28 de marzo de 2024

La sexualidad como problema de Estado

10 de agosto de 2016
Por Arturo Yepes Alzate
Por Arturo Yepes Alzate
10 de agosto de 2016

Arturo Yepes Alzate

Arturo Yepes reducidaVergonzoso el debate contra el Ministerio de Educación, porque está contaminado por la desinformación y la polarización.

Oídas las explicaciones de la ministra, Gina Parody, y de los representantes de Naciones Unidas, queda claro que esta tempestad en un vaso de agua, está basada en un documento preliminar, sin carácter obligatorio, dirigido a los directivos docentes, para cumplir la sentencia T-478 del 2015, que fue expedida por una acción de tutela interpuesta contra la Secretaría de Educación de Cundinamarca, por la mamá de Sergio Urrego, joven de 16 años que se suicidó por causa de la discriminación y las presiones a las que habría sido sometido en su entorno escolar, por su homosexualidad.

El uribismo aprovechó “el papayaso” y puso en marcha su máquina propagandística en redes sociales para castigarle a Gina Parody su abandono a la causa del caudillo. Publicaron
cartillas pornográficas homosexuales que no han sido distribuidas por el Ministerio de Educación, acuñaron la sentencia que se estaba divulgando la ideología de género (invitación a desatender la anatomía y escoger la inclinación sexual por atracción) y, para rematar, el ídolo cuestionó en un tuit «la inmoralidad de la ministra y su desconocimiento a la institución de la familia».

¡Puras mentiras!

Habilidosamente le hicieron creer a los colombianos que la postura de la Corte Constitucional, que es autónoma e independiente, es la del gobierno y, digámoslo con claridad, aprovecharon la situación sentimental de la Ministra para acusarla de estar «difundiendo su orientación» hacia todos los niños de Colombia.

¡Infames! Han logrado que grupos de ciudadanos, padres de familia, iglesias y políticos conservaduristas caigan en su trampa. Ayer, hasta la jerarquía católica “comió cuento”.

Invito a los lectores a ver más allá de la nariz. ¿Vale la pena que en este país lleno de problemas de violencia, corrupción, carencias para los ciudadanos, nos concentremos en crear otro problema alrededor de las preferencias sexuales de la gente?

¿Se justifica que una secta política que está perdiendo la bandera principal que tenía: la guerra contra la subversión, reemplace esa “causa” por la peligrosísima invocación a la moral y las buenas costumbres?

¡Hay de Colombia! Si retrocede al siglo XIX y principios del XX, para convertir en centro de la discusión política asuntos religiosos.

Bienvenida la orientación espiritual de la iglesia. Yo la practico. Bienvenidas los sacramentos de la confesión y la penitencia. Las acepto. Pero ese es el ámbito real de esos comportamientos humanos, no la institucionalidad o el derecho positivo.

Hacer de la sexualidad tema de la política es dividir profunda e irremediablemente a los colombianos. El sexo, los gustos estéticos, el arte, entre otras expresiones lúdicas, NO pueden obedecer a una política de Estado, porque son propias de la intimidad y la personalidad de cada ser humano.

No nos dejemos arrastrar por quienes quieren manipularnos con intereses electorales. Hagamos oídos sordos a sus invocaciones y dejemos que cada familia resuelva sus situaciones particulares como a bien tengan en el seno de su hogar. Eso es lo sano para nuestra patria.