19 de abril de 2024

El maestro Raúl Borja Ávila

Columnista de opinión en varios periódicos impresos y digitales, con cerca de 2.000 artículos publicados a partir de 1971. Sobre todo, se ocupa de asuntos sociales y culturales.
12 de mayo de 2017
Por Gustavo Páez Escobar
Por Gustavo Páez Escobar
Columnista de opinión en varios periódicos impresos y digitales, con cerca de 2.000 artículos publicados a partir de 1971. Sobre todo, se ocupa de asuntos sociales y culturales.
12 de mayo de 2017

Por: Gustavo Páez Escobar 

A los 10 años, Raúl Borja Ávila, nacido en Tunja el 10 de abril de 1944 y que  residía en Zipaquirá, ya mostraba afición por el ajedrez. Vocación estimulada por las enseñanzas recibidas de Victoria Ávila de Borja, su madre, e  impulsada por su padre, Abraham Borja Rubio, brillante maestro de ajedrez, que además cumplió exitosa carrera en el poder judicial. El “archiduque” lo llamaban sus amigos en el ambiente ajedrecístico.

Como dato curioso, Raúl nació el día en que sus padres cumplían un año de matrimonio. Este hecho resulta premonitorio de la alta figuración que tendría como protagonista del juego soberano, que requiere altas dosis de inteligencia y que es movido por la táctica, la estrategia y la lógica.

Según el ajedrecista ruso Anatoli Kárpov, “El ajedrez lo es todo: arte, ciencia y deporte”. Y según Benjamin Franklin, «La vida es como el ajedrez, con lucha, competición y eventos buenos y malos». Estas premisas, que parecen desprenderse del tablero de 64 escaques y 16 piezas enfrentadas en buena lid,  movieron el tránsito por el mundo de los dos Borja maestros del ajedrez –padre e hijo– y guían la conducta de los otros hermanos Borja Ávila practicantes de dicho deporte.

El niño de 10 años que en 1954 sentía en Zipaquirá el ardor de su afición precoz,  impresionó al hermano Arturo, promotor de ajedrez en el colegio La Salle de Zipaquirá. Tiempo después Raúl ingresó al seminario de Tuta (Boyacá). Pero no fue sacerdote, sino ajedrecista profesional. Esa era su verdadera vocación.

Fue campeón en Zipaquirá en 1962; en el departamento de Cundinamarca, en 1963 y 1965; en Ávila (España), en el 2000; en Guadalajara (España), en 2001; en el primer y tercer torneos interclubes (club El Nogal), en 2007 y 2009; en el torneo nacional Sénior Máster de Manizales, en el 2008; en el campeonato nacional Sénior Máster de Armenia, en el 2011.

Y obtuvo otros títulos como subcampeón, entre ellos el continental Sénior Máster de Mar del Plata (Argentina), en 2012. En 1975, en torneo magistral, ganó la partida al maestro Miguel Cuéllar Gacharná. Al tiempo con este ejercicio, era profesor de ajedrez en la Policía, en colegios y otras entidades. Esa era su función vital.

En mi época juvenil, un grupo de amigos fundamos en Tunja el Club Social Capablanca, en honor del genio cubano de ajedrez José Raúl Capablanca. Allí organizábamos campeonatos “caseros” de ajedrez y cumplíamos activas tertulias literarias. Ya ausente de Tunja, no volví a saber nada de la pretenciosa asociación surgida alrededor del ajedrez y que nos despertó la mente hacia la inquietud intelectual.

Abraham Borja Rubio, el padre y maestro del personaje reseñado en estas líneas,  murió en el año 2001. En honor suyo, sus hijos crearon la fundación que lleva su nombre. A esta fundación ingresa, por supuesto, el nombre de Raúl, cuyo paso por la vida concluyó el pasado 15 de abril. Dolor que comparto con su familia.

Con fecha 31 de marzo de 2014, la Federación Colombiana de Ajedrez otorgó el título de “maestro nacional” a Raúl Borja Ávila, al acreditar los requisitos fijados por la entidad dos años atrás. El mundo del deporte, donde vibra el alma de la patria, se enaltece con esta dinastía de ajedrecistas.

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