18 de abril de 2024

Balompié, cuidarse de, hasta, sintaxis

Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
2 de marzo de 2017
Por Efraim Osorio
Por Efraim Osorio
Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
2 de marzo de 2017

Quisquillas de alguna importancia

efraim osorio

Luis Lentijo Jaramillo, buen estudiante, excelente nadador, deportista completo, fotógrafo, dibujante, en una palabra, polifacético: mi personaje inolvidable. 

Desde niños –cuando jugábamos este deporte hasta con pelotas de papel o trapo, o con unos balones de cuero, que, mojados, pesaban como piedras, y con los que un cabezazo producía un ‘cierto dolorcito de cabeza’–, le decíamos ‘fútbol’.  La Academia de la Lengua, para castellanizar este anglicismo y el de ‘voleibol’, introdujo en la vigésima edición de su diccionario (1984) las palabras ‘balompié’ y ‘balonvolea’, como ya lo había hecho en la edición anterior con el término ‘baloncesto’ (‘basquetbol’). El señor Clemente Cubillos Rodríguez, en su misiva a la Voz del lector de LA PATRIA, escribió: “Los pescadores del área del CD (argot de balón pie colombiano) pretenden hacer su agosto en enero…” (13/2/2017). Sobra decirle a este asiduo corresponsal que consulte el diccionario, en el que encontrará, además de ‘balompié’, los vocablos ‘balompédico, baloncestista, baloncestístico, balonmanista, balonmanístico’, todos relacionados con el respectivo deporte. Nota: Desde la vigésima segunda edición del mencionado diccionario (2001), aparece esta entrada: Balonmano. Y dice que es calco del alemán ‘handball’. No transcribo la definición, porque de este deporte hay varias clases. Por ejemplo, de muchachos practicábamos una, que consistía en envolver en una guadua vertical, a punta de puñetazos, un balón colgado de un lazo: dos, los contendores, y ganaba, por supuesto, el que lo envolviera primero. Mi contrincante fue casi siempre Luis Lentijo Jaramillo, sacerdote manizaleño, que murió en la flor de su vida en un accidente en Venezuela, cuando se desempeñaba como capellán de unos obreros colombianos. Luis Lentijo Jaramillo, buen estudiante, excelente nadador, deportista completo, fotógrafo, dibujante, en una palabra, polifacético: mi personaje inolvidable. ***

‘Cuidarse de’ quiere decir ‘evitar’: por ejemplo, cuando decimos ‘hay que cuidarse de malgastar el dinero’, queremos decir ‘hay que evitar malgastar el dinero’. El Tiempo, que, generalmente, ‘se cuida de cometer errores’, tituló una nota sobre el dictador venezolano de este modo: “Maduro se cuida de no pelear con Trump…”. Y, en el texto de la crónica, afirma: “…pero se cuidó de no culpar de ello al nuevo presidente…” (15/2/2017). Según estos textos, Maduro hizo todo lo posible por pelear con el presidente norteamericano, y por culparlo de la inclusión en la Lista Clinton de su ‘angelical’ vicepresidente. El diccionario de María Moliner propone este ejemplo: “Cuídate muy bien de meterte en mis asuntos”, es decir, “evita por todos los medios meterte en mis asuntos”. Es absurdo, por lo tanto, pensar que las dos construcciones, la que incluye la negación y la que la omite, expresen la misma idea. ***

El mismo periódico, muy bogotano él, tituló: “Nairo y Froome sólo se verán hasta el Tour” (13/2/2017). En éste, tampoco ‘se cuidó de emplear mal la preposición hasta’, error propio de cundinamarqueses y boyacenses. De acuerdo con este empleo equivocado de la preposición, estos dos ciclistas se ‘estarán viendo únicamente hasta el Tour’. De esta competencia en adelante, no, porque, precisamente, la preposición ‘hasta’ indica el término al que llega una acción, verbigracia, ‘estaremos en el pueblo hasta las vacaciones’. Elementalísimo. La frase, redactada como enseña la gramática, sería ésta: “Nairo y Froome sólo se verán en el Tour”. Y, todos lo deseamos, que gane nuestro sin par boyacense. ***

El señor ministro de Justicia, Jorge Eduardo Londoño Ulloa, redactó de esta guisa: “Justicia tardía no es justicia, y más aún cuando esta respuesta se refiere a delitos de cuotidiana ocurrencia” (El Tiempo, 16/2/2017). La falta de sintaxis en esta redacción es evidente, pues la negación exige, en lugar de la locución adverbial de cantidad ‘más aún’, la opuesta, ‘menos aún’. Con el siguiente ejemplo ilustro mi idea: “Si no puedo levantar cien libras, menos, doscientas”, frase en la que no es lógico el adverbio ‘más’, como no lo es en la del señor ministro, quien, ‘según los cables llegados ayer’, renunció a su chanfaina, dizque para no inhabilitarse, pues quiere aspirar al Senado. ¿Cuánto tiempo ejerció como ministro? Es más importante su aspiración política que el ministerio (servicio), que, para él, sólo fue un trampolín. Como para todos, ¿o no?

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