15 de abril de 2024

Deshonesto-a, posverdad, contracción, infringir-infligir

Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
11 de abril de 2017
Por Efraim Osorio
Por Efraim Osorio
Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
11 de abril de 2017

Quisquillas de alguna importancia

efraim osorio

¿Tendrá la Academia de la Lengua la sensatez de rechazar semejante disparate? 

Hasta vergüenza me da siquiera mencionarla, porque es tan tosca y tan grosera, como su jefe, el señor Maduro de Venezuela, y como el de éste, el desaparecido Chávez, responsable de la caótica y deplorable situación que sufren nuestros vecinos. Me refiero a la canciller de ese país, una tal Delcy Rodríguez, que insulta sin tapujos y desvergonzadamente a quienes se opongan al régimen dictatorial por todos conocido. Esta señora “se refirió a Almagro como ‘mentiroso, deshonesto malhechor y mercenario” (El Tiempo, 28/3/2017). ‘Malhechor deshonesto’, un pleonasmo, si los hay. Si tenemos en cuenta que sinónimos de ‘honesto’ son ‘probo, recto, honrado’, un ‘malhechor’ no puede ser ‘honesto’, pues su costumbre es cometer delitos –vive para perpetrarlos–, hábito que no tiene una persona honrada. A pesar de la escasísima o nula relevancia de la fuente, es conveniente anotar estos desatinos para de ellos alguna cosa aprender. ***

Me había comprometido conmigo mismo a no volver a hablar del absurdo término ‘posverdad’, o, mejor, del disparatado significado que le acomodaron, pero desistí de mi empeño cuando leí en El Tiempo esta frase del señor Moisés Waserman: “La enemiga de la buena ciudadanía es la mentira, hoy mejor presentada en sociedad con el término campeón de ‘posverdad’…” (31/3/2017). Ofrece enseguida la definición que de este esperpento da el diccionario Oxford, y que ya transcribí. Sigue el columnista: “La posverdad está nutrida por una mezcla de mentiras simples, generalizaciones acríticas, teorías conspirativas extrañas y rumores”. ¡Término campeón, bah! Mejor, ¡sinsentido campeón! Hasta ahora nadie ha dado una explicación –porque no la hay, ni la dará, porque es imposible– de por qué el prefijo ‘pos-’ (‘post-’) despoja a la palabra ‘verdad’ de su significado primario, a saber, la “conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente”. Semánticamente, ‘posverdad’ significa ‘lo que hay detrás de la verdad’ o ‘lo que viene después de ella’ –las otras acepciones son caprichosas–, puesto que eso es lo único que el susodicho prefijo quiere decir en los vocablos que con él se forman, sin quitarle a su elemento principal el significado natural. Por ejemplo, en el término ‘posguerra’ (“tiempo inmediato a la terminación de una guerra”), ‘guerra’ sigue siendo ‘guerra’. Para expresar lo que los admiradores de la palabreja esa pretenden hay muchas palabras, empezando por ‘mentira’ y siguiendo con ‘patrañas, infundios, farsas, invenciones, filfas, bulos’, etc., y hasta dichos, como ‘dar dado falso’, ‘meter gato por liebre’, ‘jugársela de codillo’, ‘dar el pego’, etc. ¿Tendrá la Academia de la Lengua la sensatez de rechazar semejante disparate? ***

En castellano, cuando se encuentran la preposición ‘a’ y el artículo determinado masculino ‘el’, éstos se contraen en ‘al’ (“iré al mercado”). Un titular de Sucesos afirma: “A el Peludo le pegaron seis tiros en Arauca” (LA PATRIA, 30/3/2017). Dos consideraciones pertinentes: si a este sujeto le decían El Peludo, el titular debió ser éste: “A El Peludo le…”; si el artículo no era parte del apodo, así: “Al Peludo le…”. La misma norma rige para la preposición ‘de’ y el mismo artículo: ‘del’ (“la casa del prelado”). Elemental, muy elemental. ***

Después de leer las siguientes frases de la columnista Fanny Bernal O., resolví recomendarle el uso del diccionario, de cualquier diccionario: “…muy a pesar del daño que se haga e infrinja a otras personas”. “…en aras a formar parte de una sociedad en la que…” (LA PATRIA, 2/4/2017). En uno de ellos encontrará la diferencia que hay entre ‘infringir’ e ‘infligir’, verbo este último el apropiado en la primera de las frases citadas. Verá también, en uno especializado, que la locución de la segunda frase es ‘en aras de’, no ‘en aras a’. Además, que con un poco de análisis y un buen oído gramatical, en lugar de echar mano de dicha locución –que en la cita queda como mosca en leche–, la preposición ‘para’ le habría quedado ahí que ni pintada. Esta locución, como lo anoté hace pocas lunas, debe reservarse para casos que la merezcan, por ejemplo, “sacrificó su vida en aras de un ideal”.

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