28 de marzo de 2024

Nos quieren llevar polarizados hasta las elecciones del 2018

10 de enero de 2017
Por Octavio Quintero
Por Octavio Quintero
10 de enero de 2017

Dice el periódico virtual, DEBATE, órgano de difusión del Centro Democrático, que el expresidente Uribe “abre la oportunidad de impulsar revocatoria de Santos”.

El expresidente Uribe debe saber que en Colombia no hay revocatoria de mandato para Presidente ni para miembros de cuerpos colegiados como Congreso, asambleas y concejos, sino solo para gobernadores y alcaldes.

Que DEBATE acoja tal versión deja ver la perversa intención de hacerle creer a la gente que una revocatoria del mandato presidencial en Colombia es posible y está a la vuelta.

Ciertamente, un referendo revocatorio del mandato Santos debería convocar a muchos adeptos, y no solo entre los uribistas, porque, a decir verdad, su gobierno es un desastre por donde se le mire, incluyendo el acuerdo de paz con las Farc-Ep, plagado de atajos legales y constitucionales que ha forzado, con tal de sacarlo adelante a troche y moche.

Y el distractor de opinión pública se monta sobre el texto de una resolución expedida por la Registraduría Nacional, la No. 13324 del pasado 20 de diciembre, en la que el ente nacional autoriza la realización de un REFERENDO CONSTITUCIONAL, algo distinto al REFERENDO REVOCATORIO del que se viene hablando en algunos medios y redes sociales.

Con este tema de la revocatoria a Santos se viene montando algo parecido al tema del plebiscito por la paz, envuelto en un sartal de mentiras, tanto en la campaña por el SÍ  como en la del NO. Otra cosa es que el Consejo de Estado, por halagar al presidente de turno, haya dado en decir que solo los promotores del NO, y concretamente el Centro Democrático, engañaron a los electores.

Como ya se les va acabando la cortina de humo del plebiscito, con el que por tantos meses distrajeron a la opinión pública para no dejarla concentrar en que la única salida que tenemos a una sociedad con plenos derechos económicos, políticos y sociales es tumbando el régimen a través de una CONSTITUYENTE, entonces se viene inflando el tema de la revocatoria a Santos.

La trampa es manifiesta y burda: ¿Alguien con buen sentido puede pensar que el presidente Santos, capaz de voltear a su favor a los augustos magistrados de las altas cortes, iba a dejar pasar sin colación una resolución que ni siquiera está firmada por el registrador nacional, que le abriera la posibilidad a una revocatoria de su mandato, con semejante mala imagen pública de la que adolece?

Se requiere de una ingenuidad angelical para creer que el presidente Santos fuera sorprendido por la resolución de la Registraduría y, más bien, la suspicacia lleva a considerar la enorme posibilidad de que tenga su aquiescencia y su doble propósito.

Piensen bien que el solo hecho de que ni la Registraduría ni la Presidencia hayan rectificado la orientación informativa que al REFERENDO CONSTITUCIONAL vienen dando los medios y las redes sociales es porque la información va en el camino correcto: confundir a la opinión pública y llevar la polarización hasta las elecciones del 2018, en donde el régimen imperante, con cara gana y con sello pierde la sociedad excluida (casi todos) porque, gane quien gane, el país en su modelo económico, político y social seguirá siendo el mismo. Puro maquiavelismo político: “dividid para gobernar” y “gatopardismo” a la carta: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.

A quien pueda interesarle

Un referendo constitucional, que es lo que se contempla en la mencionada resolución de la Registraduría Nacional, es distinto a un referendo revocatorio, que es lo que se está agitando en los medios:

La ley 1757 del 2015 que deroga las disposiciones que le sean contrarias, como las establecidas en la ley 134 de 1994, dispone en su artículo 9º, para el referendo constitucional, una cantidad de apoyos iguales al 5 por ciento del censo electoral en la fecha respectiva. Hechas las cuentas, aproximadamente, 1’750.000 firmas. Concluida la recolección de apoyos, pasa a la Registraduría para su revisión, si avala las firmas suficientes, la solicitud de referendo constitucional pasa al Congreso que debe aprobar legalmente su realización; de ahí pasa a la revisión de constitucionalidad y, si todo sigue bien, a la sanción presidencial. Como dice el docto vulgo, “el camino es largo y culebrero”. Ahora, que si se quiere ahorrar todo este trámite, entonces, los apoyos requeridos deben ser igual al 20% del censo electoral, lo que arroja un saldo aproximado de 7 millones de electores, una hazaña política igual o superior a la elección de un Presidente.

Pensemos, por último, que se superan todas las etapas legales de este referendo constitucional autorizado por la Registraduría y, en consecuencia, queda reformada la Constitución en lo pertinente: esto es, en que se puede revocar el mandato presidencial y también el Congreso. Lo que sigue es volver a iniciar el proceso, pero no de un referendo constitucional sino ya de un referendo revocatorio de mandato popular.

En 26 años de haberse instituido la revocatoria de mandato para gobernadores y alcaldes, no se ha dado en la práctica ni un solo caso, después de 166 intentos. ¿Puede creer alguien que si no hemos sido capaces de revocar ni el mandato de un “pinche” alcalde, vamos a revocar antes de las elecciones del 2018 el mandato del presidente Santos? ¡No me crean tan pendejo!-

Fin de folio.- Antes de que cante el gallo: -sí se puede, sí se puede-, viene la revocatoria del mandato Santos. “Y un espíritu burlón que entre las sombras había, al escuchar (su) canción, se reía, se reía”.