29 de marzo de 2024

Que el 29 de Agosto sea declarado fiesta nacional

21 de septiembre de 2016
Por Augusto León Restrepo
Por Augusto León Restrepo
21 de septiembre de 2016

UNO Y DOS

Por Augusto León Restrepo

UNO

augusto leon restrepoEn definitiva, no voy a votar el 2 de octubre SÍ por aprobar el gobierno de Santos. Ni voy a votar NO, por Alvaro Uribe , por su caudillismo, por sus buenas intenciones de continuar las conversaciones de paz, pero bajo sus condiciones. NO. Mejor dicho SÍ. Voy a votar SÍ, porque como pertenezco al Partido de la Vida, estoy en el mejor de los mundos con la sola circunstancia de dejar de leer los titulares de prensa en los que daban la noticia de que fueron masacrados soldados colombianos y ciudadanos inermes por los subversivos o bombardeados focos guerrilleros, con blancos también de campesinos inocentes, víctimas de una guerra que hubiera podido contar con unos cien mil muertos menos, cuando se propuso cambiar las balas por los diálogos. Para mí, los datos entregados a la opinión pública sobre que se han evitado centenares de muertes desde que las Farc decretaron en varias oportunidades el cese unilateral de actividades bélicas y que desde las cero horas del lunes 29 de agosto no ha habido un solo muerto en las filas de nuestro ejército ni en el de la guerrilla, constituye un sólido mensaje. Nada mas ni nada menos que la terminación del conflicto armado entre el Estado colombiano y la subversión de las Farc, que pretendieron establecer un nuevo orden institucional a través del mecanismo equivocado de los fusiles, los tatucos y el terrorismo. El cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, este real logro, consecuencia de los Acuerdos de La Habana, es la verdadera columna vertebral de la nueva Colombia. Es la concreción de la defensa de lo mas sagrado e inviolable del ser humano como es la propia vida. Es la ratificación del principio universal de que LA VIDA es sagrada y de que las invitaciones a que se sacrifique en aras de «fundamentos» políticos, económicos, religiosos o de cualesquier índole, son falaces, fútiles, inútiles, selváticas y regresivas. ¿Que tal los colombianos volviéndonos a matar para lograr que se instauren a sangre y fuego los dictados del neoliberalismo materialista o los fracasados sueños del socialismo del Siglo XXI?. De lo que se trata es de que esas incógnitas se resuelvan a través de los debates, los diálogos, de las urnas, las diatribas y los denuestos, de los insultos y las descalificaciones, si se quiere, pero que las armas letales no se esgriman para imponer las ideas o los propósitos pasajeros y efímeros. ¡Cuantas muertes no produjeron los comunistas, los nazis y los fascistas, para tratar de convencer a la humanidad de que habían encontrado la panacea para sus ostensibles falencias sociales y políticas!. Y ver, con reconocimiento, en lo que terminaron esos agobiados países. En gobiernos y pueblos arrepentidos, que gracias a la reconciliación, al perdón y a la reparación de los males causados, hoy gozan de paz y prosperidad, con todos sus recursos encaminados a solucionar los nuevos desafíos que permitan sociedades menos injustas, incluyentes y pluralistas, en busca del bienestar general, de la felicidad y donde quepan todos. Y antes de que se me olvide. Propongo por este medio que el 29 de Agosto, fecha en que se acordó el cese al fuego y de hostilidades bilaterales y definitivas sea declarado Fiesta Nacional. Algunos colegas se han preguntado, con justa razón, por qué ese día no hubo celebraciones, así fuera al filo de la media noche. Pues porque nos atortolamos, después de 52 años de esperar el silenciamiento de las balas fratricidas, no medimos su trascendencia, fruto de los Acuerdos de La Habana, o porque, para ser simplistas, los colombianos somos así. Pero algún día, mas temprano que tarde, nos daremos cuenta de que para exaltar la convivencia civilizada y fraterna y salvar una sola vida humana se justifican las fiestas, las banderas y los vítores.

DOS

Yo voy a marcar el SÍ en las elecciones plebiscitarias del 2 de octubre, por unas apreciaciones que considero válidas y que podrían entrar dentro de la categoría de la obviedad. Por ejemplo: la juventud se ha vuelto participativa y se le ve en la calle, en los campos universitarios preconizando que para su futuro las ventajas de que se acabe la guerra son su patrimonio. Están mamados los jóvenes, como expresan ellos en su lenguaje coloquial, de que a muchachos campesinos del ejército y de la guerrilla se los lleven a las zarzas y a los altares del sacrificio, con discursos de contenido patriótico o reivindicatorio, que solo viudas y huérfanos causan al final. La prolongación de los conflictos armados, lo sienten , lo asimilan, ahonda las desigualdades y causa dolores y odios irredimibles. Acogen el momento histórico con esperanza y exigen ser dueños de su propio destino. Y lo mismo puede decirse de los integrantes de las legítimas Fuerzas Armadas de Colombia. Destacados generales y oficiales de sus ejércitos han participado en las discusiones y en la culminación de los Acuerdos de La Habana. Y se han convertido en los mas sólidos prosélitos y mensajeros de las ventajas que para sus tropas tiene el gran logro del cese del fuego bilateral, porque ya están hartos de escuchar minutos de silencio en memoria de sus compañeros muertos y de que las banderas se adornen con crespones negros sobre sus féretros o se icen a media asta. A ellos, a los militares, no los ha dejado el tren de la historia. Sus Generales en retiro y en activo, sus Comandantes, han salido a dar la cara y a defender, como las juventudes, su propio futuro. Y a manifestar sin tapujos que retrocesos ilusos no podrán devolver la vida de los inmolados ni evitarán el que sus valientes integrantes hagan parte de la lista de los muertos inútiles. Por estas y numerosas obviedades mas es que marcaré el SÍ en los comicios del 2 de octubre que indica que apoyaré el Acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera. El imperio de la esperanza, y el definitivo triunfo de LA VIDA sobre la muerte.