18 de abril de 2024

La cultura es lo que queda

17 de marzo de 2017
Por Augusto León Restrepo
Por Augusto León Restrepo
17 de marzo de 2017
 Por Augusto León Restrepo 

augusto leon restrepoMe pregunté esta mañana cuando me senté frente al computador si esta crónica tendrá algún lector, por cuanto, con razón, los lectores deben estar entretenidos en lo de Oldebrecht y los elefantes dañosos que han reaparecido en la política nacional. Yo mismo estuve tentado en echar mi cuarto a espadas en el tema de actualidad, pero me dije para mis adentros que no podía dejar en el tintero lo que presencié en el Festival de Cine de Cartagena y que tiene que ver con la reconciliación, con la convivencia, con el país que aspiramos a dejar para las futuras generaciones.

Resulta que para la inauguración del Festival y para la presentación del Silencio de los Fusiles, película documental de Natalia Orozco, fueron invitados algunos personajes que aparecen en la cinta como protagonistas, entre los cuales sobresalen Humberto de la Calle, el guerrillero Pastor Alape y el enigmático Henry Acosta, reconocido porque según la pequeña historia del proceso de terminación del conflicto con las Farc, fue quien abrió el camino para las negociaciones.

De izquierda a derecha Diana bustamante, Natalia Orozco y Humberto De la Calle.

En escrito anterior anotamos que el Presidente de la República, con un buen discurso, instaló el certamen cinematográfico. A su llegada, hubo un silencio absoluto. Y cuando llegaron Humberto de la Calle con su señora y el comandante guerrillero Pastor Alape con su séquito, cada quien por su lado, hubo unos murmullos expectantes. En el mismo recinto, a la misma hora y en el mismo evento, coincidían los representantes del establecimiento burgués y los hasta ayer subversivos en busca de la instauración del socialismo del siglo XXI  por la vía de las armas. Los socios principales del Festival, lo son desde hace varios años RCN, Radio Cadena Nacional, Postobón y Five 7 Media que es una productora de contenidos que trabaja con RCN, o sea los señores Ardila Lulle. Patrocinadores Oficiales Volkswagen y Cine Colombia y Socios Institucionales, varias entidades estatales y la Embajada de España en Colombia. Es decir, grandes empresas del capitalismo colombiano, cuyos ejecutivos, supongo,  ocupaban los puestos preferenciales del Centro de Convenciones Julio César Turbay Ayala,  Presidente colombiano que se hizo célebre por su mano dura y fuerte contra la subversión. Un marco bastante curioso. ¿No les parece?. Y en una misma fila de platea Natalia Orozco y a su derecha De la Calle y Doña Rosalba; a su izquierda, Pastor Alape, Tanja Nijmeijer la Holandesa, su consorte Boris Guevara y Camila Cienfuegos. Yo creo que el noventa y nueve por ciento de los asistentes, jamás había visto un guerrillero de cerquita. Y pues ahí estaban y al final de la película el Presidente, De la Calle, todos, se dieron la mano y salieron cada uno por su lado, hay que reiterarlo. El sueño de Bateman y de tantos desde Simón Bolívar, de lograr el gran sancocho nacional, se había cumplido. Como en una película.

Etienne Boussac, Arturo Alape, Diana Bustamante y Natalia Orozco.

Y a la mañana del día siguiente, otro encuentro civilizador. Ahí estaban en la tarima, moderados por Natalia Orozco y Diana Bustamante, Directora artística del Ficci, Humberto de la Calle Lombana, Félix Antonio Muñoz o Pastor Alape y el Editor de El Silencio de los Fusiles Etienne Boussac, ante quinientos asistentes o más, dando su versión sobre cómo se hizo posible el documental de la joven guionista antioqueña. Durante una corta hora, además, respondieron algunas preguntas de los atentos escuchas, jóvenes en su inmensa mayoría, que aplaudieron a Alape por su autenticidad, sus mensajes de reconciliación y la reiteración del cumplimiento de la dejación de armas y por su respuesta sincera cuando reconoció que los guerrilleros le temían más a los micrófonos de RCN que a los bombardeos. Y las palmas prolongadas para De la Calle cuando reiteró que la terminación del conflicto y la paz subsiguiente es la bandera que no se puede arriar, así se presenten los obstáculos y los ataques desde el frente que fuere. Luego vinieron las entrevistas y las fotos. La muchachada quería llevarse el registro gráfico de lo que habían presenciado, que es como el adelanto de lo que se va a repetir por campos y ciudades: reinserción de la guerrilla, coincidencia en un mismo ámbito y vigencia del espíritu de diálogo, alrededor ojalá del arte, de la música, de la literatura, como expresiones de nuestra identidad. Recordé que en un diálogo de una película cuyo nombre olvidé, un personaje manifestaba que las guerras, todas las guerras, terminan de una u otra manera, pero que lo único que queda es la cultura. Después de la atención y los aplausos  para quienes intervinieron en el conversatorio puedo asegurar que la juventud le apuesta, con determinación y convencimiento a la cultura, como sustrato fundamental de la paz.

http://www.eje21.com.co/2017/03/el-silencio-de-los-fusiles/