28 de marzo de 2024

Nairo…  Y  los payasos.

Por Esteban Jaramillo
30 de mayo de 2017
Por Esteban Jaramillo
30 de mayo de 2017

Por Esteban Jaramillo Osorio. 

Nostálgico. Han terminado los pedalazos de un guerrero… Los de Nairo Qintana. Y, con él, los alaridos que emocionan y contagian de locutores y comentaristas exaltando sus hazañas, para hacerlas inolvidables. Terminó el Giro y queda un vacío. No hay programa, porque aquella terapia diaria que saciaba las ansias de triunfo, que distraía al pueblo, ha concluido.

Nairo con su armadura, capoteando los enviones “asesinos” de sus rivales y acelerando los corazones de sus hinchas. Nairo que no es estadística sino  leyenda; que no es  capricho de los medios. Este hombre que se pasea con naturalidad por los podios, criticado por aquellos que no saben de sacrificios, de  sudor, de pedaleo contante en extenuantes jornadas que parecen eternas.

Sus detractores están siempre ahí, velando sus desfallecimientos, para bombardear con criticas carentes de argumentos; para desdibujar su imagen. Negativos que afinan sus sentidos ( ¿acaso los tienen?) en las caídas de los campeones. Alguna vez se dijo, a propósito, que a Falcao le rebotada la pelota en sus rodillas y a  James le buscaron lunares para eclipsar su ascenso. Hoy, esos críticos, se rinden aduladores por sus éxitos.¿Alguna vez jugaron fútbol?

Nairo es un ídolo genuino, alejado de tantas mentiras e hipocresías que tiene otros deportes populares que consume el público.

Por Nairo alimento ahora la ilusión del Tour, en el que espero sea líder y campeón. De no lograrlo mantendré activa mi admiración  y mi respeto porque se que significa cada pedalazo en una cuesta.  La negación de sus virtudes es estúpida influencia especialmente cuando estos viajes emocionales que transforman los sentidos traen consigo tantas alegrías a Colombia.