Reflexiones de fin de año
José Ferney Paz Quintero
Abogado Consultor
A lo largo de este polémico año de 2016, en donde la agenda pública fue copada por las negociaciones con el grupo insurgente de las FARC, el plebiscito, el resultado del mismo, el re acuerdo, su discutida aprobación por el Congreso, los debates jurídicos para su implementación, la incógnita respecto a la decisión que tome la Corte Constitucional frente al “ fast track”, o procedimiento legislativo especial para la paz, para otros una especie de capitis deminutio del legislativo, con indebidas presiones que desdibujan el concepto de la separación de poderes, más una reforma tributaria que le representará a la clase media e independiente nuevas cargas tributarias, fuera de la cascada de impuestos que pesan sobre el contribuyente que le impide disfrutar de una congrua subsistencia.
A la relación anterior se le suma en los últimos días el ominoso crimen de la niña indígena por un desalmado sujeto que solo merece el repudio social y una pena ejemplarizante, nos sirve de preámbulo para concluir sin discusión alguna, que la Corrupción es y seguirá siendo el mayor flagelo del Estado colombiano, donde el caso Reficar se constituye en el mayor desfalco a los dineros públicos, como lo denunciara el Contralor Maya Villazón, en noticia que publicita el diario el Tiempo en su edición del domingo pasado, sin contar los saqueos en Termorrio, Agro Ingreso Seguro, Isagen, Dragacol, el reparto de los bienes de los mafiosos en la Dirección Nacional de Estupefacientes, el manejo de la salud a nivel nacional, los Nules, lista que se haría interminable de enunciar en el sector oficial, sin contar con las estafas del sector financiero, Interbolsa, Elit, cacos de cuello blanco que por las argucias jurídicas y la flexibilidad de las normas penales, disfrutan de sus negociados en las confortables residencias por cárcel.
No puede hablarse de verdadera democracia sin una lucha seria y frontal contra ese cáncer que carcome la institucionalidad, por cuanto ese fenómeno no solo es un delito, sino que se viene consolidando como un sistema alternativo de poder, sin contar con su pariente cercano, los conflictos de intereses, de moda en la administración pública y en la rama judicial.
Hemos querido reivindicar el derecho a exponer nuestro pensamiento y opinión en representación de aquellos que no pueden hacerse oír o piensan distinto, propio de una democracia participativa, tratando en todo momento de exponer la verdad, como condición de libertad, que nos hace recordar la promesa bíblica que dice : “la verdad os hará libres“.
Que en las meditaciones de fin de año y los nuevos propósitos para el entrante, se entienda por fin, que para que se consolide la paz social como anhelo nacional y prerrequisito para que lo poco que queda de democracia resulte viable, se deben respetar los derechos humanos, aceptando el libre disenso, paz que debe ir de la mano de una justicia creíble, en ocasiones tan sesgada, subjetiva y con evidentes errores jurisdiccionales, entendiéndola como se definía desde el Digesto de Justiniano, “como la perpetua y constante voluntad de dar a cada uno lo suyo:”
La desconfianza como hecho negativo no puede permitirse en el manejo del Estado y menos en la justicia que, como la colombiana viene recibiendo cuestionamientos de toda índole, que la tiene sumida en bajos índices de aceptación ciudadana.
Ojalá los titulares de la prensa dejen de lado las noticias mediáticas, de farándula, y de alabanza oficial, para centrarse en los problemas primordiales del país, que no son otros que la seguridad ciudadana, tanto urbana, como rural, deserción escolar infantil, el aumento incontrolado de la informalidad, el boleteo, las extorsiones de barrio, el micro tráfico que envenena a nuestra juventud, el abandono de la salud y bienestar social de un amplio sector poblacional, y se constituyan en voceros como orientadores de opinión, exigiendo el deber moral y jurídico de actuar por parte del estado, a través del alto gobierno que dispone de todo o casi todo para el restablecimiento de la dinámica administrativa, al tener un Congreso amigo, facultades constitucionales y legales, que le permite legislar, apropiar recursos, creando un orden de prioridades que propicie el mejoramiento de las condiciones de vida de millones de colombianos.
La invitación para evitar al máximo la polarización social, por cuanto la misma conduce siempre al dogmatismo, actitud tan criticada por Kant, considerándola como el más absurdo de los absurdos, o como la restricción del uso público de la razón.
Nuestros votos para que Colombia recupere en los años subsiguientes la inmarcesible prestancia de su nombre como Nación respetuosa del derecho, la igualdad, y la libertad.
Esta columna reaparecerá Dios mediante el día 17 de Enero del 2017.
FELICES FIESTAS
Bogotá, Diciembre 13 del 2016