28 de marzo de 2024

Viernes claroscuro

Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
21 de abril de 2017
Por Óscar Domínguez
Por Óscar Domínguez
Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
21 de abril de 2017

Óscar Domínguez Giraldo

Los devotos de los expresidentes Uribe y Pastrana, muchos de ellos encopetados excolaboradores suyos, no se cambian por Dios ni mano a mano después del encuentro que sostuvieron el Viernes Santo con el presidente Trump en algún pasillo en un exclusivo club de La Florida.

Mientras tanto, el entorno del presidente Santos se pregunta si la canciller continúa en el spa, o el embajador en Washington anda de mucho pedicure. Algo falló en la diplomacia y tratan de minimizar la moñona política de los jefes opositores.

Alfonso Prada, vocero presidencial, chicanea con par doses, como en el juego del póquer: que Santos-Trump han hablado por teléfono y que ya echarán cháchara en mayo en visita oficial a la Casa Blanca. Nada de intermediarios lagartos.

Radio Pasillo de la cancillería le atribuye la realización del encuentro a un excandidato republicano casado con colombiana, exporrista de Los Delfines de Miami. El facilitador del diálogo primero denigró de Trump, y luego, por arte de “voltiarepismo” político que se da en todas partes, se sumó al nuevo césar.

Miembro de la comisión de asuntos exteriores del senado, Mario Rubio, hijo de cubanos, ducho en multas de tránsito sin pagar, propició el besamanos de mandatario en funciones con dos huérfanos de poder. Mejores protagonistas del “reality show” que presenciamos no podían conseguirse. Y sin comerciales.

Como los detalles llegan por cuentagotas, cuando estas líneas circulen pueden ser periódico de ayer. De pronto sepamos que el encuentro no fue ni casual ni breve, sino que hablaron dos, tres, cuatro horas, porque Trump terminó subyugado con el inglés y la dialéctica del senador Uribe y por la simpatía de Pastrana, un “hombre Harvard” como lo rebautizó su taita.

Es posible que cuando tropezó con ellos, con el conocimiento de América que tiene, Trump les haya preguntado si eran expresidentes de Bolivia o de Guatemala.

A lo mejor los regañó, no por su pinta de colados, sino porque se abstuvieron de invitar al nuevo Bob Dylan paisa, el reguetonero Maluma y a su mecenas el gobernador Pérez.

Santos podrá llenar ese vacío cultural cuando le toque el turno. Que lo inviten rápido porque si no le da un patatús.

Ahora, no está bien criticar a mis colegas Uribe y Pastrana (colegas pensionados) porque se gastan su jugosa mesada de expresidentes en sol de La Florida. Allá Uribe si manda cartas al congreso gringo o se da su rodadita en Washington para despotricar del gobierno. Lo mismo hicieron en su momento Piedad Córdoba y el presidente Santos.

Y si Pastrana desea explicar cómo no tiró la toalla cuando Tirofijo le dejó la silla vacía, está en su derecho.

Menos mal, el proceso de paz está firme como la Piedra del Peñol. Por lo pronto, gocémonos este “reality” por cuenta del claroscuro Viernes Santo que fue de gozo para la oposición y de dolor para el santoral palaciego

Ñapa

Oración por Trump

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Señor, los polacos dicen que la vejez te salió mal. En lo de Trump tampoco te fue mejor. No había necesidad de incurrir en un lapsus con nombre de pato para noticarnos “urbi et orbi” que haces lo que quieres.

Sospecho que tomaste compensatorio el día que se aprobó el articulito aquel de la constitución gringa que le permite a gente como Trump ser presidente con dos millones de votos menos que Hillary. A veces tienes un sentido del humor que te envidiarían Mark Twain, Groucho Marx y Woody Allen juntos.

Lamento positivamente que me hubieras negado una voz a lo Frank Sinatra  para decirle, «a mi manera», no a Trump en caso de que me invitara a cantar en su posesión.

Si en algún momento de su eterno mandato de cuatro años se te ocurre decirle: “Estás despedido”, gracias mil.

Quién lo creyera, Señor, pero a veces pecas y empatas: Pusiste vivir en el mismo país a Walt Whitman y a Trump.

Por una vez lamento que me hubieras negado la condición de suculenta fémina, de caderas hechizas hechas en el quirófano, para no darle ni la hora de la semana pasada en caso de que me echara los perros.

Pregunta: ¿Podrías sacar de la manga algún escandalito que nos permita ahorrarnos al señor Trump? Ya nos diste la mano con  Nixon.

Al lado de Nixon, Trump es un aprendiz con el sartal de mentiras que suele ensartar. El caballero se saca de la boca una hamburguesa para decir “posverdades” el nuevo nombre de las mentiras. Señor, no es por molestar con jota, pero esta vez se te fue la mano en gallina. Puedes rectificar.

Menos mal Trump todavía ignora quiénes somos nosotros. En esto te damos unas cataratas del Niágara de agradecimientos.

Mafalda, retirada del bullicio, diría que el mundo está enfermo de los Estados Unidos.

¿Será que es mucho pedirte que le escondas el twitter  al hombre que se ha casado tres veces y detesta los números impares?

Si insiste en construir el nefasto muro en la frontera con México, te sugiero repetir el episodio de la torre de Babel y confundir a los trabajadores. Cuando pidan un ladrillo que les alcancen una caja de condones.

Ah, recuerda esconderle el cuarto donde bosteza el botón nuclear….