28 de marzo de 2024

Educación para la sostenibilidad

Ingeniero electricista y abogado, vicerector de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales.
5 de diciembre de 2016
Por Camilo Younes Velosa
Por Camilo Younes Velosa
Ingeniero electricista y abogado, vicerector de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales.
5 de diciembre de 2016

Camilo Younes Velosa

La obligación de todo ser humano ecamilo-youness trascender, hacer de su paso por este mundo, como única verdadera y comprobada vida, una experiencia en pro de la existencia en sí, es decir, que no haya sido en vano esta privilegiada oportunidad ni hacer de ella un desperdicio. Por lo anterior es un mandato ético y moral abordar los retos de la humanidad como propios y aportar a la solución de los mismos en el quehacer diario como verdadero ejemplo de fraternidad.

De los muchos retos de la humanidad, dos son los principales desde la perspectiva académica, política y económica: la seguridad alimentaria y la seguridad energética (aquí incluyo al agua). Estos dos grandes retos tienen un inescindible y entramado relacionamiento con los principales acontecimientos globales y un punto de encuentro elemental: la sostenibilidad.

Una definición de sostenibilidad, sencilla pero a la vez profunda, es asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones, en otras palabras, hacer un uso racional y consciente de los recursos con que contamos, por eso los retos alimentarios y energéticos.

Las sorpresas electorales de 2016, el posicionamiento geoestratégico de las naciones, la globalización, los tratados de libre comercio, el crecimiento de los regímenes autoritarios y demagógicos tienen elementos comunes, relacionados con los retos sociales de escala humana anteriormente mencionados.

No es descabellado afirmar que hay crisis en los modelos económicos, políticos y sociales. Las amenazas sobre la supervivencia de la especie humana, debido al daño que le estamos causando al planeta, es palpable y los discursos sobre lo urgente solo nos permiten ver el árbol y no apreciar el bosque en plenitud, y por estar resolviendo los problemas de ayer no nos permitimos pensar en el mañana.

Si aceptamos que somos producto de un proceso evolutivo, el homo sapies sapies no significa otra cosa que el hombre que sabe lo que sabe, por ende, para lograr transcender se debe actuar con criterios de sostenibilidad y esto puede lograrse de manera efectiva a través de la educación, es decir, la educación para la sostenibilidad.

Ahora que la Paz está cerca, educando en sostenibilidad, debemos dar una discusión sobre los temas del futuro, sobre qué nos une como colombianos, cuál es el mayor capital que tenemos y qué debemos explotar, pero esto se debe dar con una mirada a través de unas lentes que nos permitan ver de forma diferente a la tradicional mirada centralista, desconocedora de las regiones y de sus riquezas.

La identidad nacional no la tenemos en un sombrero vueltiao o en una maleta Totto. Las diferencias existentes entre un indígena wuayuu y uno nasca, entre un llanero araucano y un afrocolombiano de Istmina, pasando por el variopinto colorido de los pobladores andinos, son gigantescas para tratar de encasillarlas en símbolos como los anteriormente mencionados, pero todos tenemos un elemento en común que debe ser nuestra identidad nacional: La diversidad colombiana; no importa donde se pare en nuestro territorio, encontrará en ese lugar muchas veces más riqueza biológica, social y cultural que en muchos países juntos de otras latitudes.

No importa el color de nuestro partido político o de nuestro equipo de fútbol, no importa si es ruana o poncho, no importa si es de chivo o de oveja, no importa si es joropo o currulao, definitivamente nos une la diversidad. Somos un pueblo diverso y aunque esta palabra le moleste a más de uno, es precisamente en la diversidad que Colombia puede encontrar su futuro económico, político y social, mediante este catalizador fundamental llamado educación para la sostenibilidad.

Lamentablemente, a pesar de esfuerzos importantes que se han hecho desde tiempos remotos, nunca ha habido uno palpable y directo, especialmente en los currículos de todos los diferentes niveles de formación, es decir, frente a la educación como herramienta, para salvar al planeta de los propios hombres. Debemos desatar nuestra segunda expedición botánica, si no conocemos nuestro territorio y su diversidad, no podremos saber cómo gobernarlo y por ende, un pobre legado le dejaremos a las futuras generaciones.

Son los espacios académicos el nido de formación del futuro de cualquier país, allí podemos crear seres humanos para el futuro, es allí donde se debe formar realmente al ser humano y la educación que reciba debe girar en torno a nuestra obligación ética y moral de, independientemente del área en la cual se desarrollen sus actividades académicas o donde se haya estudiado o donde se vaya a estudiar, la educación para la sostenibilidad es un elemento transversal que debe estar presente en todos los niveles de formación académica, como agente articulador de la ciudadanía pensante y sensible frente al futuro del planeta.

Existe entonces un elemento común sobre el que deberán girar las decisiones y retos mundiales y locales de cara al futuro de nuestro planeta, si queremos que la humanidad tenga alguna posibilidad real de sobrevivir, debemos enfatizar en la educación para la sostenibilidad.

Profesor Titular
Universidad Nacional de Colombia
@CamiloYounes