Los “aplanchadores”
A mediados del siglo pasado se desató en Caldas una atroz ola de violencia. Ardieron las pasiones políticas en todas las provincias y a diario llegaban al cementerio víctimas de ese canibalismo.
Salamina y Aranzazu padecieron la barbarie. Fue institucionalizada la cofradía de los “aplanchadores” que estaba integrada por sujetos rudos e ignorantes, expertos en dar cruentas palizas a los que militaban en el bando contrario a sus querencias políticas.
Por ejemplo “Plancho” era experto en perseguir conservadores en Salamina. Machete en mano, con otros bandidos, apaleaba y dejaba al borde de la muerte a quienes militaban en el partido azul.
Después “Plancho” se vino a vivir a Aranzazu. Cambió de color y aquí era un sanguinario contra los hermanos liberales. Existe una anécdota chispeante. Víctor Gómez, de la más pura cepa izquierdista, a causa de esa persecución que ponía en peligro su vida, para preservarla, públicamente renunció a la militancia de su partido. Promulgó una hoja volante en la que explicaba por qué se retiraba de “la cucuracha del liberalismo”.
En Aranzazu “Plancho”, que tenía el color de una postrera de leche, no actuó solo. Un tal Campiño, liliputiense, de azabache disminuido, y “Cacho” desgualetado para vestir, formaron una troika peligrosa. Los pocos liberales del municipio debían resguardarse muy temprano en sus casas, por el miedo a las embestidas de los tres fascinerosos.
De pronto se sentían de noche unos gritos estrepitosos, unos madrazos, y se oía que alguien desesperado buscaba un portón para salvarse de los peinillazos. Era, entonces,en Aranzazu, heróico ser liberal.
“Plancho” y Campiño se perdieron en la noche del tiempo. Se desconoce cómo y en dónde murieron. Eliseo Gómez “Cacho” encontró una muerte violenta en un café de la población. Un campesino que era permanentemente asediado por este individuo lo cosió a puñaladas. La justicia absolvió a quien le dio muerte, por el terror que le tenía.
Otro dato curioso : Un hermano de “Cacho“ se las daba de cantante. Decía que era un Caruso criollo. En las parrandas campesinas y en las fondas de las veredas interpretaba OH Sole Mio, la única canción con la cual sacaba pecho.
¡Cómo ha cambiado la mentalidad de los colombianos! Los dos partidos tradicionales, conservador y liberal, están casi desaparecidos y a nadie, hoy, le importa un higo la militancia que tenga un ciudadano en las muchas colectividades del país.