Desilusión
Rudolf Hommes
Desde hace más de un año, los más destacados economistas del país insisten sobre la necesidad y la urgencia de reformar el régimen tributario colombiano para aumentar el recaudo, mejorar su eficiencia, simplificar el sistema tributario y hacerlo más progresivo. Ha causado un gran impacto el estudio de Facundo Alvarado y Juliana Londoño que, basándose en datos tributarios encuentra que el 20 por ciento del ingreso total lo reciba el 1 por ciento de los contribuyentes, los más ricos; y que, entre ellos, los de mayores ingresos tienen las menores tasas efectivas de tributación, que es el impuesto pagado como proporción de la ganancia bruta sin exenciones (High Incomes and Personal Taxation in a Developing Economy: Colombia 1993-2010, CEQ Working Paper 19 March 2013).
En reacción a esta extrema desigualdad, los economistas que han presionado por hacer una reforma tributaria estructural insisten en ponerle un impuesto a los dividendos para hacer más progresiva la estructura tributaria. En México o Chile, por ejemplo, esa medida no produjo los mayores ingresos esperados ni indujo cambios importantes en la progresividad. Además, el impuesto es fácilmente eludible. Sin embargo, la reforma viene con una propuesta de impuesto a los dividendos, pero solo aplica si los reciben individuos o empresas del exterior, con lo cual quizá es más regresivo el impuesto de renta. Como eleva el costo de capital de las empresas y reduce su valor de mercado, es válido preguntar qué utilidad práctica o beneficio social tiene este impuesto.
Si se quiere afectar la carga tributaria de los más ricos y hacer progresivo el impuesto efectivo se necesita limitar las exenciones y deducciones en forma progresiva. Esto no se hizo con suficiente alcance, sino con timidez, como señala Guillermo Perry, y más para poder hablar de justicia distributiva que para hacer algo al respecto. En la presentación de Minhacienda para la reforma tributaria estructural en PDF (“Por el empleo y la inversión”) ilustra la idea de que ella aporta progresividad: una gráfica muestra como sube con el ingreso la tasa de tributación de los asalariados, pero no muestra cómo quedan los que reciben rentas y los que están en la cúspide de la pendiente de ingresos, que es lo que se necesita saber.
Es encomiable que para aprobar esta reforma el gobierno asuma el riesgo de crear otro problema y otra controversia política en un momento que exige mucho respaldo público y sobre todo popular, para no dejar enredar la paz. Pero lo que no se entiende es que lo hagan para recaudar tan pocos recursos en relación con la magnitud del hueco fiscal; y que el lenguaje y la técnica jurídica del proyecto de reforma no faciliten el acceso y comprensión del contenido al contribuyente promedio y, sobre todo, del congresista promedio, que para votar responsablemente tendrá que hacer un ejercicio titánico de comprensión de lectura.