28 de marzo de 2024

La escandalosa corrupción en Reficar

16 de mayo de 2016
Por Albeiro Valencia Llano
Por Albeiro Valencia Llano
16 de mayo de 2016

albeiro valencia

La Refinería de Cartagena (Reficar) fue fundada en 1957 por la Interational Petroleum Co. y a partir de 1974 pasó a ser propiedad de Ecopetrol, por 35 millones de dólares. En el año 1996 el Gobierno le pidió a Ecopetrol que orientara la producción de Reficar hacia los petroquímicos, teniendo en cuenta la demanda nacional, pero sin perjuicio de los combustibles. Algunos años después se planteó la proyección de la empresa considerando la modernización y la ampliación de su capacidad productiva; se dieron algunos pasos en esta dirección, pero solo se cristalizó a partir de 2006, cuando se enajenó el 51% de la participación de Ecopetrol en la Refinería, a nombre de la empresa de origen suizo Glencore International AG, con una negociación cerrada en 630.7 millones de dólares; de este modo nació la sociedad anónima Refinería de Cartagena S.A. (Reficar). Como Glencore no tenía experiencia en el tema, celebró un contrato con la empresa Chicago, Bridge & Iron (CB&I), con sede en Texas, que se comprometió a terminar las obras en diciembre de 2012, pero esta compañía tampoco tenía experiencia en este tipo de proyectos. Al mismo tiempo Ecopetrol procedió a capitalizar el 10% de sus acciones y a construir la planta de hidrotratamiento en la Refinería de Barrancabermeja, con una inversión de 1.023 millones de dólares. Luego, en 2009, Ecopetrol compró las acciones de Glencore por 549 millones de dólares, sin renegociar las condiciones con CB&I. En este punto, con la nueva configuración de la refinería, se incrementaron sin justificación los valores de la obra: aumentó la subcontratación y se incumplió el cronograma; en consecuencia, Ecopetrol le inyectó nuevos recursos.

Desde el año 2012 el Gobierno estaba empapado de la situación de Reficar, y el ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverri, luego presidente de Ecopetrol, denunció los sobrecostos; sin embargo, no actuaron los órganos de control y siguieron avanzando la corrupción y el derroche. Lo más lamentable es que hubo muchas voces que advirtieron que no tenía sentido la ampliación de la Refinería de Cartagena, por la gran capacidad instalada y sin utilizar en las plantas de Curazao y en Puerto príncipe.

Escándalo y corrupción

Como estaba anunciado, el proyecto de Reficar terminó en un escándalo, y la Procuraduría, la Contraloría, la Fiscalía y la Superintendencia de Sociedades, saben que esta es una historia de corrupción y derroche. De acuerdo con la Contraloría hay más de 1.800 contratos con adiciones; el 17% con incrementos superiores al 100%. En 2012, una auditoría de la contralora delegada para el sector de minas y energía, Ana María Silva, encontró falencias e inconsistencias, como el incumplimiento de las metas, aplicación inadecuada y desactualización de las cuentas por pagar, sobrecostos administrativos, extravío de materiales y un exagerado derroche. Sobre este último aspecto hay varios casos; por ejemplo, la firma Andamios Anderson tuvo incrementos del 37.000%; la auditoría encontró que 1.250.000 tornillos de estabilización, de nivelación o posicionamiento, fueron encontrados abandonados; y una fuente se refirió a la feria de contratos anotando que la firma GMP Ingenieros “cada vez que se quedaba sin plata y alzaba la mano, aparecían las adiciones. En términos generales, con ese tipo de circunstancias la refinería nunca tuvo una productividad superior al 1% semanal. Todo fue desorden logístico”. Y en 2014, en un informe de auditoría suscrito por Ricardo Rodríguez, delegado del sector de minas y energía, detectó 40 hallazgos administrativos, entre los cuales se destacan incumplimiento de metas, actividades no ejecutadas, acciones pagadas varias veces y anomalías de carácter ambiental. Una fuente de la Fiscalía puntualizó sobre “Gente que le pagaban hasta 400 dólares la hora, exigencias de aumento en cantidades de insumos innecesarios, o más de trescientos contratos con personal extranjero” (Óscar Guesguan Serpa, El Espectador, 7 de febrero, 2016).

En el pasado mes de febrero la Superintendencia de Sociedades ejerció control sobre la empresa CB&I, cuando se rumoraba que la firma trataba de abandonar el país; mientras se destapaba la olla podrida y salían a la luz las especulaciones y anomalías, los accionistas se reunieron en Nueva York para analizar el asunto, y su principal accionista, Warren Buffet, trató de desprenderse de su inversión cuando se enteró del escándalo.

Según el contralor, Edgardo Maya, los costos de la ejecución de Reficar aumentaron en 4.023 millones de dólares, para un total de 8.016 millones. Si el presupuesto inicial era de 3.993 millones, significa que el precio aumentó 100%; y puntualizó que “El valor total de Reficar equivale a 1,5 veces la ampliación del Canal de Panamá y 1,15 veces lo que se estima que costaría el Metro de Bogotá”. Cuando estalló el escándalo dijo el presidente Santos que el “pecado original” de los sobrecostos de Reficar se le deben atribuir a las administraciones de Álvaro Uribe; pero éste contestó advirtiendo que Santos había inaugurado la planta con orgullo y que las irregularidades se debieron extender después del 2010. A pesar del intercambio de ataques sobre la responsabilidad en esta corrupción y derroche, hay que decir que corresponde a los dos gobiernos.

En el debate de control político que hizo el Senado, a los ejecutivos de Reficar y de Ecopetrol, saltaron las denuncias. El senador Jorge Enrique Robledo advirtió que “este puede ser el escándalo más grande de corrupción en la historia del país, pero con la ladronera de acá, nunca se sabe”. Por su parte Claudia López, de Alianza Verde, denunció que la corrupción en Reficar supera lo de Agro Ingreso Seguro y el desfalco de los Nule. Iván Duque, del Centro Democrático, advirtió sobre la feria de contratos y que “la decisión del Gobierno fue seguir haciendo el contrato con unos pícaros y después demandar”.

También se denunció en el Senado la persecución laboral de CB&I, contra el sindicato de trabajadores de Reficar asociado a la Unión Sindical Obrera; la empresa pretendía culpar al sindicato de los retrasos en las obras y de buena parte de los sobrecostos en el proyecto, para desviar la atención sobre el carrusel de la contratación, la sobrefacturación y el acondicionamiento de los contratos ¿Será posible encontrar a los verdaderos culpables de semejante descalabro en Reficar, que prometía ser la refinería más moderna del continente?