28 de marzo de 2024

¿Qué piensan los que imparten justicia?

15 de mayo de 2017
Por Rubén Darío Mejía
Por Rubén Darío Mejía
15 de mayo de 2017

El Ojo del Halkón

Por Rubén Darío Mejía Sánchez

Muchas veces no seguimos los consejos de los mayores y no los seguimos simple y llanamente porque hay cosas que no entendemos; y nos las entendemos porque las consideramos injustas, como lo que está sucediendo con la justicia en Colombia.

Mi abuelo en más de una oportunidad dijo algo que oí repetir una y mil veces, que la justicia era solo para los de ruana y no era para los que vestían esa bella prenda de origen español, sino para los que no tenían la oportunidad de ser de la clase alta o media alta y otro día dijo que la justicia se ensañaba con los que robaban gallinas y no con los que se llevaban grandes fortunas.

Hoy después de cincuenta años, vuelvo a ver lo mismo y me pregunto si será que las cosas se notan más, porque los medios de comunicación son objeto de gran inmediatez y se conoce lo bueno y lo malo que hacen las personas. Puede ser lo segundo lo que esté sucediendo.

El ciudadano de a pie y hasta los que trabajamos en los medios de comunicación y porque no decir todos los ciudadanos nos quedamos fríos y hacemos preguntas, que nunca tienen respuestas, cuando se habla que cierta persona cometió un delito como robarle al Estado y a la ciudadanía y minutos después u horas, o días queda en libertad y a grandes delincuentes se les dá la casa por cárcel; mientras que a otros por delitos menores se les condena a pagar largas condenas en centros carcelarios.

Hace unos años escribí sobre algo que me llamó la atención y años después ya lo comenté en una de mis columnas, como fue el robo de una persona que trabajaba en un banco y se le robó doscientos millones de pesos de la época a sus clientes y al mismo tiempo un hombre que acababa de perder su empleo se robó seis libras de queso; al primero el mismo juez que los juzgó a los dos lo dejó en libertad, según él por falta de pruebas y al otro lo condenó a 57 meses de cárcel; haciendo que nos preguntemos, con qué criterio es que se decide las penas que deben de imponerse.

En este momento de grandes escándalos por la corrupción nacional, leemos, escuchamos y vemos grandes escándalos y noticias de primera plana, en donde más nos demoramos en leer, escuchar y ver, que al que ha cometido la falta lo dejen ir a su casa con todas las comodidades, a pesar de que todos los elementos de investigación lo vinculan como culpable del delito cometido.

La manera de juzgar a los políticos y a los aforados, es otro chiste de la justicia y es que podemos recordar que en el Congreso de la República existe una comisión encargada de investigar y juzgar a los funcionarios públicos de alto rango en los que está el Presidente de la República y en muchos años no se ha conocido el primer fallo, hasta el punto de calificarse ésta, la comisión de absolución a todos los acusados; porque por lo general esta célula legislativa no está integrada por jurista, que estén dispuestos a hacer justicia y a respetar la ley.

La Fiscalía General de la Nación ha tenido sus altibajos en los últimos años y es por lo que se critica la politización de la justicia y es cierto que no se puede esperar nada cuando lo que se pensó al crear los poderes de la Nación era para que estuvieran separados y con autoridad autónoma, sin depender los unos de los otros, pero ahora el poder legislativo depende mucho del ejecutivo y el judicial de los otros dos, lo que quiere decir que no hay esa independencia esperada para que cada quien cumpla con el trabajo que se le ha asignado.

Mientras que las cosas sigan así, se seguirá infringiendo la ley porque se sabe que de una u otra manera quienes se roban la plata del erario público, con unos solos meses, pueden salir libres a disfrutar del dinero de los contribuyentes y los grandes delincuentes saben que para ellos lo más importante es contar con dinero para pagar unos “buenos abogados” que les sepan colocar la cascarita a los fallos judiciales.

En la corrupción que se carcome al país más que antes, encontramos como las instituciones del Estado no cuentan con buenos abogados y por eso dicen que los mejores pleitos y los más fáciles para ganar son los que se plantean en contra del Estado; a esto debían de ponerle el tate quieto y contar con profesionales que hagan respetar los derechos de la comunidad.

