28 de marzo de 2024

Carta para Omar Yepes

28 de julio de 2016
Por César Montoya Ocampo
Por César Montoya Ocampo
28 de julio de 2016

cesar montoya

Omar : te conozco desde hace 60 años. Eras un joven recatado, algo tímido, con un discurrir discreto. En esa lejanía, nadie podía pensar que detrás de ti había una personalidad arrogante,  persistente en la lucha, obsesiva en los propósitos.

Quienes éramos coetáneos tuyos, pensábamos que ibas a ser un locutor deportivo, o un cantante trasnochador y bohemio que, con guitarra en mano, ibas a entretener los amaneceres de los borrachos. Lo primero, por tu afición al futbol  y lo segundo por esa bella voz que te asemeja a Leo Marini. Mejor tu, que el cantante argentino.

El encanto por la política lo traías en la sangre. Floro, tu padre, fue un combativo líder conservador y su martirologio tuvo como causa la lealtad con su partido.

Irrumpiste, pisando duro, en la campaña presidencial de Misael Pastrana. Se descubrió en ti al estratega caviloso, al general que intuía cómo debían desplazarse los escuadrones sobre los campos de guerra.

Entonces, trabajábamos la política en medio de heróicas agonías. Antes que el sol mostrara su radiante disco de oro, ya estábamos devorando carreteras, o a horcajadas de mulas albardadas, o hacíamos resistentes calistenias, para llegar allá lejos, a una vereda escondida, en donde unos ansiosos copartidarios esperaban recibir el sacramento de la palabra. Así nos formamos. Así aprendimos que la vida está circuída de apremios espirituales.

Te hiciste jefe, no gratuitamente. Tu pedestal tiene muchos acopios de materiales menores, arcillas, bruñimiento de maderas, aserrines, sordo repique de martillos, fatigas nocturnas y amaneceres afanosos. Por eso llegaste a la cúspide.

En tu vida hay un capítulo memorable que delata tu carácter acerado. Cuando Uribe –el autócrata- arrodilló el parlamento para que votara su reelección, tu, varón insular, en documento no olvidable por lo depurado de su contenido, anunciaste tu voto negativo. Con dignidad te saliste del sumiso redil palaciego.

Para adobar estas reflexiones, no sobra la siguiente historia. Guillermo León Valencia fue un presidente pregonero de la paz. Dejó el poder nimbado de prestigio. Como su vida pública había transcurrido en el congreso, quiso regresar a él. Con verbo empenachado recorrió su departamento -Cauca- pidiendo el respaldo de los electores. Su contraparte,Mario S. Vivas, era un anciano de pelo azafranado, opaco y mediocre. La democracia no tiene lógica. No entendió Valencia que su ciclo como hombre público se había agotado.El viejo decrépito le propinó una vergonzosa derrota al mayorazgo de Paletará.

Omar : la política se pudrió. Adiós principios, afuera los predicadores. Ya no se habla en los balcones de Dios, de autoridad, orden, disciplina o moral. La doctrina importa un higo en este sunami materialista, que sepultó valores intangibles. Alzate o Gaitán serían ahora unos majaderos , pobres los dos, jefes de relumbrón con las alforjas vacías, pese  al poder que concentraron en sus manos. Tu, como nosotros, enfermos de melancolía, dándonos frentazos contra las paredes,  gritamos sin eco, como el emperador Augusto : “Varo, Varo, devuélveme mis ejércitos” después de ser diezmadas las legiones romanas,  emboscadas  por los batallones germanos.

Para actuar –hoy- en las justas electorales hay que tener dinero y anclaje administrativo. Las decisiones las toman los ricos y quienes  tienen entronque real en el gobierno. Es inútil enfrentar a Goliat con avemarías y padrenuestros.

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