29 de marzo de 2024

Dignidad

14 de mayo de 2017
Por Hernando Arango Monedero
Por Hernando Arango Monedero
14 de mayo de 2017
Hernando Arango Monedero
hernando arangoLos colombianos somos muy dados a cuestionar el Congreso de la República y los demás poderes del Estado, sin tener en cuenta lo que somos como país, como sociedad y como integrantes de esta. Desde luego que nos gastamos, paralelamente, una facilidad inaudita para decir y, desdecir si es necesario, y para condenar a priori a nuestros semejantes. El resultado de esa costumbre nuestra, no es otra cosa que el desánimo generalizado sobre lo que somos y sobre lo que nos rodea. Y, subsecuentemente, la cultura del hacer sin miramientos a si lo que realizamos está bien, es lo correcto, o simplemente actuar como se nos da la gana sin importar para nada los que, con nosotros, componemos la sociedad.
Hablamos de la corrupción y estamos dispuestos a aceptar a quienes incurren en desmanes. A tal punto llega en veces esa tolerancia, que acabamos admirando el descaro, el desparpajo y la desfachatez de quienes “logran” trampear, aceptar, o dar o proponer, desfalcos, comprar conciencias o burlar procedimientos y procesos. Aplaudimos, así sea en silencio, a quienes se enriquecen robando, asaltando, traficando. A esos, los llamamos vivos y miramos y calificamos como tontos a quienes se niegan a traspasar las líneas de la decencia y de la dignidad que, quiérase o no, tenemos in péctore.

De este estado de cosas, nacen algunas de las “ideas” que ruedan en las redes sociales, mediante las cuales votar en blanco en las elecciones de Congreso, llevará a acabar con esa “vagabundería”, cosa que en algunos países no existe y, desde luego, se inventan el nombre de algunos lugares, en donde efectivamente no hay Congreso, olvidando que allí se llama Parlamento o Asamblea o Duma, o  como se le designe, pero hay un cuerpo colegiado que elabora leyes y ejerce control político sobre los demás poderes. Olvidan que la carencia de organismos como estos, conduce a dictaduras y a totalitarismos que son funestos y que en nada mejoran el estado de cosas que quieren purificar.

Quizás, lo que la sociedad ha olvidado es que, lo que sí hay que mejorar, es el control que como integrantes de ella debemos ejercer sobre los que representan nuestros intereses en esos cuerpos colegiados y órganos del Estado.  Y no se cambia el proceder de esos representantes si hay desidia, y si hay aceptación,l y si no hay exigencia. No cambiará nada si no cambiamos nosotros. Olvidémonos de que las cosas serán a otro precio si repetimos consuetudinariamente los mismos procederes. Si aceptamos socialmente a quienes se apropian indebidamente de los recursos del erario; si aceptamos a quienes actúan indebidamente desde cualquier estamento de la sociedad para burlar las normas del buen proceder. En una palabra, es imperativo que la sociedad recobre el sentido de la DIGNIDAD.
Y la dignidad empieza en nosotros mismos. La dignidad nace y se transmite con el ejemplo. La dignidad se ejerce cuando se respeta el derecho de los demás. La dignidad se reconoce cuando no juzgamos y condenamos a nuestros semejantes sin que la justicia se haya pronunciado.  La dignidad es también un comportamiento que nos lleva a no aceptar a quienes han preferido el camino de la burla y desafío a las normas de la sociedad que integramos.

Y no hay que olvidar que la dignidad se enseña desde la casa y la escuela. No es posible exigir de los niños comportamientos que vayan en contra de lo que se espera de ellos si no les enseñamos el buen camino. Aquí los padres y los maestros tenemos una gran responsabilidad, responsabilidad que hoy muchos no están en condiciones de asumir.
Es entonces la hora de que los ciudadanos asumamos el papel que nos corresponde si queremos estar en condiciones de exigir de los demás corrección y dignidad en sus procederes. Sólo de un medio digno, se puede esperar que haya dirigentes dignos, representantes dignos, gobiernos dignos, jueces dignos. Si no exigimos dignidad en el proceder en el medio cercano, será imposible pedirla más allá.
Es hora de que el país se comprometa en una campaña agresiva para que podamos DIGNIFICAR LA POLÍTICA, entendida esta como el quehacer diario de los ciudadanos y el bien común que de ello se espera.

Manizales, mayo 14 de 2017.