29 de marzo de 2024

La importancia de llamarse Pacho

16 de mayo de 2017

Crédito: ZonaCero.com

Por Óscar Domínguez Giraldo 

Cuando aparece en televisión o retratado en la prensa, a Francisco Maturana, el dentista desertor que vistió de frac el fútbol colombiano, se le ve frío como un whisky sobre las rocas. Pocón de sonrisas. Es su carné de identidad. La fórmula que acuñó para ver pasar creativamente la vida.

Por culpa del fútbol se volvió amnésico total a la hora de erradicar una caries dental, o de hacer un tratamiento de conductos. Sacrificó su profesión de odontólogo para pulir su condición de ideólogo del  balompié. Ponerle apellido a una era y a una concepción deportiva, ameritaba cambio de profesión, colgar la fresa.

Eso sí: conserva un tic de odontólogo: tiene el palito para hacerle abrir la boca de asombro a los amantes del fútbol que quedan anestesiados con su prosa fácil y convincente. O no convincente, para sus múltiples críticos. Que los tiene de alto vuelo. Es de los que se mide por la estatura de sus antagonistas.

A este José Gregorio Hernández del balón, sus devotos le oyen y le creen, o no le creen. Lo aman o lo detestan. No hay tutía, tratándose de un técnico.

Tiene más hoja de vida que una mujer fatal. No en vano se tutean con él Jorge Valdano, (le regaló un libro con esta dedicatoria: “desde la sensibilidad que nos une”), el italiano Arrigo Sacci, o el holandés Cruyff, sus pares en el oficio de dirigir la orquesta del fútbol.

A otros colegas de las grandes ligas del fútbol se los encuentra en la Comisión Técnica de la FIFA,  el conclave de sabios que analiza la evolución del arte de dar patadas.

Parece que todo lo tuviera pensado. Le hacen falta preguntas para todas las respuestas que tiene.

Y así como cualquiera de sus jugadores improvisa alguna audacia con pelota inquieta, Maturana – un hombre de pelo quieto para hacer quedar bien a su raza chocoana- asombra con gambetas mentales tan elocuentes que parecen pensadas y pulidas durante decenas de partidos de fútbol.

Sus conceptos se parecen a sus trajes. Se podría decir que el mismo que le corta los vestidos, le confecciona las metáforas.

Este intelectual puro del deporte se salió rápido del cuero. En un ya, le quedó chiquito su Chocó natal, en la costa pacífica colombiana; no le sirvió la ropa hecha en Medellín y terminó como una especie de Cristóbal Colón hecho en Macondo: descubriendo para los españoles el nuevo fútbol colombiano.

El asunto como técnico de los colchoneros del Atlético de Madrid y del Valladolid, en España, no funcionó. Pero lo llamaron Al Hylal, un equipo árabe con el que ganó una copa, de las selecciones de Ecuador, Costa Rica y Perú. Y otra vez lo reclamaron los zares balompédicos de Colombia, país al que llevó a ganar la Copa América. También la ha clasificado para dos copas del mundo. La ha dirigido durante 103 partidos internacionales.

Sacó tiempo de su agenda para llevar al Atlético Nacional a ganar su primera Copa Libertadores.

Maturana ha perdido – y ganado- con varias selecciones suramericanas. Ha aprovechado sus reveses para enriquecerse. “Mañana volverá a salir el sol”, suele decir cuando la derrota le da con la puerta en las narices. Bien podría ser suya este pensamiento de Valdano, que le escuché a su pupilo aventajado, Alexis García: “No es por chicaniar pero me llevo muy bien con el fracaso”.

Pacho, como le dicen los de su entorno, suele hacer  las veces de mamá, doctora corazón, siquiatra, asesor empresarial, Freud, proxeneta, médico, papá, director espiritual y corrector de estilo de los jugadores de la selección. ¡Todo por el mismo sueldo!

Otro mensaje que les han dado a los nuevos jugadores es: un futbolista es un artista  que merece vivir bien. Como un Botero o un García Márquez.

Tiene una ventaja su filosofía balompédica: se puede adaptar sin costo alguno a cualquier profesión. Cuando los gringos decidan meterle geopolítica al fútbol, Mr. Maturana será invitado a Harvard para hablar de este deporte.

El hijo de doña Hilda, su colega técnica de fútbol y su personaje inolvidable a quien se la han recordado en exceso después de las derrotas,  el padre de Daniela, actual presidenta del Concejo de Medellín, y Daniel, tiene la dialéctica contundente del encantador de serpientes.

