28 de marzo de 2024

Faltan políticas públicas para manejo de llantas desechadas  

5 de noviembre de 2016
5 de noviembre de 2016

 

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Manizales, 05 de noviembre de 2016. La resolución 1457 de 2010, según la cual la recolección, disposición y aprovechamiento de las llantas usadas les compete al productor, importador y transportador, no se cumple a cabalidad.

Además, esa política nacional excluye a los pequeños productores y comerciantes, quienes no alcanzan a importar o vender 200 unidades al año en el mercado interno.

De ahí que, como lo aseguró Daniela Melo Ruiz, autora de la tesis “Las llantas en desuso: un problema de todos, que pocos quieren asumir”, de la Maestría de Políticas Públicas de la Universidad Nacional (U.N.) Sede Bogotá, el país todavía está en camino de diseñar normas, medidas y estrategias para hacerle frente a este tema ambiental.

“Frente a la gestión de residuos, el Estado tiene obligaciones, al igual que los ciudadanos. En ese sentido, en el decreto ley 2811 de 1974 se describe que el medioambiente es un patrimonio común, por lo que se debe evitar su degradación”, anunció la candidata a magíster.

La investigadora acotó que en la Ley 9 de 1979 se dispuso que si por el volumen del residuo la empresa de aseo no puede recogerlos, la responsabilidad es de quien lo produce o comercializa, “pero esto tampoco se cumple en el país”, advierte.

En Colombia este residuo no es considerado “sólido ordinario” ni “peligroso”, pero sí “especial” porque no es tóxico ni inflamable en sí mismo, es decir que se requiere de la intervención humana para que el residuo represente una amenaza.

La clasificación de “residuos especiales” se sustenta en que estos son de difícil tratamiento, aunque tampoco existe una norma que indique cómo tratarlos, lo que demuestra otro vacío en políticas o medidas para su disposición cuando son desechados, sostuvo Melo.

Oscuro panorama 

Los registros de producción de este material en el mundo alcanzan 1.000 millones de unidades, mientras que en el país la cifra es de cinco millones; de ese número, cerca de la mitad se comercializa en Bogotá y, según el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), alrededor de 750.000 llantas usadas terminan en calles, andenes, separadores y parques.

“Este es un problema acumulativo y para resolverlo urgen nuevas alternativas de gestión ambiental. Por ejemplo en Bogotá se dispuso, mediante la resolución 6981 de 2011, que cierto porcentaje de las llantas se utilizara en obras asfálticas”, recordó la universitaria.

Los planes de posconsumo –aplicados con tecnología como hornos termoeléctricos, usados en Estados Unidos y países de la Unión Europea– ayudarían a la eliminación total y segura de las llantas, a diferencia de la quema que se hace a cielo abierto, contaminando el medioambiente por el desprendimiento de compuestos tóxicos como monóxido y dióxido de carbono.

Esa misma degradación del neumático se registra cuando estos se queman en hornos paneleros generando humo negro nocivo para la salud.

La ausencia de un plan de manejo posconsumo también se refleja en una acumulación desorganizada que genera incendios, contaminación del paisaje urbano, criaderos de zancudos y ratas, con la consecuente transmisión de enfermedades, precisó la invitada al VII Congreso Iberoamericano de Estudios Territoriales y Ambientales, evento que se celebra en Manizales.

En 2014 y 2015, bodegas de Fontibón que almacenaban alrededor de 600.000 llantas usadas ardieron en llamas contaminando el sector y afectando la respiración de los habitantes cercanos.

La industria de las llantas surgió hace 150 años, pero solo hasta hace medio siglo empezó a detectarse el problema de qué hacer después de que la llanta culmina su ciclo de vida. Su lenta degradación puede tardar entre 100 y 1.000 años.