Intelectuales de Risaralda
Nos dolió a los caldenses, con memoria sangrante, la creación del Quindío y Risaralda. Se nos fueron los hijos amados.
Pero qué importancia tienen hoy estos departamentos. Han fabricado territorios con hazañas cívicas memorables.El Quindío es un jardín. Hermosa Risaralda con laderas glaucas, con su valle de Sopinga relajado como una mujer que descansa después de los himeneos. Armenia con sus vates que hicieron sonar timbres, o encontraron solsticios en la pluma romántica de Baudilio Montoya. Pereira es una floresta intelectual.
Importante fue, lo es y lo será Jorge Mario Eatsman. Solo le faltó el último peldaño para ser Presidente de Colombia.Orador atigrado, caudaloso en el uso del idioma, sustantivo en sus tesis, inmaculado en la amistad. Deja cerca de veinte obras, todas medulares en el enfoque de problemas nacionales. Su estela es imborrable.
Hojeo un libro que no quiero leer. Me detengo en la prosa que la encuentro parecida a la de Marguerite Yourcenar en las “Memorias de Adriano”. Es melódica, con balanceo milonguero, remozada y viril. ¿Quién redactó este bello concierto de frases que aprehenden, tan bien construídas, con el dominio matemático de las palabras, que empotra el sustantivo, le entrega al verbo las bridas y no descuida el adjetivo con su plumaje vistoso? Percato que estoy sumergido en lo que plasma don Miguel Álvarez de los Ríos. Y el libro que rechazaba, fue condumio exquisito para un paladar exigente.
Álvarez ya no exhibe sus desenfrenadas condiciones de bailarín acrobático, su cuerpo lechoso es un árbol deshojado, pero le quedan un lucido techo blanco, perfil aristocrático, centelleantes ojos azulíneos, un equilibrio que a veces se desnivela por el peso mental de sus lecturas y una risa voltereana. Miguel responde airoso por sus ensayos y poemas y luce un jactancioso autoritarismo. Carga en sí el comprometedor gravamen que lo señala como el símbolo intelectual viviente de su raza. Tiene cultura profunda, memoria pasmosa y es encalambrador y altanero. Con un viejo bastón de cedro, en las tertulias señala – olímpicamente- a quién le corresponde intervenir. Es impositivo.
Otro emblema de Risaralda es el Notario Primero de Pereira José Daniel Trujillo. Autor de crónicas que recogen vivencias personales o ajenas, escritas con estilo torrencial, recargadas de malicias jocosas,acuarelando con brochazos multicolores lo que olfatea, ve, escucha, palpa o siente, más una recarga sugestiva de introversiones que delatan al letrado. Trujillo está asediado por virtudes señeras. Explosivo y novedoso en el discurso, vivaz y logomáquico, sanguíneo y alegre,con múltiples antenas para acaparar cultura. También es heliogabalesco para deglutir libros escogidos, sensible al arte, proclive a la tertulia, cautivante en el diálogo.Su vida personal es una odisea ejemplar.
José Ramón Ortega se fajó un profundo estudio sobre “Sancho, gobernador”.Lo analizó en las múltiples caretas que tiene este personaje, a veces, tan importante en el diálogo como Don Quijote.Los devaneos de Ortega tienen resplandores litigiosos. Parece que es abogado.
Fabio Vásquez Botero fue gobernador de esta ínsula. Colaboraba en el diario La República de Bogotá. La suya era una prosa galopera y alegre. Era sintético, no por falta de imaginación. Orador garboso, tremebundo como fiscal. Sus intervenciones en los estrados eran sangrantes, modeladas dentro de un lenguaje cervantino impecable.
Poeta vernáculo de Pereira lo fue Luis Carlos González. Cantor de la ruana. Tenía la ciencia de la versificación, sabía hundir su mirada en las bagatelas de los días para captar el recóndito mensaje de las cosas. Era ácido, punzante y humorista. Su óptica burlona quedó petrificada en el soneto “Raza”. “Raza….Raza de qué, tanto pregonan/ mi vecino y el cura y el tendero,/ y la altiva señora del banquero/ que tuvo un hijo negro, siendo mona?/ Raza…Raza de qué, si desentona/ la ley de Dios con la que explica el clero,/ y al coraje –ni andante ni escudero-/ lo castran el responso y la corona?/ Raza de hidalgos? Raza de caciques?/ Imperio de trabucos y alambiques/ sobre estéril solar de cobardía./ De la maraña que el ancestro escruta/ sólo nos queda puro : el hijueputa/ y lo estamos negando, todavía”. En el hermoso soneto “Pertenencia” engastó esta joya : “Porque antes de nacer te presentía/ y sin nacer me estabas esperando”. González fue un partero de metáforas.
Benjamin Baena Hoyos y Anibal Estrada Diaz. El primero novelista y el segundo (Anesdi) publicaba sus artículos en La Patria.
Este es un retablo de un departamento que se balancea entre un Sancho Panza talentoso y un Don Quijote que deambula por las nubes.