Su fútbol se parece a su prosa: incluye una cierta dosis literario-filosófica, mezclada con sobredosis de pragmatismo que es ideología pero con goles bien hechos. Con esta múltiple receta acabó con los triunfos morales que consiste en jugar bonito y perder feo. Ya la selección no va solo a aprender.

Maturana nos cambió hasta de nostalgias: Adiós con ese remotísimo 4-4 frente a Rusia, en  Arica, en Chila. Ahora estamos viviendo del 5-0 ante Argentina. También este logro está agotado.

Si Dios guarda a la Reina de Inglaterra, debe mimar y darle tratamiento preferencial al dentista Maturana. Sintetizó su historia extensa en el siguiente contrapunteo de 50 preguntas:

  1. ¿Al fin la vida comienza a los cuarenta, a los cincuenta,  cuándo?
  2. Para mí, la vida comienza siempre; todos los días y a toda  hora.

 

  1. ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de niño?
  2. Mi mamá y su preocupación por darme todo.

 

  1. ¿Le gustó ese mundo que vio por primera vez?
  2. Seguro que sí, es mi escenario y sigo en él.

 

  1. ¿Está contento de haber nacido?
  2. Por supuesto, ninguna protesta.

 

  1. ¿Qué conserva del niño que fue usted el filosófico profesor Maturana de hoy?
  2. Mi empatía con los niños.

 

  1. ¿Desempeñó bien su oficio de niño o le quedó faltando algo?
  2. No tengo ningún reclamo para hacer, o hacerme.

 

  1. Como Peter Pan alguna vez dijo: ¿no quiero crecer?
  2. No, eso no funciona.

 

  1. ¿En qué período de su vida se ha sentido más cómodo: de niño, de adolescente, de adulto, o ahora de cincuentón?
  2. He interpretado cada rol en su momento; me siento bien.

 

  1. ¿Pertenece a la cofradía de los que veía venir con horror el cumpleaños número cincuenta?
  2. No. Hay cosas que tienen que ser.

 

  1. ¿Esta fecha le dio angustia existencial o la tomó por el lado amable?
  2. Un día normal, sin sorpresas, ni angustias.

 

  1. ¿Qué tiene del Maturana y qué del García?
  2. A estas alturas del partido los dos se funden y dan una mezcla digerible para mí.

 

  1. ¿Fue un alumno aplicado o pertenecía a las divisiones inferiores de los maquetas?
  2. Fui aplicado desde pequeño; con lo tesa que era mi mamá no había otra opción.

 

  1. ¿En su maleta de equipaje qué nostalgias tiene de su terruño?
  2. Las nostalgias se asocian con carencias; yo soy de Quibdó y éste sigue ahí, no cambia, no se pierde.

 

  1. Me da la impresión de que no es usted un hombre de sonrisa fácil. ¿Por qué?
  2. No lo sé… pero me gusta ver y oír reír; mi cuota de egoísmo de pronto.

 

  1. ¿Sabe divertirse? ¿Cómo lo hace?
  2. Me divierto con todo lo que hago.

 

  1. ¿En el campo del amor usted ha sido conquistador o es de los tímidos perplejos a quienes hay que conquistar?
  2. Cuando el amor es de verdad, nadie conquista a nadie, se encuentran y ya!

 

  1. En el caso de su esposa, doña Margarita, ¿quién flechó a quién?
  2. Creo que yo dí un paso delante y ella no se movió.

 

  1. ¿Cómo maneja la distancia cuando está por fuera y los suyos en Medellín para no dejarse golear por la saudade que es escasez de prójimos más próximos?
  2. Cuando hay amor de verdad la distancia no existe pues se vive en constante comunión.

 

  1. ¿Cuál es el mejor consejo que les ha dado a sus hijos?
  2. Ellos han heredado valores, principios y gustos que obviarán en parte los consejos; queda la posibilidad de alguna recomendación.

 

  1. ¿El mundo podría vivir sin el fútbol?
  2. Absolutamente… no.

 

  1. ¿En qué fuentes ha bebido para cimentar la filosofía del fútbol que usted ha impuesto?
  2. He bebido despacio y saboreando en el día a día de mis cincuenta.

 

  1. ¿Para qué le ha servido su profesión de dentista, como se les decía antes a los de su gremio?
  2. Estatus, soporte e independencia moral, económica e intelectual, para el resto de mi vida.

