29 de marzo de 2024

Japiberdi, Don Fernando

Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
26 de abril de 2017
Por Óscar Domínguez
Por Óscar Domínguez
Fue director de Colprensa y ha sido corresponsal de Radio Francia Internacional y de la DW (Voz de Alemania).
26 de abril de 2017

Óscar Domínguez Giraldo

Para decirlo con letra de bolero, “parece que fue ayer” y no hace 122, el 24 de abril, que nació Fernando González, el Brujo de Otraparte, en Envigado. Sus fans que lo admiramos mucho y lo leemos poco, echamos campanas y voladores al aire para celebrar su vida y obra. Porque nunca hubo luto por su muerte sino alegría por su travesía.

Fue el hombre que en 1954 fue candidatizado al Nobel de Literatura por un grupo de intelectuales.  Uno de ellos, Jean Paul Sartre, conocía la traducción al francés de Viaje a pie. Otro promotor,  el estadounidense  Thornton Wilder, empezó a familiarizarse con su obra cuando en 1941  lo visitó en su refugio de Otraparte.

El viaje a pie (1929) tuvo el privilegio de haber sido prohibido por la arquidiócesis de Medellín. Tampoco se podía leer, Don Mirócletes (1932), dedicado a las ceibas de la plaza de Envigado.

Fue un autor prohibido para todo católico pese a que  en una de sus cartas a su hijo Simón, se definía como “Yo, el mismo bobo protegido por Dios”. A raíz de los baculazos eclesiásticos comentó: “A mí me han llamado ateo los jerarcas, y fui beato”. Con su veto, la arquidiócesis contribuyó a que se leyera más. Tardías gracias.

Para indemnizarlo por los exabruptos contra él y su obra, el presbítero Daniel González escribió el libro “San Fernando González, doctor de la Iglesia”. Y el cura catalán Andrés Ripol quien estuvo en los 25 años de la muerte de González en una velada que contó con la presencia de Carlos Lleras Restrepo y Belisario Betancur en la Casa de Antioquia en Bogotá, prometió no descansar hasta llevarlo a los altares. El editor Alberto Aguirre convirtió en libro la correspondencia entre ambos.

En sus días de activista el Maestro  hizo méritos para el baculazo. No se paró en pelos para denunciar el “punible ayuntamiento” entre el Estado y la Iglesia y la explotación del hombre por la religión. En El Hemafrodita dormido, arremete sin miramientos, con crudeza de panfletario. Trinó contra el comercio que se hace de la religión con fines económicos. Y lo hizo como en otros libros, desde su etilo originalísimo, franco, claro, contundente, directo, sin concesiones, elegante. ¡Qué banquete se daría en estos tiempos!

Gustavo Restrepo, director de la Corporación Otraparte desde su fundación hace 15 años, sostiene otro retrato del maestro Angulo quien le pisa los talones a los 90 años y sigue tan campante.

La política colombiana fue blanco predilecto de su demoledora prosa, cargada de un fino humor que no era para arrancar sonrisas sino para sorprender, denunciar. Manejaba como nadie el idioma, su herramienta de trabajo. Actuaba como un látigo contra los que hacían mal la tarea. En sus Cartas a Estanislao no deja títere con cabeza.

Filósofo de la autenticidad

El menú del cincuentenario de su muerte incluyó sexta reedición del libro “Fernando González, filósofo de la autenticidad” escrito el exmagistrado Javier Henao Hidrón.

El libro que lleva en la carátula foto del Brujo a sus 40 años, acababa de salir del horno editorial (Invest Marketing Sas). La primera edición corrió por cuenta de la U. de Antioquia.

La Pontificia Bolivariana editó bella y finamente la obra de González en tiempos del editor Luis Carlos Molina.

El propio  González fue  biógrafo de Bolívar, Santander y del venezolano Juan Vicente Gómez. De las biografías decía que  las “verdaderas universidades son los hombres”, recuerda Henao Hidrón quien cualquier día se armó de audacia y visitó a González en su refugio, subyugado por el fondo y la forma de su pensamiento.

