darse los debates sobre los diversos temas sociales del país. Allí, con la ayuda de quienes en la sociedad tienen el conocimiento, y con la inteligencia y creatividad de todos, podemos construir esas normas que nos conduzcan al bienestar que la política está llamada a hacer realidad.
Y, desde la Universidad, con los resultados de esos debates, que es la política construida entre todos, se hace el aporte a quienes nos representan en los distintos cuerpos colegiados para hacerla realidad. Realidad que desde allí mismo tiene que ser vigilada en sus desarrollos y compromisos, con la exigencia en la gestión a quienes están obligados a desarrollarla.
La universidad está en mora de abocar la tarea de politizar nuestra sociedad bajo sus directrices y orientaciones, aprovechando el conocimiento que en ella se encierra y convocando a quienes pueden intervenir en la construcción de un país incluyente, de verdad y en esencia, evitando el que se siga manoseando el querer popular con los cantos de sirena carentes de sentido y compromiso.