29 de marzo de 2024

«La PACHAMAMA está triste»

23 de abril de 2017
Por Gonzalo Quiñones V.
Por Gonzalo Quiñones V.
23 de abril de 2017

Por Gonzalo Quiñones V.

Esta exclamación pertenece a una humilde abuela, con muchos años, y estima profundamente la TIERRA. Es nuestra casa materna y paterna. Ha alimentado a nuestros ancestros y ahora nuestra familia. Nos proporciona la vida, nos calma la sed. Es la PACHAMAMA que amamos desde antiguo pero…”todo tiene su tiempo. Su tiempo para sembrar, su tiempo de cosechar, su tiempo de nacer y de crecer. Hay que hacer descansar la tierra; ya no quiere dar casi nada, no quiere producir. Debe ser porque muchas veces la despreciamos, desperdiciamos y hasta botamos la comida. Hacemos sufrir de agua a las planticas. Es que ahora no la dejamos descansar, no la alimentamos, no le damos abono, no le pagamos como corresponde. Mi pachamama está triste. No sé, será que los tiempos han cambiado “…

La radiografía de la abuela campesina, de delantal y pañuelo, blanca cabellera y bondad en su cara, no tiene el menor término técnico. Son palabras sencillas igualmente fuerte, que nos cuestiona y nos lleva a una nueva apreciación de la Tierra, que nos permite “revivir” el valor que representa. Es un sentimiento tan puro como la naturaleza, para la celebración del 22 de abril como el día internacional de la Madre Tierra. Y no el día dé la Tierra simplemente.

El calificativo de la Madre Tierra cobró vigencia desde el año 2009. Lo que de cierta manera corresponde a una sana revolución, en la forma de mirar el Planeta Tierra y de su relación con él. Una cosa es decir Tierra sin más, que se puede comprar, vender, investigar científicamente y explotar económicamente. Otra cosa es decir, Madre Tierra, porque a una madre no se la puede explotar económicamente, ni mucho menos comprar o vender. A una madre hay que amarla, cuidarla, respetarla y hasta reverenciarla. Atribuir valores a la Tierra porque es madre, conlleva a afirmar que es sujeto de dignidad y portador de derechos, tan inalienables, como los derechos humanos y el derecho a la vida.

Ahora, apreciemos nuestra triste realidad: la Tierra colombiana es un privilegio de unas cuantas familias, de terratenientes con poder político. De los explotadores nacionales y extranjeros sin escrúpulos, como la minería ilegal que asesina la Tierra y envenena las aguas. Los negociadores de amplias franjas rurales y urbanas para construir caprichosos centros habitacionales, una cantidad de casas de familia, sin ningún rigor técnico, a orillas de las quebradas y los ríos, hasta sin ningún estudio de terrenos. Y los inescrupulosos “reyes de la madera” que talan los bosques y de ahí que la tierra se reseca. Y todo este cáncer ambiental que profesamos, responde con deslizamientos, avalanchas, desbordamientos y muerte colectiva, desde el momento mismo en que surgen los aguaceros de largas horas de duración, con gran poder de destrucción. La Madre Tierra, reclama respeto, consideración, buen tratamiento y consentimiento. El reclamo es para todos, legos en la materia y especialistas. El gobierno con todos sus componentes y para las empresas, especialmente las del sector industrial. No matemos nuestra Madre Tierra. Es tiempo de reaccionar. Los testimonios trágicos de Mocoa y Manizales, son una muestra fehaciente y reveladora del poder de la naturaleza frente al hombre y sus recursos técnicos. Es tiempo de la prevención con amor por la Madre Tierra. Seamos solidarios y multipliquemos el mensaje.