Ahora se está hablando de un tema bastante delicado, como es el hacinamiento en las cárceles; se sabe que el 60% de las personas recluidas en los centros carcelarios no han sido condenadas y un porcentaje bastante alto es inocente y simplemente están siendo víctimas de las investigaciones lentas que se hacen en el sistema de la justicia colombiana.

En los centro carcelarios se cometen atropellos, como es cobrar por un lugar en donde dormir y hasta por la propia comida, si no se quiere tomar de los alimentos que se dan por parte del centro penitenciario. La corrupción en estos lugares es bestial y nunca se ha podido frenar por parte del Gobierno, ya sea municipal, departamental o nacional.

Las injusticias, con la justicia colombiana son muchas y muchas veces  no se entienden los fallos de los fiscales, de los jueces y de las altas cortes, lo que deja perplejo a los ciudadanos que confían y respetan las decisiones que allí se toman y por eso es que se escucha día a día que se respeta las decisiones; pero no se comparten.

Con todo el respeto que se merecen las altas cortes hay decisiones que lo dejan a uno frio y determinaciones por estudios e investigaciones de algunas organizaciones, que creen tener la razón y la verdad en todo al igual que la última palabra.

No estoy de acuerdo con la determinación que se tomó, que los hijos no puedan ser corregidos y orientados por sus padres, porque en medio de la libertad que se ha dado, que para mi es mas libertinaje estos pueden enviar al padre tras las rejas y es que dejar que un muchacho haga lo que quiera, no es sabio, porque las reprensiones que nos dieron a los que ya estamos mayores se ven en los resultados de una nueva generación de personas que respetaron a sus mayores y a la propia ley, mientras que ahora con mucha tristeza vemos que nuestros niños y jóvenes por contar con esas libertades y por limitar el trabajo y la opinión de los padres se han vuelto delincuentes y ya no gozan de su niñez, porque desde un comienzo andan por el camino de la maldad y del delito; para que después se diga que no hay nada que hacer, porque es culpa de los mayores que los inducen a ello.

La educación y formación debe empezar y reforzarse en los hogares, en donde se le enseña, además del respeto, la tolerancia y el diálogo entre la familia, para que después se ponga en práctica ante la sociedad.

Con horror escuché y recibí una  noticia el jueves anterior, los alcaldes y gobernadores al igual que la policía, haciendo eco de algunas denuncias de concejales se alistaban a poner en práctica medidas de seguridad para este fin de semana, un fin de semana que aunque es una fiesta comercial se trata de agradecer al ser más importante para cualquier hombre o mujer como es la madre; pero según las estadísticas después de entregarle un regalo, que por lo general no es de mucha monta, invitarle a un almuerzo, muchas reuniones de familia se convierten en batallas campales y entre el viernes y el domingo de celebración del día de la madre, aumentan las muertes por las riñas en los senos de las familias, lo que no considero justo, porque debía de ser una celebración en medio de la paz y de la comprensión; pero eso nos hace pensar que la familia como tal está en decadencia y ahí está la culpa de todos los sectores de la sociedad y principalmente de las bases de educación que se están utilizando.

Hay mucho para hacer, pero no estamos dando ejemplo,  ni los padres, ni los profesores y mucho menos nuestros gobernantes y especialmente los políticos que se han dedicado a fomentar el mal ambiente entre unos y otros y para peor algunos medios de comunicación que destacan no las buenas maneras sino las bajezas de muchas personas.

No entiende uno  como es titular de primera plana y con escándalo incluido que las autoridades no estén dando un permiso para un congreso de pornografía, que de hecho no puede ser bueno para la sociedad y principalmente para los jóvenes y mucho menos para la imagen de una ciudad y una región como Cartagena, de donde se ha hablado que el turismo sexual se ha tomado el Corralito de Piedra o por lo menos eso dicen los que quieren dañar la imagen de una de las principales ciudades turísticas del país. No veo en que pueda perjudicar la ciudad la no realización del Congreso Mundial de Pornografía que está programado para el mes de julio de este año y mucho más que los medios de comunicación le hagan eco a esta clase de informaciones que de por si no son ninguna buena noticia y quiero aclarar que no soy un mojigato pero si pienso en la forma que se nos está calificando a nivel internacional.

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BOGOTA, 15 de mayo RAM_