18 de abril de 2024

No hay nada más social que una empresa

30 de diciembre de 2016
Por Armando Rodríguez Jaramillo
Por Armando Rodríguez Jaramillo
30 de diciembre de 2016

Armando Rodríguez Jaramillo

Como las empresas son organizaciones privadas revestidas de un profundo interés público, me atrevo a afirmar que no hay nada más social que una empresa porque ellas compran insumos que transforman en bienes o servicios que satisfacen las necesidades de la sociedad. Para que este ciclo se dé, demandan talento humano y conocimiento a cambio de salarios que generan capacidad de compra de productos elaborados por otras compañías. Así que las empresas producen lo que la sociedad necesita y de ellas depende su nivel de ingresos, lo que me conecta con lo dicho por el profesor Ricardo Hausmann en una entrevista reciente concedida al diario El Tiempo en Medellín: “En toda sociedad las cosas que la gente necesita se consiguen porque otra gente las produce o las provee”.

Pero las empresas también son asuntos públicos porque invierten en negocios e innovación con la capacidad de influir en la calidad de vida a través de buenos productos y empleos de calidad. A su vez, se pueden convertir en interlocutores de intereses corporativos participando en asociaciones y gremios, y sirviendo de voceras de intereses colectivos mediante la creación de liderazgos sociales.

Hoy es necesario hacer una profunda reflexión sobre el papel del mundo empresarial. Si bien la empresa no ha estado en el centro de las teorías económicas y administrativas, esta situación ha cambiado en las últimas décadas con el desarrollo de conceptos como competitividad, productividad, innovación y clúster. En consecuencia, hay que validar a las empresas como la célula básica del sistema productivo y la competitividad, lugar donde se dan las innovaciones que incentivan cambios en consumos y comportamientos sociales.

Es hora que el sector productivo sea medido con otro rasero. El mundo cambió y el discurso que señala a los trabajadores como explotados por patronos capitalistas es un argumento de ideologías políticas que empieza a ceder terreno. A las firmas hay que observarlas y valorarlas con base en una nueva narrativa que las ubique en el sitio que les corresponde en la sociedad.

La actividad económica está sujeta a riesgos e incertidumbres que tienen la capacidad de ocasionar pérdidas y de abrir nuevos caminos que, en su conjunto, marcan la dinámica económica de las regiones. Así que buena parte del futuro depende de la vitalidad de nuestro tejido empresarial, de su capacidad de respuesta a los cambios en la economía y a la evolución de las preferencias de los clientes, de su adaptación a las restricciones del entorno originadas en determinantes globales o locales, en fin, de las soluciones imaginativas, innovadoras y responsables que asuman para seguir produciendo en un entorno incierto y aprovechar las oportunidades que plantean los negocios.

Tengamos en cuenta que la calidad de vida, el poder adquisitivo de las personas y su acceso a la modernidad dependen en grado sumo de las empresas y de la complejidad de sus productos. En regiones con firmas dedicadas a producir bienes básicos predominan salarios bajos y menor nivel de vida; en contraposición, regiones con empresas que producen bienes elaborados a través del uso del conocimiento, innovación y tecnología, las escalas salariales son mayores y su calidad de vida también.

naocluster.com

30 de diciembre de 2016