“No le gustaba ser biografiado, ni considerado maestro o filósofo consagrado, ni tener discípulos, sino arrojar a cada uno en brazos de sí mismo para que se autoexpresara y adquiriera una definida personalidad, capaz de contribuir a la formación de una patria, social, política e ideológicamente auténtica”, precisó Henao.

El joven abogado se ganó invitación a repetir visita. Sobre su oficio de biógrafo dijo que a este le corresponde “ser sincero, imparcial, ubicar al personaje en el contexto histórico en que vivió y resaltar su mensaje hacia el porvenir. Fernando González entendía que la tarea del biógrafo consistía en revivir el personaje por el procedimiento de la autosugestión, hasta identificarse con él; de ahí que llamara emocional a su método”.

En esos encuentros “los temas centrales eran la juventud, la Colombia de entonces y la necesidad de ‘no imitar, de abandonar lo simulado y de autoexpresarse’, en lo cual hacía consistir la cultura y la formación de la personalidad”.

Cuenta que aprendió de su biografiado la “lección consistente en no mentir, en encontrarse a uno mismo, en no pretender ser otro”. Y cita de uno de sus libros: “La grandeza nuestra llegará el día en que aceptemos con inocencia (orgullo) nuestro propio ser”.

Explica lo que se trae con su biografía: “Hacer conocer a uno de los grandes de la literatura colombiana y latinoamerciana. Y, con ello, a un maestro de aquella juventud que tiene ansias de superación”.

Viajero de Otraparte

Otro habitual  en esos predios era el poeta Gonzaloarango quien se proclamó a sí mismo “viajero de Otraparte”. Cuando los domingos tardaba en aparecer, la esposa del escritor, doña Margarita, hija del presidente Carlos E. Restrepo, lo rescataba de entre las cobijas para recordarle que tenía cita con su marido.

El rebelde de Andes, hijo espiritual del abuelo Fernando, obedecía mansamente. En esas idas y venidas pulió el movimiento nadaista que creó y descreó. Solía aparecer con el resto de la tribu, incluido el poeta Eduardo Escobar, paisano y pupilo del gurú González.

En una velada en Otraparte, la familia de Arango anunció que donaba a la Corporación los derechos de autor de la obra del escritor.

La cesión de derechos fue recibida con bombos y platillos. Pero como leemos poco, a las arcas de la Corporación seguirá entrando más platica por ventas en el Café Otraparte, un concurrido bar-restaurante que produce más recursos en un fin de semana que años de ventas de libros de González y Arango juntos. Las ventas no alcanzan ni para alimentar la caja menor. Gonzáles y Arango no son creadores que reciben el honor de ser vendidos, fotocopiados, pirateados, en el semáforo.

Menos mal, el municipio, apodado el Mónica paisa, se mete la mano al dril para pagar el agua, la luz y yerbas afines. La Corporación tiene la Casa Museo en concordato, participa en un convenio cultural anual y en los proyectos del presupuesto participativo. Se ve venir el parque Cutural Otraparte. Hay guardián en la heredad.

De Envigado escribió González: “Lo mejor del Valle del río Aburrá, para el alma pasional, la mente y el espíritu, es Envigado…”.

Para los románticos sin remedio de la Corporación el “negocio” está en otra parte: en la alegría que produce la difusión del testimonio del Maestro. No siempre poderoso señor en don dinero.

El antropólogo Gustavo Restrepo Villa, director de la Corporación, egresado de EAFIT, precisó que durante el resto del año realizarán múltiples actividades en su memoria. Esperan publicar otra edición de Mi Simón Bolívar.

Descubro el agua tibia cuando repito que el Brujo es un escritor de alta peligrosidad porque obliga a pensar, incita a  ser íntegros, éticos, vivir  sin temor al qué dirán. Nada de prosa acartonada; es festiva, castiza y contundente como un nocaut. Que no los coja la noche sin haberse enriquecido a sus costillas. Su literatura es una fiesta, su pensamiento un paseo de día entero. González no tiene desperdicio. 

Conversación con el Brujo

El portal www.otraparte.org que debería ser de obligatoria consulta para católicos y ateos, jugadores de tute o  pisingaña, nos recuerda a toda hora las existencia del maestro Fernando González Ochoa, de ascendencia vasca.