Político sin curul, no es nada
La política es extrovertida. No van con ella los cartujos, no los tímidos, tampoco los gagos, menos los indecisos. La política conlleva arrojo, valor civil, temeridad, horizontes, riesgos de tahúr. Es un juego de dados que se los ve correr sobre el tapete verde con aprehensión de angustia. Es masculina, fornida, tiene frente soñadora, boca abierta para las cataratas verbales, tórax de león. El político es un guerrero, sabe superar todos los avatares, caviloso para maquinar sorpresas, prepara los asaltos, rumia sus desventuras, jamás se acoquina ante la adversidad. Es optimista, y si la tempestad, en noche aciaga, ruge en su entorno, espera que la aurora descorra las cortinas de un vibrante amanecer. Es tenaz, porfiado, y quienes hoy lo denigran y persiguen, mañana serán sus aliados entusiastas. Entiende que la política es una ruleta que a todos reparte pérdidas y ganancias. El político de casta trasiega páramos, monta acémilas, camina trochas, utiliza pájaros metálicos, pernocta con vigilancias, apertrecha su arnés de sofisticados recursos bélicos. No se cansa. Renueva las jornadas extenuantes con otros compromisos fatigosos. No sabe de asuetos y mira con horror una enfermedad que lo inmovilice. La política es para los ambiciosos que no les importa haber sido; siempre quieren ser. No se dejan acorralar. Los cercos hostiles, las murallas que sus adversarios fabrican para detenerlo, en saltos prodigiosos los supera con arrojo de gladiador. La sangre del político es espesa, corre por arterias como riachuelos trepidantes. Es seco, voluntarioso y mandón. Siempre está en el vivac.
El político no es nada sin curul.Los que aspiran a ser ediles, en época de elecciones, transforman con ruidos estentóreos la vida municipal. Oratorias,visitas a veredas,hojas volantes, afiches en viviendas urbanas y en ventorrillos de los campos, propaganda adherida a los vehículos y perifoneos aturdidores. Quien busca un renglón efectivo para la asamblea tiene que conquistarlo, con sudor y lágrimas. Ese cuerpo deliberativo del departamento es copado, casi siempre, por la impetuosa juventud. Grandes valores de la política allí ejercitaron sus primeras armas. Darío Echandía, Julio César Turbay, Jorge Mario Eatsman, Omar Yepes, Rodrigo Marín, Víctor Renán Barco, vigorizaron en esos hemiciclos sus apetitos caudillescos y los utilizaron como Cabo Cañaveral para ingresar al teatro nacional. Ahora hacen presencia con cercanías promisorias Omar Reyna, Jorge Hernán Aguirre,Nicolas Aguilar, y muchos más.
El congreso es el gran estadio. Podemos pensar en un solo ejemplo. Jorge Enrique Robledo. Era profesor universitario y líder cafetero en el departamento de Caldas. Con dificultad llegó al senado de la república. Su nombre mucho podía significar para quienes conocían sus múltiples valores, pero poca incidencia tenía en el ámbito nacional. Los debates que protagoniza, su palabra diserta, el dominio de los temas, su seriedad profesoral, lo han convertido en figura cimera de la patria. Es seguro candidato a la presidencia de Colombia.Se puede estar en desacuerdo con sus tesis,pero su solidez como hortelano en el recinto de las leyes,nadie puede desconocer.
Oscar Iván Zuluaga, Mauricio Lizcano y también Mario Castaño, han con-quistado perfil nacional, gracias a sus denuedos como parlamentarios y a la seriedad que nimban sus intervenciones.
¿Ser político importante sin curul? ¡Imposible! Para las comandancias de batallones electorales, hay que estar ubicado en los centros de poder. Por eso las intrigas para colocar en posiciones claves a los segundos del barón electoral. Se libran ocultas pendencias por los ministerios, los institutos descentralizados, las gobernaciones y sus secretarías. Los cargos de relieve dan prestigio y mayor capacidad de movimiento a quien es el conductor de una colectividad política.
Casi todos los grandes caudillos han sido parlamentarios. Jorge Eliécer Gaitán, Laureano Gómez, Alzate Avendaño, Gabriel Turbay, Álvaro Gómez, López Michelsen. Todos ellos guiaron sus partidos y les imprimieron improntas de grandeza. Mario S. Vivas que era un querido manzanillo del Cauca, se dio el lujo de derrotar a Guillermo León Valencia, ya expresidente, cuando éste quiso ser nuevamente senador. Mario S. era un congresista inamovible y le alcanzaron las gabelas legislativas para poner por fuerza del ring al flamante orador.
El jefe político no cede el comando, no lo traspasa, no lo dona. Sale muerto del parlamento arropado con la bandera nacional, o lo tienen que volver trizas en las impiadosas carnicerías electorales.