 

  1. ¿Qué piensa del homo sapiens cuando lo tiene con la boca abierta en la silla de odontología?
  2. Hermosa, complicada, e inconclusa obra.

 

  1. ¿Cosas para rescatar del período que vivió en España Francisco Maturana?
  2. Posibilidad de tocar la historia de los libros, el jet set de la TV, los vinos caros, las revistas, el teatro de caché y el fútbol bueno de los domingos tempranito por ESPN.

 

  1. ¿Y del tiempo que manejó al Nacional?
  2. Todo un tratado de amistad y una filosofía de vivir y jugar que al final es lo mismo.

 

26.¿ Habría preferido no haber pasado por el equipo América, de Cali?

  1. América me dio la posibilidad de ser campeón; es el equipo de los que he dirigido que mejor jugó. Respeto, afecto; valió la pena esa experiencia y es parte de mis afectos.

 

  1. Oyéndolo hablar de fútbol se me ocurre pensar que usted es un Jorge Valdano de pelo quieto. ¿Estoy en lo cierto?
  2. «Desde la sensibilidad que nos une» reza la dedicatoria de uno de sus libros que Jorge me regaló.

 

  1. El hincha es «cosa vana, variable y ondeante…». ¿Debería haber una escuela donde le enseñen a la gente a ser un buen hincha?
  2. Existe… Lo que pasa es que los maestros por naturaleza (periodismo deportivo) no ejercen.

 

  1. ¿Dónde está la verdadera belleza del fútbol, esa «pasión de un pueblo», de que han hablado colegas suyos?
  2. No se ve… se siente.

 

  1. ¿Hay alguna receta para disfrutar el fútbol  a cabalidad?
  2. Es algo individual y único.

 

  1. ¿Además de dividendos económicos qué más le debe al deporte?
  2. Amigos y haber servido como vehículo de refinamiento cultural.

 

  1. ¿El fútbol qué le debe a usted?
  2. Nada, pues me lo dio todo.

 

  1. ¿Cómo imagina su retiro de las canchas?
  2. Sin dramas ni nostalgias, un punto final y… ya!

 

  1. A Borges, de quien celebramos cien años de su nacimiento, el fútbol siempre le pareció una bobada… sobre todo porque tenía que haber ganador y perdedor…
  2. Es que el fútbol es tan mágico que siendo una bobada, alguien como Borges se ocupó de él.

 

  1. ¿En la intimidad de su almohada le gustaría volver a dirigir la selección colombiana de fútbol?
  2. No en este momento.

 

  1. A su juicio, por qué nos matamos los colombianos?
  2. Es muy difícil vivir tantos vivos juntos, me dijo un amigo en Madrid.

 

  1. ¿La fórmula Maturana para lograr la paz?
  2. Primero buscarla en los corazones, después será otro paseo más manejable.

 

  1. ¿Lo bueno, lo malo y lo feo de nuestros jugadores?
  2. Ellos toda su carrera están sometidos a estos análisis; a mí, a estas alturas, confieso que me da pereza hacerlos.

 

  1. ¿A estas alturas del partido de su vida qué cosas se le han quedado entre el tintero?
  2. Ninguna, voy para adelante.

 

  1. ¿El pecado que más le gusta cometer?
  2. Los pecados tienen su lugar especial para ser confesados.

 

  1. ¿Virtud que más admira en los demás?
  2. El compromiso con lo bueno, lo bien y lo estético deberían ser virtudes.

 

  1. ¿Defecto que le gustaría tener?
  2. Más… No j….

 

  1. ¿Quién le gustaría haber sido?
  2. Me acostumbré a ser Pacho y me siento cómodo.

 

  1. ¿Qué es un amigo?
  2. Una oportunidad para querer y comprender.

 

  1. ¿Los enemigos para qué?
  2. Vienen solos, hay que aceptarlos sin drama. A veces los ayudas a vivir.

 

  1. ¿Persona que más ha influido en usted?
  2. Doña Hilda (su mamá).

 

  1. ¿Qué lo saca de quicios?
  2. La injusticia.

 

  1. ¿Tiene con qué salvar su alma?
  2. No está en peligro.
  1. ¿De qué quisiera morirse?
  2. Ahora no me lo planteo.
  1. ¿Qué le gustaría olvidar?
  2. Nada… todo lo que he vivido es mi equipaje para ser

mejor.

“Y ya para terminar por hoy”, les comparto a quienes no han desertado, un cruce de correos que tuve con el profesor Maturana y que publiqué en el libro Pretextos informales,  que se quedó con ganas de ser un best seller.o

PATERNIDAD DEL “PERDER ES GANAR”

Profesor Francisco Maturana, en el correo que me envía, su señoría tiró a capar.

Dice: “Normalmente no sé por qué recibo tus columnas y las leo que es lo grave. En un tiempo pasado decía Confucio una frase que en un pasado más reciente acomodó Shakespeare: «Si sacamos provecho de nuestras derrotas… probablemente no hemos perdido”.

En una oportunidad envié ese mensaje y un distraído periodista  lo sintetizó para ridiculizarme: » Perder es ganar»…… y todos en coro, felices hasta nuestros tiempos… Y aún los ignorantes pensando que me ridiculizan a mí,  la utilizan en esa dirección.

Lo veo como un acto de atrevimiento o de ignorancia el cual respeto. El tema seguramente pasa por un entorno cultural, y ese no es mi problema”.

Profesor Maturana, me merezco la vaciada, la agradezco. En adelante, procuraré ser más reflexivo, más sensato. No aprovecharé la impunidad que brinda Internet para despotricar sin argumentos del  prójimo.

Señala varios pecados en que incurrimos los periodistas. No soy periodista deportivo. Es una frustración que tengo. Pero, como ellos, y como mortal, meto las de caminar. Procuraré sacar dividendos de esta metida de patas.

Estoy de acuerdo con Confucio en lo de procurar sacar provecho de las derrotas.

A usted le pareció que un distraído periodista lo tergiversó. Diré otra barbaridad de esas que lo sacan de quicios: bienvenida esa tergiversación  porque resume toda una filosofía, ponen su pensamiento al alcance de todas las entendederas.

Lo dicho por Confucio, supongo que lo han dicho todos los perogrullos que en el mundo han sido. Y siempre han tenido la razón.

Kasparov, el excampeón mundial de ajedrez, agradeció haber tenido en sus inicios en rival como Karpov: dice que si no hubiera tenido la fortuna de perder con semejante rival, no habría llegado tan lejos. La importancia de perder es vital.

Déjese calumniar por el colega en eso de que perder es ganar. Que es de la estirpe de otra  que le he oído a usted: a pesar de la derrota, mañana volverá a salir el sol.

Así sean repetidas en tono irónico por el periodista o el hincha que por definición es un apasionado, son una verdad como el puño de un luchador de sumo. Yo las he incorporado a mi experiencia de vida. Son simples, sencillas, no necesitan de fórmulas esotéricas para explicarlas.

Miro el fútbol con lo que me quedó de mi paso por los peladeros de Aranjuez, Campo Valdés, Manrique “i” intermedias. Procuro disfrutar ese deporte.

Por eso digo  en otro “acto de atrevimiento o de ignorancia” que no sé de 4-3-3, ni de medio campo, ni yerbas afines. El fútbol por el fútbol.

Tal vez en el fondo de mis reparos, está el hecho de que habría preferido que al frente de la selección hubieran puesto a otros talentos, que le hubieran cedido la posta a otros.

Ustedes (con el “Bolillo” Gómez) ya hicieron historia. Y muy buena.  Les deseo que nos hagan quedar mal a los críticos, documentados o no, con o sin entorno cultural, y nos lleven al mundial del Brasil.

Gracias por “socializar” con este pecho sobre el tema de director técnico y de desarrollo. Nada de manager.  Me parece bien que le meta universidad al fútbol. Confucio y Shakespeare no sobran en ese entorno.

No sólo de goles vive el hombre. Sobre todo en una profesión como la de futbolista, fugaz si las hay. Para los deportistas el cuarto de hora suele durar menos de diez minutos. De allí la importancia de gente como usted.

O de su colega el profesor Del Bosque, de España, de quien también le mandé sus palabras cuando recibió el premio Príncipe de Asturias.

Dice que no sabe por qué recibe mis columnas. Se lamenta de que las lea. Me lee  “a sus espaldas”, diría yo. Tiene la solución a la mano. De mi parte, diría que tal vez le sigo enviando mis bobadas porque conservo su correo de la vez que lo entrevisté con motivo de sus primeros 50 años.

O lo ví por ahí en algún correo colectivo. Y decidí seguir enviándole otras pendejadas que escribo o que leo y que considero que pueden ser útiles.

Por ejemplo, colecciono opiniones de deportistas, principalmente, que hablan sobre el tema del fracaso en sus múltiples variantes. Van en el anexo, por si lo trama echarla una mirada.

No le quito más, tiempo, y gracias por su correo. od

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